ASPECTOS
FILOSÓFICOS EN LA ORGÍA PERPETUA (2006)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
La
orgía perpetua es un ensayo de Vargas Llosa sobre Gustavo Flaubert y Madame
Bovary(MB).
Vargas
Llosa considera al escritor francés como su maestro , y a su obra como el
baluarte fundacional de la novela
moderna. Por eso leyó y releyó a este autor.
VLL
cree que el método de escribir de F es casi científico, parecido a un trabajo
de investigación.
Flaubert
era era muy disciplinado para escribir sus obras. Investigaba sobre el tema de
manera profunda. Revisaba lo escrito. Pensaba cada palabra.La pronunciaba en
voz alta para precisar su musicalidad.
Escribió
MB en casi cinco años.
En
MB hay amor, sexo, erotismo y feticihismo.
La
ficción es un bálsamo para el dolor.
La
realidad está por debajo del sueño.
La
escritura es el reino de la fantasía.
La
escritura para F era una terapia,
Los
aspectos médicos que aparecen en MB, F los consultó con médicos, pero tenía
recuerdos de cuando su padre lo llevaba al hospital. Vio disecciones en la
morgue. Describió en sus personajes sus propios males de salud.
Después
de Madame Bovary , la obra más importante de Flaubert es La educación
sentimental.
VLL
habla de los escritores que leyó F y de sus libros.
F
distribuía sus materiales según el tiempo y el orden de los mismos.
Hacía
esquemas sobre lo que iba a escribir.
F
escribía media página por día.
La
novela muestra, no juzga.
La
literatura es venganza de la realidad.
Para
F, las personas son pretextos para sus libros.
Sus
personajes son tomados de la vida real. Fusiona varios personajes reales para obtener uno ficticio.
La
novela añade algo a la realidad.
“En
todas las obras de Flaubert, aun aquellas que pueden ser consideradas una fuga
en la historia, la novela sigue siendo convocatoria de un hombre a los otros
hombres a encontrarse en lo imaginario verbal para, desde allí, entender como
insuficiente la vida que aquellas obras prodigiosamente rescatan e impugnan,
salvan al tiempo que condenan”.
ASPECTOS
FILOSÓFICOS (Párrafos que me gustaron)
1
El
narrador-filósofo El narrador omnisciente, algunas veces —hay que subrayar que
son pocas—, se manifiesta con intromisiones que delatan, por el breve espacio
de una palabra o una frase, la existencia de un ser forastero a la realidad
ficticia. Algunas de estas intromisiones son,
a todas luces, involuntarias, actos fallidos del narrador, como cuando, en
medio de una descripción impersonal de la región donde se confunden Normandía,
Picardía y L'Ile de France, mete la nariz para opinar que "C'est la que
l'on fait les pires fromages de Neufchâtel de tout l'arrondissement", o,
un poco después, cuando remata la relación del corto período de cariño y
atenciones de Emma hacia su hija, en los primeros tiempos de Yonville,
ironizando: las expansiones líricas maternales de Madame Bovary, dice, "à
d'autres qu'a des Yonvillais" les hubieran recordado a "la Sachette de
Notre-Dame de Paris".
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Pero
hay ocasiones en que el narrador omnisciente aparta con toda deliberación a los
personajes y a los objetos para ocupar el primer plano del relato y pronunciar,
profesoralmente, una sentencia filosófica,
una conclusión moral, un refrán o aforismo, una regla de la vida que encuentra
un ejemplo concreto en el hecho que ha narrado o que va a narrar: "—car
tout bourgeois, dans l'échauffement de sa jeunesse, ne
fût-ce qu'un jour, une minute, s'est cru capable d'immenses
passions, de hautes entreprises. Le plus mediocre libertin a rêvé des sultanes;
chaque notaire porte en soi les débris d'un poète". No habla ningún
personaje, el propio narrador formula esta ley general e inapelable de la
conducta burguesa para explicar el conformismo de Léon Dupuis, su tránsito del
joven romántico que fue en Yonville al hombre calculador y prudente que es ahora en Rouen.
Las
interrupciones momentáneas de la acción o de la descripción, a fin de que la
voz magistral de Dios Padre resuma lo narrado en una norma ética, sociológica,
psicológica o histórica, son un procedimiento clásico de la novela y en esto
Flaubert sigue una tradición. Pero no de manera mecánica, sino dando al
procedimiento un uso personal.
3
El
narrador-filósofo sólo toma cuerpo en ciertos momentos importantes y su paso
siempre es rápido, su presencia eleva la realidad ficticia a un plano de
solemnidad y abstracción sólo unos segundos, de modo que la marcha del relato
no se vea obstruida, dispersada, distraída por la intrusión.
Además de breve, la voz del narrador-filósofo tiene otra característica
invariable: la rotundidad. Nunca duda, habla de una manera categórica, como
cuando, después de referir el relator invisible que Léon, a su vuelta de París,
ya no es el joven tímido que había conocido Emma, sino un varón desenvuelto y
seguro de gustar, la historia se detiene para que una voz divina nos instruya
así: "L'aplomb dépend des milieux où
il se pose: on ne parle pas à l'entresol comme au quatrième étage, et la femme
riche
semble avoir autour d'elle, pour garder sa vertu,
tous ses billets de banque, comme une cuirasse, dans la doublure de son corset".
4
Al
viejo recurso de la irrupción del narrador-Al viejo recurso de la irrupción del
narrador-magíster, Flaubert le da una coloración propia: reduce sus intervenciones
a ciertas circunstancias oportunas (no he encontrado más de medio centenar de
apariciones del narrador-filósofo), las dota de cualidades permanentes
—brevedad, generalidad, perentoriedad— y logra que esos veredictos definitivos,
conclusiones genéricas de lo particular o moralejas parciales de la historia,
puntúen acompasadamente el relato. Al final, resulta evidente que la colección
de afirmaciones del narrador-filósofo modela un plano de la realidad ficticia:
el ideológico. No la ideología de este o de aquel personaje, sino la general,
inmanente a aquella sociedad, el sistema básico de ideas en el que los
personajes nacen, viven y mueren, y que es suficientemente laxo como para
admitir en su seno ideologías contradictorias de clases, grupos sociales y aun
de personas. Así, esas sentencias son parte valiosa de la realidad ficticia, un
complemento indispensable al material acarreado por las palabras en cursiva.
Con él forman los parámetros morales, políticos, religiosos y metafísicos
dentro de los cuales se mueven los hombres y las mujeres de la novela, las
raíces de sus conductas y sentimientos. Aunque ambas confluyen para diseñar el
nivel retórico o filosófico de la realidad ficticia, esas palabras en cursiva y
estas sentencias magistrales no son la misma cosa. Aquéllas tienen un radio
restringido, expresan verdades relativas y concretas, las creencias, mitos o
prejuicios de un grupo determinado —una familia, un colegio, un sector
profesional, un sexo, una clase social, una región—, ante los cuales el
narrador omnisciente toma a veces una distancia crítica e irónica (en estos
casos la cursiva subraya el carácter de deformación viciosa, perversa, de la
realidad que tiene ese clisé, refrán o fórmula lingüística), en tanto que el narrador-filósofo
expresa siempre verdades abstractas y absolutas, unilaterales; sus frases
pretenden ser la realidad humana capturada en una fórmula verbal, como cuando
inicia el capítulo que sigue a la agonía de Emma definiendo así la reacciónde
los hombres ante la muerte: "II y a toujours après la mort de quelqu'un
comme une stupéfaction qui se dégage,
tant il est difficile de comprendre cette survenue du néant et de se résigner à y croire".
5
El
narrador-filósofo expresa algo más permanente y universal que los dichos y
refranes en los que se halla reflejada la ideología de una comunidad: ciertas
cualidades innatas, una esencia humana general y anterior a las personas y
dentro de la cual las existencias concretas toman forma, significan una variante
o modalidad. Por ejemplo, cuando Emma,
arruinada, acude a Rodolphe para pedirle tres mil francos y éste le responde
que no los tiene, se corporiza el narrador-filósofo para hacernos saber que
cuando el dinero se mezcla con el amor éste peligra, pues lo pecuniario suele
enfriarlo y matarlo: "II ne mentait point. II les eût eus qu'il les aurait
donnés, sans doute, bien qu'il soit généralement désagréable de faire de si
belles actions: une demande pécuniaire, de toutes les bourrasques qui tombent
sur l'amour, étant la plus froide et la plus déracinante". En tanto que
las cursivas son el nivel retórico en un plano subjetivo — creencias e ideas de
los personajes—, el pensamiento que expone el narrador-filósofo lo es en un plano
objetivo: lo que él dice aspira a ser saber científico, formulación matemática
de la naturaleza humana. Ambos planos, combinados, estructuran el mundo de las
ideas y de las creencias a partir de las cuales juzgan, realizan el bien y el
mal, aciertan o se equivocan, son viles o nobles, comunes o insólitos,
conformistas o rebeldes los seres de la realidad ficticia.