FILOSOFÍA

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viernes, 13 de noviembre de 2020

ECCE HOMO

 


 

ECCE HOMO (1908)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra 

Nietzsche habla de su vida, su familia, sus primeros pasos, su carrera como filósofo, se alaba a sí mismo  (hasta la megalomanía) sin tapujos ni falsas poses de modestia, explica porque su filosofía perdurará, destroza a sus adversarios y a todo lo que proviene del cristianismo

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“Ecche homo. Cómo se llega a ser lo que se es” (Escrito en 1888-Publicado en 1908)) es un libro autobiográfico de Frederic Nietzsche donde trata de dirimir su legado doctrinario y filosófico con el del propio Cristo. “Ecche homo” ( ¡He aquí el hombre!) dijo Poncio Pilatos, refiriéndose a Jesús de Nazareth . Nietzsche es Dionisio. Luego de largas diatribas,  su disquisición finaliza con una antinomia que refleja el verdadero espíritu de su discurso: Dioniso o el Crucificado.

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Nietzsche habla de su vida, su familia, sus primeros pasos, su carrera como filósofo, se alaba a sí mismo  (hasta la megalomanía) sin tapujos ni falsas poses de modestia, explica porque su filosofía perdurará, destroza a sus adversarios y a todo lo que proviene del cristianismo. También habla de sus lecturas, sus libros y las circunstancias en que los escribió, su salud, sus comidas , bebidas, costumbres y gustos por lugares y paisajes. Recuerda los términos con los cuales revolucionó a la filosofía: lo apolíneo y lo dionisíaco, la voluntad de poder, el superhombre, etc.

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Sobre sí mismo:

-La desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera.

- Mi tarea de preparar a la humanidad un instante de suprema autognosis,  un gran mediodía en el que mire hacia atrás y hacia delante, en el que se sustraiga al dominio del azar y de los sacerdotes.

-Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo monstruoso, de una crisis como jamás la hubo antes en la Tierra.

-Yo no soy un hombre, soy dinamita.

-Yo soy el primero que ha descubierto la verdad, debido a que he sido el primero en sentir —en oler— la mentira como mentira.

-Yo soy, con mucho, el hombre más terrible que ha existido hasta ahora; esto no excluye que yo seré el más benéfico.

- Yo soy el primer inmoralista, por ello soy el aniquilador par excellence.

-Yo soy un discípulo del filósofo Dioniso, preferiría ser un sátiro antes que un santo.

-En mi recuerdo falta el que yo me haya esforzado alguna vez, no es posible detectar en mi vida rasgo alguno de lucha, yo soy la antítesis de una naturaleza heroica.

-No quiero volverme distinto. Pero así he vivido siempre. No he tenido ningún deseo. ¡Soy alguien que, habiendo cumplido ya los cuarenta y cuatro años, puede decir que no se ha esforzado jamás por poseer honores, mujeres, dinero!

-Un día fui catedrático de Universidad —nunca había pensado ni de lejos en cosa semejante, pues entonces apenas tenía yo veinticuatro años.

He producido sencillamente, sin pausa, cosas de primera categoría, que ningún hombre volverá a hacer después de mí.

- Una cosa soy yo, otra cosa son mis escritos.

- Yo soy el antiasno par excellence y, por lo tanto, un monstruo en la historia del mundo; yo soy, dicho en griego, y no sólo en griego, el anticristo.

-Tengo derecho a considerarme el primer filósofo trágico, es decir, la máxima antítesis y el máximo antípoda de un filósofo pesimista.

- Mi listeza es haber sido muchas cosas y en muchos lugares, para poder llegar a ser una única cosa.

- ¿Quién, antes de mí, ha sido entre los filósofos psicólogo y no más bien lo contrario de éste, “farsante superior”, “idealista”?

-Antes de mí no ha habido en absoluto sicología. Ser en esto el primero puede ser una maldición, es en todo caso un destino: pues se es también el primero en despreciar. La náusea por el hombre es mi peligro.

-Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte.

- Yo necesito soledad, quiero decir, curación, retorno a mí mismo, respirar un aire libre, ligero y juguetón. Todo mi Zaratustra es un ditirambo a la soledad o, si se me ha entendido, a la pureza...

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Pensamientos:

-El hombre del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que poder odiar a sus amigos.

- La palabra más grosera, la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.

- Yo sólo ataco causas que triunfan.

- Una cosa es el espantoso silencio que se oye alrededor.

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Salud y enfermedad:

-El estar enfermo puede constituir incluso un enérgico estimulante para vivir, para más-vivir. Así es como de hecho se me presenta ahora aquel largo período de enfermedad: por así decirlo, descubrí de nuevo la vida, y a mí mismo incluido, saboreé todas las cosas buenas e incluso las cosas pequeñas como no es fácil que otros puedan saborearlas; convertí mi voluntad de salud, de vida, en mi filosofía.

- La enfermedad me ha forzado a razonar, a reflexionar sobre la razón que hay en la realidad.

-La enfermedad fue lo que me condujo a la razón.

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Religión:

La  “religión” de Buda es mejor calificarla de higiene, para no mezclarla con casos tan deplorables con el cristianismo. Buda dice: “no se pone fin a la enemistad con la enemistad, sino con la amistad”; esto se encuentra al comienzo de la enseñanza de Buda; así no habla la moral, así habla la fisiología.

-El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, aún menos como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente.

-Chiste de ateísta, un chiste que precisamente yo habría podido hacer: “La única disculpa de Dios es que no existe”.

 - ¿Cuál ha sido hasta ahora la máxima objeción contra la existencia? Dios.

-Las religiones son asuntos de la plebe, yo siento la necesidad de lavarme las manos después de haber estado en contacto con personas religiosas.

No quiero ser un santo, antes prefiero ser un bufón.

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Comidas y bebidas:

¡ La mejor cocina es la del Piamonte!

 -Yo soy adversario, por experiencia, del régimen vegetariano.

-Una comida fuerte es más fácil de digerir que una demasiado pequeña.

-Las bebidas alcohólicas me resultan perjudiciales; un solo vaso de vino o de cerveza al día basta para hacer de mi vida un “valle de lágrimas”. 

-No sabría aconsejar nunca con bastante seriedad la completa abstención de bebidas alcohólicas a todas las naturalezas de espiritualidad superior . El agua basta.

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Escritura y movimiento:

-Escribir en una sola vigilia nocturna una larga disertación latina y además copiarla en limpio, poniendo en la pluma la ambición de imitar en rigor y concisión a mi modelo Salustio, y derramar sobre mi latín un poco de grog del mayor calibre, esto era algo que, ya cuando yo era alumno de la venerable Escuela de Pforta, no estaba reñido en absoluto con mi fisiología.

-Estar sentado el menor tiempo posible; no dar crédito a ningún pensamiento que no haya nacido al aire libre y pudiendo nosotros movernos con libertad, a ningún pensamiento en el cual no celebren una fiesta también los músculos.

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Lecturas:

-En mi caso toda lectura forma parte de mis recreaciones: en consecuencia, forma parte de aquello que me libera a mí de mí, que me permite ir a pasear por ciencias y almas extrañas, cosa que yo no tomo ya en serio.

- La lectura me recrea precisamente de mi seriedad.

-En épocas de profundo trabajo no se ve libro alguno cerca de mí; me guardaría bien de dejar hablar y aún menos pensar a alguien cerca de mí. Y esto es lo que significaría, en efecto, leer.

- El docto, que en el fondo no hace ya otra cosa que revolver libros —el filólogo corriente, unos doscientos al día—, acaba por perder íntegra y totalmente la capacidad de pensar por cuenta propia. Si no revuelve libros, no piensa.

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Sobre sus libros:

-Que en mis escritos habla un psicólogo sin igual, tal vez sea ésta la primera conclusión a que llega un buen lector, un lector como yo lo merezco, que me lea como los buenos filólogos de otros tiempos leían a   su Horacio.

-Abismos en los que todavía no se ha extraviado pie ninguno. Se me ha dicho que no es posible dejar de la mano un libro mío, que yo perturbo aun el reposo nocturno

-Tomar en las manos un libro mío me parece una de las más raras distinciones que alguien puede concederse, supongo incluso que para hacerlo se quitará los guantes, para no hablar de las botas.

El nacimiento de la tragedia:

-Para ser justos con El nacimiento de la tragedia (1872) será necesario olvidar algunas cosas. Ha influido e incluso fascinado por lo que tenía de errado, por su aplicación al wagnerismo, como si éste fuese un síntoma de ascensión.

Humano demasiado humano:

- Humano, demasiado humano es el monumento de una crisis. Dice de sí mismo que es un libro para espíritus libres: casi cada una de sus frases expresa una victoria —con él me liberé de lo que no pertenecía a mi naturaleza.

Aurora:

-Pensamientos sobre la moral como prejuicio

-Con este libro empieza mi campaña contra la moral. No es que huela lo más mínimo a pólvora: en él se percibirán olores completamente distintos   y mucho más amables, suponiendo que se tenga alguna finura en la nariz.

La gaya ciencia:

-Aurora es un libro que dice sí, un libro profundo, pero luminoso y benévolo. Eso mismo puede afirmarse también, y en grado sumo, de La gaya ciencia

Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie:

-Cuando en una ocasión el doctor Heinrich von Stein se quejó honestamente de no entender una palabra de mi Zaratustra, le dije que me parecía natural: haber comprendido seis frases de ese libro, es decir, haberlas vivido, eleva a los mortales a un nivel superior a aquel que los hombres “modernos “podrían alcanzar.

 

Más allá del bien y del mal:

-Este libro (1886) es en todo lo esencial una crítica de la modernidad, no excluidas las ciencias modernas, las artes modernas, ni siquiera la política moderna, y ofrece a la vez indicaciones de un tipo antitético que es lo menos moderno posible, un tipo aristocrático, un tipo que dice sí. En este último sentido el libro es una escuela del gentilhomme (gentilhombre), entendido este concepto de manera más espiritual y más radical de lo que nunca hasta ahora lo ha sido.

Genealogía de la moral:

-Los tres tratados de que se compone esta Genealogía son acaso,  en punto a expresión, intención y arte de la sorpresa, lo más inquietante que hasta el momento se ha escrito.

-Dioniso es también, como se sabe, el dios de las tinieblas. Siempre hay un comienzo que debe inducir a error, un comienzo frío, científico, incluso irónico, intencionadamente situado en primer plano, intencionadamente demorado.

es la sicología del cristianismo: el nacimiento del cristianismo del espíritu del resentimiento.

- El segundo tratado ofrece la sicología de la conciencia: ésta no es, como se cree de ordinario,

“la voz de Dios en el hombre”, es el instinto de la crueldad, que revierte hacia atrás cuando ya no puede seguir desahogándose hacia fuera. La crueldad, descubierta aquí por vez primera como uno de los más antiguos trasfondos de la cultura, con el que no es posible dejar de contar.

-El tercer tratado da respuesta a la pregunta de dónde procede el enorme poder del ideal ascético, del ideal sacerdotal, a pesar de ser éste el ideal nocivo par excellence, una voluntad de final, un ideal de décadence. Respuesta: no porque Dios esté actuando detrás de los sacerdotes, como se cree de ordinario, sino faute de mieux [a falta de algo mejor], porque ha sido hasta ahora el único ideal, porque no ha tenido ningún competidor.

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 El crepúsculo de los ídolos. Cómo se filosofa con el martillo:

-Este escrito, que no llega siquiera a las ciento cincuenta páginas, de tono alegre y fatal, un demón que ríe, obra de tan pocos días que vacilo en decir su número, es la excepción en absoluto entre libros: no hay nada más sustancioso, más independiente, más demoledor, más malvado. Si alguien quiere formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí, todo se hallaba cabeza abajo, empiece por este escrito. Lo que en el título se denomina ídolo es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad. Crepúsculo de los ídolos, dicho claramente: la vieja verdad se acerca a su final.

 

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Aclaratoria de algunos conceptos:

-¿Se me ha entendido? No he dicho aquí ni una palabra que no hubiese dicho hace ya cinco años por boca de Zaratustra. El descubrimiento de la moral cristiana es un acontecimiento que no tiene igual, una verdadera catástrofe.

-Todo lo que hasta ahora se llamó «verdad» ha sido reconocido como la forma más nociva, más pérfida, más subterránea de la mentira; el sagrado pretexto de “mejorar” a la humanidad, reconocido como el ardid para chupar la sangre a la vida misma, para volverla anémica. Moral como vampirismo.

 

 -Quien descubre la moral ha descubierto también el no-valor de todos los valores en que se cree o se ha creído; no ve ya algo venerable en los tipos de hombre más venerados e incluso proclamados santos, ve en ellos la más fatal especie de engendros, fatales porque han fascinado.

-¡El concepto “Dios”, inventado como concepto antitético de la vida en ese concepto, concentrado en horrorosa unidad todo lo nocivo, envenenador, difamador, ¡la entera hostilidad a muerte contra la vida!

-¡El concepto “más allá”, “mundo verdadero”, inventado para desvalorizar el único mundo que existe para no dejar a nuestra realidad terrenal ninguna meta, ninguna razón, ninguna tarea!

-¡El concepto “alma”, “espíritu”, y por fin incluso “alma inmortal”, fue inventado para despreciar el cuerpo, para hacerlo enfermar —hacerlo “santo”—, para contraponer una ligereza horripilante a todas las cosas que merecen seriedad en la vida, a las cuestiones de alimentación, vivienda, dieta espiritual, tratamiento de los enfermos, limpieza, clima!

-¡En lugar de la salud, la “salvación del alma” es decir, una folie circulaire (locura circular) entre convulsiones de penitencia e histerias de redención!

- ¡El concepto “pecado” fue inventado, juntamente con el correspondiente instrumento de tortura!

- El concepto “voluntad libre”, para extraviar los instintos, ¡para convertir en una segunda naturaleza    la    desconfianza    frente    a    ellos!

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Conclusión:

¿Se me ha comprendido? —Dioniso contra el Crucificado.

 

 

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