FILOSOFÍA

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jueves, 25 de diciembre de 2025

WU WEI

 

WU WEI

 


 

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Wu wei  es un concepto de la antigua filosofía china que literalmente significa no actuar o no hacer , interpretado y traducido de diversas maneras como falta de acción , inacción o acción sin esfuerzo

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En el taoísmo , denota la naturaleza del Dao , lo que significa que si bien el Dao (el camino, sendero o flujo de la naturaleza) es la fuente de toda existencia y manifestación de todos los fenómenos, su esencia intrínseca sin forma es que actúa o se mueve de una manera silenciosa, invisible, inefable, a menudo desapercibida, que incluso puede parecer inmóvil y sin esfuerzo. En consecuencia, los taoístas aspiran a vivir sus vidas en consonancia con ese estado armonioso de actividad fluida y sin esfuerzo. En un contexto político, también se refiere a una forma ideal o principio de gobierno espontáneo y no agresivo.

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Wu wei aparece como una idea ya en el período de Primavera y Otoño , con ejemplos literarios tempranos en el Clásico de la poesía .  Se convirtió en un concepto importante en las Analectas confucianas , vinculando una ética confuciana de moralidad práctica a un estado del ser que armoniza la intención y la acción.  Se convertiría en un concepto central en el arte de gobernar legalista y el taoísmo , en el taoísmo como un concepto que enfatiza la alineación con el Dao natural en acciones e intenciones, evitando la fuerza o la prisa contra el orden natural.

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El sinólogo Jean François Billeter describe el wu-wei como un "estado de perfecto conocimiento (comprensión) de la coexistencia de la situación y el perceptor, de perfecta eficacia y de la realización de una perfecta economía de energía".

(Wikipedia)

domingo, 14 de diciembre de 2025

"La vejez natural es debilidad, pero la vejez espiritual es su madurez perfecta"

 

 

Hegel, el filósofo indispensable: "La vejez natural es debilidad, pero la vejez espiritual es su madurez perfecta"






Hegel, uno de los grandes pensadores, nos invita a hacer una segunda lectura de nuestra propia vida. La vida interior no tiene que hundirse al mismo ritmo que el cuerpo se deteriora. Al contrario, en la madurez alcanza su plenitud.

 

Pablo Cubí del Amo

Periodista especializado en actualidad, bienestar y estilo de vida

 

 

12 de diciembre de 2025 · 20:00

Hegel

Si te hablan de Hegel, quizá pienses en tomos imposibles, frases interminables y una fama de filósofo duro. Hegel no es un autor fácil, eso no lo va a negar nadie. Sin embargo, en medio de toda esa maquinaria conceptual, hay también reflexiones sencillas e inspiradoras.

Entrar a fondo en la obra de este filósofo alemán, figura clave del idealismo, no es tarea de este artículo. Pero vamos a abordar una de sus grandes obsesiones, el espíritu, porque nos da consejos muy útiles de crecimiento personal.

 

No es el espíritu entendido como espectro o alma, sino como la suma de nuestra vida consciente, nuestra cultura y nuestra historia. Es decir, vamos a hablar de quiénes somos en verdad. Para él, el espíritu tiene infancia, juventud, madurez y vejez. Es como el cuerpo. Pero funciona a un ritmo muy diferente.

 

Hegel y la historia del hombre

Por aportar una pincelada histórica, diremos que Hegel, que vivió la revolución francesa, las guerras napoleónicas y la reorganización de Europa, se hizo famoso por aportar la idea de conflicto a la filosofía.

 

Su manera de entender la realidad como un proceso: nada está quieto, todo se mueve dialécticamente, a través de conflictos y superaciones. La famosa idea de dualidad hegeliana.

 

Respecto al espíritu del hombre, el geist alemán, plantea que es una entidad que va creciendo en nosotros, pero no en la misma forma que lo hace el cuerpo. Es al contrario.

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Thich Nhat Hanh, filósofo y maestro budista: “Para ser feliz tienes que dejar de culpar a los demás de lo que te pasa".

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"La vejez natural es debilidad, pero la vejez espiritual es su madurez perfecta", nos dice. Esta frase, que se ha hecho célebre, procede de Lecciones sobre la filosofía de la historia. No es una obra escrita por él en sí, sino que son apuntes que recogieron estudiantes y que se publicaron tras su muerte.

 

Hegel lo utilizaba para hablar de historia. Creía que el momento del mundo germánico-cristiano, en el que vivía, había llegado por fin a su plenitud. Tras guerras e imperios, el hombre ata cabos y se entiende mejor a sí mismo.

 

La sabiduría que hay en la vejez

Si lo traducimos a lenguaje de ahora, Hegel nos está diciendo que el cuerpo envejece y se debilita. Eso es inevitable: tenemos menos energía, nos duelen las articulaciones, perdemos vista. Nada de eso tiene por qué pasar en la “vejez de espíritu”.

 

En la vejez podemos encontrar los momentos de mayor lucidez, cuando todo lo vivido encaja de otra manera. Todos vamos acumulando años, cicatrices, cambios de opinión.

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Qué quería decir el filósofo David Hume al afirmar: "La razón debe ser esclava de las pasiones"

 

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La idea hegeliana sugiere que ahí puede haber algo más que desgaste: la posibilidad de una segunda lectura de nuestra propia vida, más serena, más integrada, menos esclava del “tengo que demostrar cosas”.

 

Lo importante no es solo cuánto aguanta el cuerpo, sino qué haces con todo lo que has vivido. Puedes alcanzar una comprensión más honda de todo el camino recorrido.

 

Europa como reserva moral

Vamos al sentido original de la frase. Hay que recordar que Hegel nos hablaba desde la historia. Hegel decía que también las sociedades tienen edad. El filósofo hacía su análisis para explicar una vieja Europa en declive. ¿Te suena actual la definición?

 

Sin embargo, esa Europa podía haber llegado a su apogeo “espiritual”, es decir, moral. La historia no le dio la razón. Europa volvió a caer en guerras fratricidas. Pero hoy nos vuelve a apelar. ¿Es esta “vieja Europa” el último baluarte de la moral, de los derechos humanos, de la democracia? Somos lo que Ghandi en India.

 

Francesc Miralles: "La mayoría de nuestras preocupaciones son fantasías dolorosas sobre lo que podría pasar"

Francesc Miralles

 

Cuando discutimos sobre si Europa o todo Occidente está en decadencia, repetimos el debate hegeliano. Para él, las culturas pasan por fases: entusiasmo juvenil, rigidez imperial, crisis… La cuestión es si ese ocaso es pura ruina o puede ser una oportunidad para volverse más consciente y más libre.

 

Solo la misma Historia podrá contestar con el tiempo si somos mejores que imperialismos, dirigentes dictatoriales y el poder del más fuerte. O, por el contrario, nuestro espíritu colectivo de democracia y respeto a los derechos humanos era una hipocresía y nuestra moral no es mejor que la de otros pueblos.

 

Cómo aplicar esa “vejez espiritual”

Pero vamos a pensar de una manera más práctica y personal en la frase de Hegel. Si seguimos saliendo del siglo XIX y lo miramos desde hoy, el mensaje se puede leer casi como un consejo vital:

 

No todo declive es pura pérdida. Hegel nos apunta que hay etapas en las que, desde fuera, todo parece “a la baja”, pero que pueden ser también momentos de claridad. La pregunta no es solo “cuánto aguantamos”, sino “qué hemos aprendido”.

Madurar no es repetir la juventud con canas. La “vejez espiritual” no consiste en intentar ser eternamente joven, sino en integrar la propia historia, con sus fracasos, culpas y decisiones. Hegel diría que el espíritu madura cuando no huye de sus contradicciones, sino que las asume y las transforma.

Quedémonos con estas ideas. Y en cuanto a la historia, apliquémonos en votar en conciencia a quien creamos que representan mejor esos valores morales de Europa.

domingo, 7 de diciembre de 2025

LA FELICIDAD

 

LA FELICIDAD SEGÚN VARIOS FILÓSOFOS.

 

Celia Pérez León

Redactora especializada en estilo de vida, bienestar y cultura

 


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Los grandes filósofos de la historia coinciden sobre dónde hallar la felicidad: “Es imposible encontrarla en ningún otro lugar”

La filosofía puede orientarnos en un mundo en el que poseemos pocas certezas, en especial si hablamos de aquellos grandes filósofos que han acompañado a la humanidad a lo largo de toda la historia. Y una de sus mayores lecciones es un mapa emocional que nos conduce hacia la felicidad.

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Cuando uno estudia filosofía se encuentra con una revelación curiosa. En lugares distintos del mundo, casi al mismo tiempo, personas muy diferentes llegaban a conclusiones similares sobre la felicidad. Incluso la sabiduría oriental y la filosofía occidental, que tanto se ha insistido académicamente en separar, encuentran puntos comunes.

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Lo descubrimos, por ejemplo, al estudiar a Buda y a Aristóteles. O a Confucio y Epicteto. Separados por siglos y kilómetros, sin un acceso a internet que los conectase, sus ideas acaban viéndose entrelazadas en la historia.

Cuando esto sucede, es fácil llegar a la conclusión de que algo especial se esconde en sus enseñanzas. Son lecciones transversales, que sobreviven al tiempo y al espacio, y que se revelan ante aquellos que se atreven a reflexionar, a aceptar la verdad y a mirar el mundo sin contarse mentiras. Son esas certezas, esas lecciones ancestrales, las que en este presente tan incierto pueden guiarnos hacia la felicidad.

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Una de esas grandes lecciones, con la que comenzamos este viaje y que abarca todas las enseñanzas que podemos extraer de otros tantos filósofos, nos la dejó Schopenhauer. El filósofo del pesimismo nos dijo: "Es difícil encontrar la felicidad dentro de uno mismo, pero es imposible encontrarla en ningún otro lugar". Así, este viaje a través de la filosofía es, en cierta medida, un viaje hacia el centro de uno mismo. 

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Reflexionar sobre la felicidad, su origen, forma y definición ha sido tarea de la filosofía desde el comienzo de los tiempos. Ya Confucio, en el siglo VI a.C., nos dejó algunos proverbios y frases que adivinan lo que otros confirmaron con el tiempo. La felicidad no es una emoción temporal, no es como la alegría, fugaz e intensa. Es algo más profundo, algo imperecedero que se instala en aquel que aprende a buscarla en los lugares indicados. El resultado de una actitud correcta ante las circunstancias.

Y es que, si la felicidad debe ser imperecedera, no puede depender jamás de aquello que permanece ajeno a nuestro control. La felicidad, por tanto, nos pertenece, y depende de nuestra actitud ante la vida.

 

“Solo puede ser feliz siempre, aquel que sabe ser feliz con todo”, escribió el pensador chino. Con esta sencillez puso sobre la mesa uno de los debates eternos de la humanidad, y que sin duda ha acabado corroborándose en el presente.

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Si Confucio nos advertía que la felicidad se reserva en exclusiva para aquel que sabe ser feliz con todo, Epicteto, nacido casi 500 años después, daba un giro nuevo a la idea. “No pretendas que las cosas sucedan como tú quieres, desea que sucedan como suceden y serás feliz”, dijo el filósofo latino.

 

La clave no es, por tanto, contentarse con lo que sucede, sino amar al destino. ‘Amor fati’, esa fue una de las grandes lecciones de los estoicos.

Estos pensadores nos advertían que, en realidad, no conocemos el futuro. No podemos saber si lo que hoy nos parece trágico, mañana acabará convirtiéndose en motivo de alegría. Y en cualquier caso, incluso en la más compleja de las circunstancias, contamos siempre con nuestra actitud para salir adelante. Podemos convertir las adversidades en lecciones, saliendo así fortalecidos.

 

La lección de Epicteto para hallar la felicidad es, por tanto, aprender a amar el destino. Aceptarlo, suceda lo que suceda, creyendo firmemente que era lo mejor que podía suceder.

Para poder aplicarnos en la enseñanza de Epicteto debemos vencer a uno de los grandes enemigos de la felicidad, según todos los grandes pensadores de la historia: el deseo. Nuestros deseos nos alejan de esa actitud estoica que acepta sin más las circunstancias, y que nos recomendaban los dos pensadores mencionados.

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Este giro lo introduce, por ejemplo, Jean-Paul Sartre, filósofo existencialista, en alguno de sus estudios. “La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”, sentencia el pensador.

 

Su mensaje era potente. Somos esclavos de nuestras heridas y de nuestro deseo, en tanto no seamos conscientes de que impulsan nuestras acciones. Esta toma de conciencia, reconocer que nuestra voluntad puede verse sometida a nuestra emocionalidad, nos permite liberarnos. Y la forma de hacerlo es comprender que todo aquello que haces y crees aborrecer, es en realidad una elección libre.

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La última lección vital de Oscar Wilde: "La humildad es lo último que me queda y el mejor descubrimiento. El punto de partida de un camino nuevo"

Así, ir a trabajar puede ser algo que no te apetezca, algo que no obedece a tu deseo. Pero eres consciente de los beneficios que te reporta a largo plazo dicha acción, y de esa manera, sometes al deseo y te haces libre. Puedes dejar de decir “tengo que ir a trabajar” y puedes empezar a decir “quiero ir a trabajar”. Porque comprender que tu voluntad es superior al deseo, y sabes que eres responsable de tu propia felicidad.

 

Sobre la teoría, los filósofos occidentales son grandes maestros. Sobre la práctica, nada como el budismo para aprender a conectar. Y es que todo lo que nos presentan los anteriores pensadores nos lleva a un punto común, que comienza a dibujarse como ese espacio imaginario en el que se esconde la felicidad: el presente.

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“El momento presente está lleno de alegría y felicidad, pero no lo ves porque no estás atento”, escribe el maestro budista Thich Nhat Hanh al respecto. Aceptar el presente, amar el destino, tomar valor de nuestras acciones… Todo ello nos lleva directos hacia una verdad poderosa: la felicidad se encuentra siempre en el presente.

 

Es la meditación, la práctica contemplativa, la que nos permite conectar con el presente en toda su extensión. Y así descubriremos que la felicidad está en el placer de compartir y experimentar, poniendo los cinco sentidos en ello.

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Sobre esta práctica contemplativa nos habla también Byung-Chul Han, a quien podemos considerar ya como uno de los grandes filósofos de la historia. En su Vida contemplativa, el pensador arremete contra otra gran filósofa del pasado, Hannah Arendt. “La felicidad no tiene que ver con una vida activa, como decía Hannah Arendt, tiene que ver con una vida contemplativa”, sentencia el surcoreano.

 

La vida contemplativa es para Byung-Chul Han una forma de revolución silenciosa en el presente. En un mundo sobresaturado de acción, información y exigencias, para huir del deseo y de la cultura del “sí puedo”, que nos vuelve esclavos de la productividad, el pensador nos propone volver a la contemplación.

 

La contemplación es ese tiempo libre de exigencias, ese espacio en el que los minutos suceden sin que nada los ocupe. Y podría ser el verdadero secreto para conectar con el presente, para tener el tiempo de tomar conciencia de nuestras acciones, para amar el destino y, por supuesto, ubicarnos en ese espacio de aceptación total en el que Confucio afirmaba que podemos ser felices para siempre.

sábado, 25 de octubre de 2025

JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ:CULTIVADOR DE LA FILOSOFÍA Y LAS ARTES.

 

JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ:CULTIVADOR DE LA FILOSOFÍA Y LAS ARTES.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra




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Afirmaba José Gregorio Hernández que la cultura espiritual es más necesaria que la cultura intelectual, y explicaba: “Todo hombre puede vivir sin conocimientos humanos, pero es muy posible que le desaliente la vida si carece de los rudimentos que le expliquen las razones de su existencia”.

Hernández otorgaba gran importancia a la filosofía: “Ningún hombre puede vivir sin tener una filosofía. La filosofía es indispensable para el hombre, bien se trate de la vida sensitiva, de la vida moral, y en particular de la vida intelectual”.

 

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 JGH Cultivaba también el estudio de las diferentes artes, gusto que le viene desde muy niño.  “No jugaba como los otros de su edad, tocaba bien el piano y leía a Plutarco y a Kempis”, escribió Juan de Dios Villegas en 1919. Durante su estadía en París, en los tiempos, durante el postgrado, de ocio, tocaba el violín y asistía a los conciertos. Luego, al regresar al país, solía tocar el piano de en vez en cuando. Antes de ese periodo, en Isnotú, se dedicó a la pintura e hizo varios cuadros.

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 Sus ideas sobre filosofía y estética las recogió en el libro “Elementos de filosofía”, publicado en 1912. Por ese motivo, Arturo Ayala escribió: “Cuando lo suponíamos con la vista fija en la lente del microscopio para arrancarle los signos característicos de nuestras entidades patológicas, lo vemos ascender en majestuoso vuelo a las serenas regiones de la filosofía, y en sintético lenguaje con independencia de criterio que lo honra y revela al hombre de ciencia, aborda los más abstrusos problemas filosóficos”.

Fray Andrés Mesanza dijo que el texto no contenía la dialéctica, pero no era escolástico, en cambio, lo consideraba católico.

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 Ya que tocamos la religión es bueno hablar de su posición firme, clara y honrada con respecto al origen de la vida. Era un tema que no podía eludir como investigador y al cual supo responder con elegancia, argumentando principios, filosóficos, científicos y religiosos.

 JGH estudió en París con el profesor Mathías Duval, evolucionista difusor de las ideas de Darwin. Imperaba en Europa, en esa época, el positivismo de Augusto Comte, y en Venezuela esas nuevas corrientes del pensamiento filosófico eran difundidas por Adolfo Ernst, Rafael Villavicencio y Luis Razetti.

 

 Se estableció una polémica en el país sobre el origen de la vida. Hernández intervino con la siguiente posición: “Hay dos opiniones para explicar la aparición de los seres en el universo: el creacionismo y el evolucionismo. Yo soy creacionista”. No podía reaccionar de otra manera un hombre con una sólida formación cristiana como la suya. Sin embargo, como investigador era un evolucionista que aceptaba el desarrollo de los procesos biológicos. Esta convicción se desprende de sus razonamientos posteriores: “La segunda hipótesis es la teoría de la evolución universal, o aplicada especialmente al hombre, la doctrina de la descendencia. Hipótesis mucho más admirable desde el punto de vista científico, es decir que tomando en consideración los hechos observados hoy, explica mejor el encadenamiento de los seres vivos que pueblan el mundo, su desarrollo embriológico, la existencia de ellos de órganos rudimentarios, la unidad de estructura y la unidad funcional de los órganos homólogos; y puede armonizarse perfectamente con la revelación”.  ¡Admirable ! El Vaticano, a través de su Academia de Ciencias, adoptó ese criterio en los años ochenta del siglo pasado.

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Sobre “Elementos de filosofía” de José Gregorio Hernández,  el Dr. Dominici expresó: “No he leído libro alguno de más terso estilo ni que penetre más espléndidamente en el corazón”.

 

  En Elementos de filosofía las definiciones son certeras, precisas. Citamos algunas entre muchas:

1-      La filosofía es el estudio racional del alma, del mundo, de Dios y de sus relaciones.

2-      El sentimiento estético es desinteresado, universal y necesario.

3-      La poesía es de todas las artes la más excelsa ,es el arte divino. Nada escapa a su jurisdicción; ella expresa en grado sublime la belleza toda, la belleza natural, la intelectual y la moral. Su instrumento, que es la palabra, es lo más bello que hay en el universo después del hombre. La poesía penetra en el fondo del alma humana, pone en movimiento todas sus actividades, y la engrandece, porque satisface todas sus aspiraciones artísticas.

4-      La música tiene el misterioso poder de expresar uno a uno todos los sentimientos, todas las pasiones que se anidan en el corazón del hombre; su lenguaje es entendido por todos en la expresión sentimental, y alcanza el supremo esplendor en la belleza, al expresar su sentimiento religioso.

5-      La pintura, aunque silenciosa, expresa elocuentemente la belleza; su jurisdicción no es solamente la belleza sensible, sino que por medio de ella se levanta hasta la belleza intelectual y moral. Una obra maestra de pintura es semejante a un poema; contemplándola el alma experimenta grandes emociones que engendran el verdadero éxtasis estético.

 

De esta importante obra filosófica de Hernández , Pedro Pablo Bartola dijo: “Su estilo es propio , terso y expresivo dentro de una encantadora sencillez de formas y de vocabulario.”

 

 Sobre Hernández y su actividad en general, Monseñor Antonio Ramón Silva escribió: “Filósofo eximio, poseía extensos conocimientos en ciencias y artes”.

 

 https://www.calameo.com/read/00710218322679d4b5f9b

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 24 de septiembre de 2025

FUNDAMENTOS DE LA FILOSOFÍA. UNIVERSIDAD I KANT.

 


IA Y FILOSOFÍA.

 

PENSAR EN LA ÉPOCA DE LA IA.

Javier Ors.La Razón

Creada: 21.09.2025 03:17





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Distintos pensadores, Irene Ortiz, Paco Calvo y Javier Rueda, los tres participantes del Festival de las Ideas, reflexionan sobre el impacto de la inteligencia artificial en la filosofía y el pensamiento, y exponen las ventajas y también los peligros que entraña

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La irrupción de la inteligencia artificial modificará el trabajo, la sociedad, la cultura, la ciencia y las humanidades, y abre nuevas y apremiantes interrogantes: ¿Cómo modificará su llegada al pensamiento? ¿Influirá en la manera de percibir el mundo a nuestro alrededor? ¿Alterará nuestros hábitos? ¿Cambiará la manera que tenemos de relacionarnos? ¿Redistribuirá los espacios de las ciudades de una manera distinta a las que conocemos actualmente? ¿Cómo repercutirá la tecnología de algoritmos en todas estas cuestiones?

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Varios pensadores, que participan en las jornadas del Festival de las Ideas en Madrid, reflexionan sobre estas preguntas y tratan de aportar al debate un punto de vista alejado de tremendismos, optimismos o pesimismos galopantes. Paco Calvo, autor de «Planta Sapiens» (Seix Barral), se aleja de miradas negativas y recapacita sobre cómo la inteligencia artificial puede contribuir a abrir nuevos caminos en la filosofía. «La IA puede abrir nuevas formas de pensar porque nos ayuda a superar el viejo modelo del ‘‘folio en blanco’’ en el que parecía que había que empezar siempre desde cero. En este nuevo escenario, las ideas que surgen dependen de cómo planteamos nuestras preguntas y de cómo guiamos el intercambio. Así dejamos de ser solo autores aislados y asumimos también el papel de editores de un pensamiento compartido, que se enriquece con este diálogo continuo». En el mismo sentido avanza el sociólogo Javier Rueda, autor de «Utopías de barra de bar», publicado por la editorial ¿Es posible?, cuando explica que «en el mundo de la producción científica existen unos estándares sobre los textos. A día de hoy, la IA contribuye al desarrollo de estos artículos y a la evaluación de ellos por parte de revistas y, en la cuestión creativa, ayuda a comenzar a pensar, a darle la vuelta a un asunto, aunque lo que te proponga en un inicio resulte insuficiente o no aporte nada».

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Pensamiento repetitivo

 

Pero él también llama la atención sobre una importante cuestión: «Las propias lógicas productivas y del pensamiento que construyan textos sin intervención humana; en el momento en que se logra un pensamiento repetitivo de un canon, que reproduce todo y no crea conocimiento nuevo, esto sería negativo. Ahora hay herramientas que resumen el conocimiento. Pero no es lo mismo que te reduzcan el argumento de “La colmena”, de Cela, a leer “La colmena”. No es lo mismo. En el momento en que para construir conocimiento se acuda al resumen de lo anterior, esto conducirá al empobrecimiento y a cierta miseria intelectual».

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La filósofa Irene Ortiz, autora de «El mito de la ciudadanía», pone, antes que nada, un punto esencial para el debate: «Usamos el término inteligencia, pero eso no es pensar en el mismo sentido de razonar que tiene el ser humano. Trazaría una distinción clara entre una máquina que procesa información y la expone, y el razonamiento del ser humano. Más que la IA, más que tenerla, tiene sentido pensarla, qué desafío representa para el ser humano, pero tampoco debería suponer un gran temor».

 

La pensadora expone una importante objeción: «El problema es pensar que solo hay una respuesta para nuestras preguntas y que esa respuesta es la de la IA. Cuando formamos grupos diferentes de personas, obtenemos siempre distintas contestaciones para una misma pregunta. Esto ofrece un amplio abanico de posibilidades. Ahí aprendemos a discernir cuáles son las más razonables, cuáles nos seducen y a diferenciar entre unas y otras. El problema de la IA es creer que sus respuestas son las únicas correctas, desestimando el resto del abanico de respuestas y, esto es crucial, sin tener en cuenta el razonamiento de esa IA. Por eso me preocupa qué compañías están detrás de ellas, porque eso va a priorizar unas respuestas sobre otras».

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Gran parte de la filosofía es saber hacer preguntas. Las interrogantes son casi más importantes que las contestaciones que se obtengan. Por eso, Paco Calvo, sobre este asunto, considera que «es un error plantear nuestra sociedad con el término de “sociedad de las respuestas’’. Lo que ofrecen las IAs generativas no son respuestas cerradas, sino la posibilidad de entablar un diálogo continuo. Si la filosofía siempre se ha basado en hacer preguntas, seguirá siéndolo también ahora. Todo depende de cómo formulemos esas preguntas y cómo orientemos la interacción. Al fin y al cabo, ¿qué es el llamado prompt engineering sino el arte de preguntar bien?».

 

Por eso, matiza: «El riesgo no está en la IA, sino en quien decida pasarse el día hablándole solo a un ordenador. Eso sería como culpar al ábaco porque alguien en el siglo XIX no hacía otra cosa que mover bolitas. El problema no es la herramienta, sino el uso que se haga de ella».

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Proceso de aceleración

Irene Ortiz repara en otro asunto que va parejo: la velocidad. «La rapidez de esta sociedad nos obliga a tener las respuestas ahora, y este proceso de aceleración, a la hora de hacer filosofía, tiene consecuencias. No sé qué opciones de tiempo tiene la gente, al salir del trabajo, para pararse a pensar y dedicar un rato a las preguntas de las que se ha ocupado la filosofía a lo largo de los siglos. Eso puede ser un problema, pero tengo la esperanza de que el ser humano encontrará siempre espacios, porque es una forma inherente de hacerse preguntas, como la pregunta por el sentido de la vida, que estará ahí, siempre, en cada momento, pero es cierto que disponer de menos tiempo afecta a esa reflexión pausada». En este debate coincide Paco Calvo, que aprecia que «no nos engañemos: los grandes temas de la filosofía no caducan. Desde que el mundo es mundo, seguimos girando en torno a las mismas preguntas esenciales: el amor y la muerte. Todo lo demás son variaciones sobre ese mismo fondo».

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Javier Rueda remarca otras cuestiones relevantes. «Lo que puede ser peligroso de una herramienta como la IA son los caminos que establece, porque estaría marcando cuáles son los caminos que vamos a recorrer. Modelos de lenguaje como este es reconstruir lo que se ha escrito, redactado o pensado. La IA regurgita lo que hay. Es un Reader’s Digest de concentración. Cuando vas por un campo y ves hierba crecida, eliges el camino donde está caída. Con la IA pasa eso: conforma un camino único».

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El principal escollo, para él, descansa en «este pisar fuerte sobre el mismo camino, que genera la imposibilidad de crear caminos alternativos. Es necesario pensar más fuera de la IA, para no aletargar la imaginación, más la imaginación que la inteligencia, y, cuando estemos dentro, a lo mejor deberíamos mirar caminos que no sean el único, sobre todo en los campos del arte, que es donde deberían crearse cosas diferentes». Para Javier Rueda, esto tiene una consecuencia que va más allá y que se traduce en algo tan físico y al alcance de todos como es la ciudad y la manera de relacionarnos. «Es un tema y tiene una primera traducción importante. Herramientas como Google Maps ya están transformando el espacio público a partir del diseño. Si le preguntamos cómo debe ser a una IA, esta responderá con unas soluciones que, a fuerza de repetirlas, se impondrán como una normalización. Esta lógica normalizadora fomentaría que un centro urbano correcto, una periferia o el entorno de un río, deba responder a unos elementos estéticos: calles adoquinadas, una zona de uso infantil, una fuente y una zona para terrazas. Y, fíjate, cada vez más nos parecemos a eso».

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Pero para el sociólogo hay más: esto influirá en que, como los algoritmos buscan las afinidades, las posibilidades de encuentros aleatorios se reducirán y la gente que pertenezca a un mismo estatus social, unos mismos intereses o unas mismas pautas tenderá a concentrarse en lugares determinados: la oportunidad de toparte con personas de distinta procedencia, pensamiento, clase o conciencia se reducirá. «La filosofía es el arte de cómo formular las preguntas. Si no tenemos esta manera de preguntar, las respuestas de la IA serán fáciles. Cuando las preguntas se simplifican hasta la banalización, las respuestas son de corte de pensamiento mágico. Una buena pregunta nos llevará siempre a buen sitio, pero si no se plantea así, la respuesta será una porquería. Aparte de que hoy la información es tan excesiva, que lo importante no es solo la verdad, sino discernir el trigo de la paja». O, como sostiene Paco Calvo, «la IA no resuelve problemas por nosotros, pero nos obliga a hacer mejores preguntas. Y de la calidad de las preguntas depende siempre nuestra capacidad de pensar».

jueves, 4 de septiembre de 2025

VOLTAIRE

 

BIOGRAFÍA DE VOLTAIRE (1981)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 


 

 

 

En la biografía de Voltaire (1694’1778)   escrita por Haydn Mason se describe su definición sobre la historia y sus aportes a la misma.

Su verdadero nombre era François-Marie Arouet, y no era ateo, como piensan mucho, sino deísta. Su lucha contra la iglesia se relacionaba con la intolerancia. Voltaire aprendió la filosofía de la vida a través de sus lecturas, escritos y viajes.

Voltaire inventó la leyenda de la manzana de Newton.

1

Para saber dónde comienza la ignorancia  hay que tener gran ciencia.

2

Comía con frugalidad y bebía vino de Tokay.

3

Mis tres diosas son la virtud, el estudio y la alegría.

4

La vida termina imitando al arte.

5

He encontrado pocos hombres y muchos libros.

6

Siempre se puede aprender algo de un canalla. (Federico el Grande sobre Voltaire).

7

No puedo vivir contigo ni sin ti (Marcial, poeta romano).

8

La salvación está en el cultivo del propio jardín.

9

La naturaleza de una bella pasión dominante es muy duradera.

10

La literatura alimenta el alma, la corrige y la consuela.

11

Soy tan feliz, queme siento avergonzado.

12

Feliz es el que vive tranquilo al borde de su lago, lejos del trono, lejos de la envidia.

13

La guerra es un laberinto del que solo se puede escapar saltando sobre cadáveres.

14

La vida de los filósofos es mejor que la de los reyes.

15

Nunca se conseguirá una revolución con veinte volúmenes in folio; el peligro vendrá de los libros pequeños de bajo precio. Si el evangelio hubiera costado 1.200 sestercios, nunca hubiera triunfado la religión cristiana.

16

Hay que hacer de la muerte un arte.

17

Muero adorando a Dios, amando a mis amigos, sin odio hacia mis enemigos, aborreciendo la superstición.

18

Dejadme morir en paz, le dijo a unos curas que le pedían arrepentirse.

19

La historia exige el mismo arte de la tragedia, con una exposición, un nudo y un desenlace.

 

sábado, 31 de mayo de 2025

EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO.

 

EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO (1998)


 

 

ERMG

 

Esta novela es una biografía ficticia de Cristo y de La Sagrada Familia. El punto central es que José pudo haber salvado a muchos niños si hubiese comunicado la información que tenía sobre el plan para asesinar a los niños a otras familias. De esa manera hubiese podido evitar la masacre de Los Inocentes , planificada por Herodes.

El conocimiento de ese hecho marca a Jesús con un sentimiento de culpa trágica.

Jesús es presentado con todos los defectos que acompañan a cualquier humano y con sus mismas pasiones: es amante de María Magdalena.

 

FRASES .

1

Quizá los sueños son recuerdos que el alma tiene del cuerpo.

2

El alma no está presente en el cuerpo que duerme.

3

El espejo y los sueños son cosas semejantes, es como la imagen del hombre ante sí mismo.

4

José, María y el burro han venido atravesando el desierto, que desierto no es aquello que vulgarmente se piensa, desierto es toda ausencia de hombres, aunque no debamos olvidar que no es raro encontrar desiertos y secarrales de muerte en medio de multitudes.

5

Como siempre desde que el mundo es mundo, por cada uno que nace hay otro que agoniza

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Mil veces la experiencia ha demostrado, incluso en personas no particularmente dadas a la reflexión, que la mejor manera de llegar a una buena idea es ir dejando que fluya el pensamiento al sabor de sus propios azares e inclinaciones, pero vigilándolo con una atención que conviene que parezca distraída, como si se estuviera pensando en otra cosa y de repente salta uno sobre el inadvertido hallazgo como un tigre sobre la presa.

7

A un espíritu volteriano, irónico e irrespetuoso, aunque nada original, no le escaparía la ocasión de observar que, vistas las cosas, parece que es condición para el mantenimiento de la pureza en el mundo que existan en él animales inocentes, sean tórtolas o corderos.

8

Los niños se parecen a los viejos: lloran por cualquier cosa.

9

La vida es una sentencia. La muerte es una justicia.

10

Los pies no perciben nada, el conocimiento es propio de las manos, cuando tú adoras a Dios no levantas los pies hacia él, sino las manos, aunque podrías levantar cualquier parte del cuerpo, hasta lo que tienes entre las piernas, si no eres un eunuco.

PÁRRAFOS

1

EL ACTO SEXUAL DE JOSÉ Y MARÍA.

María, acostada boca arriba, estaba despierta y atenta, miraba fijamente un punto ante ella y parecía esperar. Sin pronunciar palabra, José se acercó y apartó lentamente la sábana que la cubría. Ella desvió los ojos, alzó un poco la parte inferior de la túnica, pero sólo acabó de alzarla hacia arriba, a la altura del vientre, cuando él ya se inclinaba y procedía del mismo modo con su propia túnica y María, a su vez, abría las piernas, o las había abierto durante el sueño y de este modo las mantuvo, por inusitada indolencia matinal o por presentimientos de mujer casada que conoce sus deberes.

 

Dios, que está en todas partes, estaba allí, pero, siendo lo que es, un puro espíritu, no podía ver cómo la piel de uno tocaba la piel del otro, cómo la carne de él penetró en la carne de ella, creadas una y otra para eso mismo y, probablemente, no se encontraría allí cuando la simiente sagrada de José se derramó en el sagrado interior de María, sagrados ambos por ser la fuente y la copa de la vida, en verdad hay cosas que el mismo Dios no entiende, aunque las haya creado.

Habiendo pues salido al patio, Dios no pudo oír el sonido agónico, como un estertor, que salió de la boca del varón en el instante de la crisis, y menos aún el levísimo gemido que la mujer no fue capaz de reprimir. Sólo un minuto, o quizá no tanto, reposó José sobre el cuerpo de María.

2

REMORDIMIENTOS

Dijo el ángel, Un hombre bueno que ha cometido un crimen, no imaginas cuántos hombres buenos lo han hecho antes que él, porque los crímenes de los hombres buenos no tienen número y, al contrario de lo que se piensa, son los únicos que no pueden ser perdonados.

Dijo María, Qué crimen ha cometido mi marido. Dijo el ángel, Tú lo sabes, no quieras ser tan criminal como él. Dijo María, Juro. Dijo el ángel, No jures, o, si no, jura si quieres, que un juramento pronunciado ante mí es como un soplo de viento que no sabe adónde va. Dijo María, Qué hemos hecho nosotros. Dijo el ángel, Fue la crueldad de Herodes la que hizo desenvainar los puñales, pero vuestro egoísmo y cobardía fueron las cuerdas que ataron los pies y las manos de las víctimas. Dijo María, Qué podía hacer yo. Dijo el ángel, Tú, nada, que lo supiste demasiado tarde, pero el carpintero podía haberlo hecho todo, avisar a la aldea de que venían de camino los soldados para matar a los niños, había tiempo suficiente para que los padres se los llevaran y huyesen, podían, por ejemplo, ir a esconderse en el desierto, huir a Egipto, a la espera de que muriese Herodes, que poco le falta ya. Dijo María, No se le ocurrió. Dijo el ángel, No, no se le ocurrió, pero eso no es disculpa. Dijo María, llorando, tú, que eres un ángel, perdónalo. Dijo el ángel, No soy ángel de perdones. Dijo María, perdónalo. Dijo el ángel, Ya te he dicho que no hay perdón para este crimen, antes sería perdonado Herodes que tu marido, antes se perdonará a un traidor que a un renegado.

3

EL PASTOR LE ACONSEJA RECURRIR AL BESTIALISMO EN CASO DE NECESIDAD EXTREMA.

Pastor movió lentamente la cabeza y dijo, En otras palabras, tu Dios es el único guardián de una prisión donde el único preso es tu Dios.

Todavía el último eco de la terrible afirmación vibraba en los oídos de Jesús cuando Pastor, ahora en tono de falsa naturalidad, volvió a hablar, Escoge una oveja, dijo, Qué, preguntó Jesús desorientado, Te digo que escojas una oveja, a no ser que prefieras una cabra, Para qué, Vas a necesitarla, si realmente no eres un eunuco. La comprensión alcanzó al muchacho con la fuerza de un puñetazo.

Peor, sin embargo, fue el vértigo de una horrible voluptuosidad que del ahogo de la vergüenza y de la repugnancia en un instante emergió y prevaleció. Se tapó la cara con las manos y dijo con voz ronca, {ésta es la palabra del Señor, Si un hombre se une a un animal, será castigado con la muerte y mataréis al animal, también dijo, Maldito el que peca con un animal cualquiera, Dijo todo eso tu Señor, Sí, y yo te digo que te apartes de mí, abominación, criatura que no eres de Dios, sino del Diablo.

 

Pastor oyó y no se movió, como si diera tiempo a que las airadas palabras de Jesús causaran todo su efecto, fuese el que fuese, terror de rayo, corrosión de lepra, muerte súbita del cuerpo y del alma.

Nada aconteció. Un viento sopló entre las piedras, levantó una nube de polvo que atravesó el desierto y después nada, el silencio, el universo callado contemplando a los hombres y a los animales, tal vez a la espera, él mismo, de saber qué sentido le atribuyen, o le encuentran, o le reconocen unos y otros, y en esa espera consumiéndose, ya rodeado de cenizas el fuego primordial, mientras la respuesta se busca y tarda, De pronto, Pastor levantó los brazos y clamó, con estentórea voz, dirigiéndose al rebaño, Oíd, oíd, ovejas que ahí estáis, oíd lo que nos viene a enseñar este sabio muchacho, que no es lícito fornicaros, Dios no lo permite, podéis estar tranquilas, pero trasquilaros, sí, maltrataros, sí, mataros, sí, y comeros, pues para eso os crió su ley y os mantiene su providencia.

4

AMOR CARNAL

Con tantos movimientos y observaciones, acabó María de Magdala de vendar el dolorido pie de Jesús, rematando con una sólida y pertinente atadura, Ya está, dijo ella, Cómo puedo agradecértelo, preguntó Jesús, y por primera vez sus ojos tocaron los ojos de ella, negros, brillantes como azabache, de donde fluía, como agua que sobre agua corriera, una especie de voluptuosa veladura que alcanzó de lleno el cuerpo secreto de Jesús. La mujer no respondió de inmediato, lo miraba, a su vez, como valorándolo, comprobando qué clase de hombre era, que de dineros ya se veía que no andaba bien provisto el pobre mozo, al fin dijo, Guárdame en tu recuerdo, nada más, y Jesús, No olvidaré tu bondad, y luego, llenándose de ánimo, No te olvidaré, Por qué, sonrió la mujer, Porque eres hermosa, Pues no me conociste en los tiempos de mi belleza, te conozco en la belleza de ahora. Se apagó la sonrisa de ella, Sabes quién soy, qué hago, de qué vivo, Lo sé, Sólo tuviste que mirarme y ya lo supiste todo, No sé nada, Que soy prostituta, Eso sí lo sé, Que me acuesto con los hombres por dinero, Sí, Eso es lo que te decía, que lo sabes todo de mí, Sólo sé eso. La mujer se sentó a su lado, le pasó suavemente la mano por la cabeza, le tocó la boca con la punta de los dedos, Si quieres agradecérmelo, quédate este día conmigo, NoNo puedo, Por qué, No tengo con qué pagarte, Gran novedad esa, No te rías de mí, Tal vez no lo creas, pero más fácilmente me reiría de un hombre que llevara bien llena la bolsa, No es sólo cuestión de dinero, Qué es, entonces. Jesús se calló y volvió la cara hacia el otro lado. Ella no lo ayudó, podía haberle preguntado, Eres virgen, pero se mantuvo callada, a la espera. Se hizo un silencio tan denso y profundo que parecía que sólo los dos corazones sonaban, más fuerte y rápido el de él, el de ella inquieto con su propia agitación. Jesús dijo, Tus cabellos son como un rebaño de cabras bajando por las laderas de las montañas de Galad. La mujer sonrió y permaneció callada. Después Jesús dijo, Tus ojos son como las fuentes de Hesebon, junto a la puerta de Bat-Rabin. La mujer sonrió de nuevo, pero no habló.

Entonces volvió Jesús lentamente el rostro hacia ella y le dijo, No conozco mujer. María le tomó las manos, Así tenemos que empezar todos, hombres que no conocían mujer, mujeres que no conocían hombre, un día el que sabía enseñó, el que no sabía aprendió, Quieres enseñarme tú, Para que tengas otro motivo de gratitud, Así nunca acabaré de agradecerte, Y yo nunca acabaré de enseñarte.

 

 

María se levantó, fue a cerrar la puerta del patio, pero primero colgó cualquier cosa por el lado de fuera, señal que sería de entendimiento para los clientes que vinieran por ella, de que había cerrado su puerta porque llegó la hora de cantar, Levántate, viento del norte, ven tú, viento del mediodía, sopla en mi jardín para que se dispersen sus aromas, entre mi amado en su jardín y coma de sus deliciosos frutos. Luego, juntos, Jesús amparado, como antes hiciera, en el hombro de María, prostituta de Magdala que lo curó y lo va a recibir en su cama, entraron en la casa, en la penumbra propicia de un cuarto fresco y limpio.

La cama no es aquella rústica estera tendida en el suelo, con un cobertor pardo encima que Jesús siempre vio en casa de sus padres mientras allí vivió, éste es un verdadero lecho como aquel del que alguien dijo, Adorné mi cama con cobertores, con colchas bordadas de lino de Egipto, perfumé mi lecho con mirra, aloes y cinamomo. María de Magdala llevó a Jesús hasta un lugar junto al horno, donde era el suelo de ladrillo, y allí, rechazando el auxilio de él, con sus manos lo desnudó y lavó, a veces tocándole el cuerpo, aquí y aquí, y aquí, con las puntas de los dedos, besándolo levemente en el pecho y en los muslos, de un lado y del otro. Estos roces delicados hacían estremecer a Jesús, las uñas de la mujer le causaban escalofríos cuando le recorrían la piel, No tengas miedo, dijo María de Magdala.

Lo secó y lo llevó de la mano hasta la cama, Acuéstate, vuelvo en seguida. Hizo correr un paño en una cuerda, nuevos rumores de agua se oyeron, después una pausa, el aire de repente pareció perfumado y María de Magdala apareció, desnuda. Desnudo estaba también Jesús, como ella lo dejó, el muchacho pensó que así era justo, tapar el cuerpo que ella descubriera habría sido como una ofensa. María se detuvo al lado de la cama, lo miró con una expresión que era, al mismo tiempo, ardiente y suave, y dijo, Eres hermoso, pero para ser perfecto tienes que abrir los ojos. Dudando los abrió Jesús, e inmediatamente los cerró, deslumbrado, volvió a abrirlos y en ese instante supo lo que en verdad querían decir aquellas palabras del rey Salomón, Las curvas de tus caderas son como joyas, tu ombligo es una copa redondeada llena de vino perfumado, tu vientre es un monte de trigo cercado de lirios, tus dos senos son como dos hijos gemelos de una gacela, pero lo supo aún mejor, y definitivamente, cuando María se acostó a su lado y, tomándole las manos, acercándoselas, las pasó lentamente por todo su cuerpo, cabellos y rostro, el cuello, los hombros, los senos, que dulcemente comprimió, el vientre, el ombligo, el pubis, donde se demoró, enredando y desenredando los dedos, la redondez de los muslos suaves, y mientras esto hacía, iba diciendo en voz baja, casi en susurro, Aprende, aprende mi cuerpo. Jesús miraba sus propias manos, que María sostenía, y deseaba tenerlas sueltas para que pudieran ir a buscar, libres, cada una de aquellas partes, pero ella continuaba, una vez más, otra aún, y decía, Aprende mi cuerpo, aprende mi cuerpo, Jesús respiraba precipitadamente, pero hubo un momento en que pareció sofocarse, eso fue cuando las manos de ella, la izquierda colocada sobre la frente, la derecha en los tobillos, iniciaron una lenta caricia, una en dirección a la otra, ambas atraídas hacia el mismo punto central, donde, una vez llegadas, no se detuvieron más que un instante, para regresar con la misma lentitud al punto deAhora María de Magdala le enseñaba, Aprende de mi cuerpo, y repetía, pero de otra manera, cambiándole una palabra, Aprende tu cuerpo, y él lo tenía ahí, su cuerpo, tenso, duro, erecto, y sobre él estaba, desnuda y magnífica, María de Magdala, que decía, Calma, no te preocupes, no te muevas, déjame a mí, entonces sintió que una parte de su cuerpo, esa, se había hundido en el cuerpo de ella, que un anillo de fuego lo envolvía, yendo y viniendo, que un estremecimiento lo sacudía por dentro, como un pez agitándose, y que de súbito se escapaba gritando, imposible, no puede ser, los peces no gritan, él, sí, era él quien gritaba, al mismo tiempo que María, gimiendo, dejaba caer su cuerpo sobre el de él, yendo a beberle en la boca el grito, en un ávido y ansioso beso que desencadenó en el cuerpo de Jesús un segundo e interminable estremecimiento. Durante todo el día nadie llamó a la puerta de María de Magdala. Durante todo el día, María de Magdala sirvió y enseñó al muchacho de Nazaret que, sin conocerla ni para bien ni para mal, llegó hasta su puerta pidiéndole que lo aliviara de los dolores y curase de las llagas que, pero eso no lo sabía ella, nacieron de otro encuentro, en el desierto, con Dios. Dios le dijo a Jesús, A partir de hoy me perteneces por la sangre, el Demonio, si lo era, lo despreció, No aprendiste nada, vete, y María de Magdala, con los senos cubiertos de sudor, el pelo suelto que parecía echar humo, la boca túmida, ojos como de agua negra, No te unirás a mí por lo que te enseñé, pero quédate esta noche conmigo. Y Jesús, sobre ella, respondió, Lo que me enseñas no es prisión, es libertad. Durmieron juntos, pero no sólo aquella noche.

 

CANTAR DE LOS CANTARES

Cuando despertaron alta ya la mañana, y después de que, una vez más, sus cuerpos se buscaran y se hallaran, María miró la herida del pie de Jesús, Tiene mejor aspecto, pero todavía no deberías irte a tu tierra, te va a dañar el camino con ese polvo, No puedo quedarme, y si tú misma dices que estoy mejor, Puedes quedarte, el caso es que quieras, en cuanto a la puerta del patio, va a estar cerrada todo el tiempo que lo deseemos, Tu vida, Mi vida, ahora, eres tú, Por qué, Te responderé con palabras del rey Salomón, mi amado metió su mano en la abertura de la puerta y mi corazón se estremeció, Y cómo puedo ser yo tu amado si no me conoces, si soy sólo alguien que vino a pedirte ayuda y de quien tuviste pena, pena de mis dolores y de mi ignorancia, Por eso te amo, porque te he ayudado y te he enseñado, pero tú no podrás amarme a mí, pues no me enseñaste ni me ayudaste, No tienes ninguna herida, La encontrarás si la buscas, Qué herida es, Esa puerta abierta por donde entraban otros y mi amado no, Dijiste que soy tu amado, Por eso se cerró la puerta después de que tú entraras, No sé qué puedo enseñarte, a no ser lo que de ti he aprendido, Enséñame también eso, para saber cómo es aprenderlo de ti, No podemos vivir juntos, Quieres decir que no puedes vivir con una prostituta, Sí, Mientras estés conmigo, no seré una prostituta, no lo soy desde que aquí entraste, en tus manos está el que siga siéndolo o no, Me pides demasiado, Nada que no puedas darme por un día, dos días, el tiempo que tu pie tarde en curarse, para que después se abra otra vez mi