EL
ÁRBOL DE LA CIENCIA
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
En
“El árbol de la ciencia” (1911) del médico y escritor español Pío Baroja y
Nessi (1872-1956) se habla de la España del siglo XIX, sus pueblos, su gente,
de la medicina y la filosofía, ente muchos otros temas interesantes. La obra se
ha considerado autobiográfica en parte y por eso podemos saber cómo era la
enseñanza médica y cuáles eran las corrientes filosóficas en boga de aquella
época. Andrés Hurtado es el héroe de la novela. Aquí se habla de su vida desde que
empezó a estudiar medicina y a ejercer la profesión en la provincia(Alcolea del
Campo). Se comentan algunos casos clínicos y la poca camaradería entre los
médicos por la competencia relacionada con los pacientes o clientes. Hurtado
busca su lugar en la vida y lo encuentra en el amor familiar; sin embargo, un
evento adverso le hace reaccionar de acuerdo a la filosofía pesimista que
profesa y se suicida.
Párrafos
y frases:
Filosofía:
1
La
palabrería de Letamendi produjo en Andrés un deseo de asomarse al mundo filosófico
y con este objeto compró en unas ediciones económicas los libros de Kant, de Fichte
y de Schopenhauer.
2
Leyó
primero “La Ciencia del Conocimiento”, de Fichte, y no pudo enterarse de nada.
Sacó la impresión de que el mismo traductor no había comprendido lo que traducía;
después comenzó la lectura de “Parerga y Paralipómena”, y le pareció un libro casi
ameno, en parte cándido, y le divirtió más de lo que suponía. Por último,
intentó descifrar “La crítica de la razón pura”. Veía que con un esfuerzo de
atención podía seguir el razonamiento del autor como quien sigue el desarrollo
de un teorema matemático; pero le pareció demasiado esfuerzo para su cerebro y
dejó Kant para más adelante, y siguió leyendo a Schopenhauer, que tenía para él
el atractivo de ser un consejero chusco y divertido.
3
El
verano, durante las vacaciones, Andrés leyó en la Biblioteca Nacional algunos libros
filosóficos nuevos de los profesores franceses e italianos y le sorprendieron.
La mayoría de estos libros no tenían más que el título sugestivo; lo demás era
una eterna divagación acerca de métodos y clasificaciones.
4
Viendo
que no le gustaban los libros modernos volvió a emprender con la obra de Kant,
y leyó entera con grandes trabajos la “Crítica de la razón pura”.
5
La
vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los
unos a los otros.
6
Ante
la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno, o la
abstención y la contemplación indiferente de todo, o la acción limitándose a un
círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el quijotismo contra una
anomalía; pero tenerlo contra una regla general, es absurdo.
7
La
vida es una cacería horrible.
8
Andrés
pudo comprobar que el pesimismo y el optimismo son resultados orgánicos como
las buenas o las malas digestiones.
9
-Yo
busco una filosofía que sea primeramente una cosmogonía, una hipótesis racional
de la formación del mundo; después, una explicación biológica del origen de la vida
y del hombre.
—¿Y
en dónde has ido a buscar esa síntesis?
—Pues
en Kant, y en Schopenhauer, sobre todo.
—Mal
camino —repuso Iturrioz—; lee a los ingleses; la ciencia en ellos va envuelta en
sentido práctico. No leas esos metafísicos alemanes; su filosofía es como un
alcohol que emborracha y no alimenta. ¿Conoces el “Leviatán” de Hobbes?
10
Uno
tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no
tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse.
¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte
que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el
caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en
un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al
menos aquí, y creo que, en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores
como compensación a la esterilidad emocional de la existencia.
11
La
antigua filosofía nos daba la magnífica fachada de un palacio; detrás de
aquella magnificencia no había salas espléndidas, ni lugares de delicias, sino
mazmorras oscuras. Ése es el mérito sobresaliente de Kant; él vio que todas las
maravillas descritas por los filósofos eran fantasías, espejismos; vio que las
galerías magníficas no llevaban a ninguna parte.
12
Kant
prueba que son indemostrables los dos postulados más trascendentales de las
religiones y de los sistemas filosóficos: Dios y la libertad. Y lo terrible es
que prueba que son indemostrables a pesar suyo.
13
El
universo no tiene comienzo en el tiempo ni límite en el espacio; todo está
sometido al encadenamiento de causas y efectos; ya no hay causa primera; la
idea de causa primera, como ha dicho Schopenhauer, es la idea de un trozo de
madera hecho de hierro.
14
Después
de Kant el mundo es ciego; ya no puede haber ni libertad ni justicia, sino
fuerzas que obran por un principio de causalidad en los dominios del espacio y
del tiempo. Y esto tan grave no es todo; hay además otra cosa que se desprende
por primera vez claramente de la filosofía de Kant, y es que el mundo no tiene
realidad; es que ese espacio y ese tiempo y ese principio de causalidad no
existen fuera de nosotros tal como nosotros los vemos, que pueden ser distintos,
que pueden no existir...
15
Antes
para mí era una gran pena considerar el infinito del espacio; creer el mundo
inacabable me producía una gran impresión; pensar que al día siguiente de mi
muerte el espacio y el tiempo seguirían existiendo me entristecía, y eso que
consideraba que mi vida no es una cosa envidiable; pero cuando llegué a
comprender que la idea del espacio y del tiempo son necesidades de nuestro
espíritu, pero que no tienen realidad; cuando me convencí por Kant que el espacio
y el tiempo no significan nada, por lo menos que la idea que tenemos de ellos puede
no existir fuera de nosotros, me tranquilicé. Para mí es un consuelo pensar que,
así como nuestra retina produce los colores, nuestro cerebro produce las ideas
de tiempo, de espacio y de causalidad.
16
-Acabado
nuestro cerebro, se acabó el mundo. Ya no sigue el tiempo, ya no sigue el espacio,
ya no hay encadenamiento de causas. Se acabó la comedia, pero definitivamente.
-Podemos
suponer que un tiempo y un espacio sigan para los demás.
-¿Pero
eso qué importa si no es el nuestro, que es el único real?
17
—¿De
manera que no hay verdad?
—Sí;
el acuerdo de todas las inteligencias en una misma cosa es lo que llamamos verdad.
Fuera de los axiomas lógicos y matemáticos, en los cuales no se puede suponer que
no haya unanimidad, en lo demás todas las verdades tienen como condición el ser
unánimes.
—¿Entonces
son verdades porque son unánimes? —preguntó Iturrioz.
—No,
son unánimes, porque son verdades.
18
Sabemos
que nuestro conocimiento es una relación imperfecta entre las cosas exteriores
y nuestro yo; pero como esa relación es constante, en su tanto de imperfección,
no le quita ningún valor a la relación entre una cosa y otra.
19
El
encadenamiento de causas y efectos es la ciencia. Si ese encadenamiento no
existiera, ya no habría asidero ninguno; todo podría ser verdad.
20
La
ciencia nos da la descripción de una falange de este mamut, que se llama
universo; la filosofía nos quiere dar la hipótesis racional de cómo puede ser
este mamut.
21
La
ciencia valora los datos de la observación; relaciona las diversas ciencias
particulares, que son como islas exploradas en el océano de lo desconocido,
levanta puentes de paso entre unas y otras, de manera que en su conjunto tengan
cierta unidad. Claro que estos puentes no pueden ser más que hipótesis,
teorías, aproximaciones a la verdad.
22
La
ciencia es la única construcción fuerte de la humanidad. Contra ese bloque
científico del determinismo, afirmado ya por los griegos, ¿cuántas olas no han
roto? Religiones, morales, utopías; hoy todas esas pequeñas supercherías del
pragmatismo y de las ideas-fuerzas..., y, sin embargo, el bloque continúa
inconmovible, y la ciencia no sólo arrolla estos obstáculos, sino que los aprovecha
para perfeccionarse.
23
Hay
la esperanza de que la verdad, aun la que hoy es inútil, pueda ser útil mañana.
24
La
verdad en bloque es mala para la vida. Esa anomalía de la naturaleza que se
llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira.
25
La
voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En
el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear.
Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer
se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando
el instinto de vivir languidece.
26
El
hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida
para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque
no le conviene. Está dentro de una alucinación.
27
Don
Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un símbolo de la
afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas cuerdas que
le rodean, vive más y con más intensidad que los otros. El individuo o el pueblo
que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían
a los mortales. El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia
entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar
una verdad: la cantidad de mentira que es necesaria para la vida.
28
-Tú
habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles, el árbol de la
vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso,
frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la
ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste
-Kant
ha sido el gran destructor de la mentira greco-semítica. Él se encontró con
esos dos árboles bíblicos de que usted hablaba antes y fue apartando las ramas
del árbol de la vida que ahogaban al árbol de la ciencia. Tras él no queda, en
el mundo de las ideas, más que un camino estrecho y penoso: la Ciencia.
29
Kant
pide por misericordia que esa gruesa rama del árbol de la vida, que se llama
libertad, responsabilidad, derecho, descanse junto a las ramas del árbol de la
ciencia para dar perspectivas a la mirada del hombre. Schopenhauer, más
austero, más probo en su pensamiento, aparta esa rama, y la vida aparece como
una cosa oscura y ciega, potente y jugosa sin justicia, sin bondad, sin fin;
una corriente llevada por una fuerza “x”, que él llama voluntad y que, de
cuando en cuando, en medio de la materia organizada, produce un fenómeno
secundario, una fosforescencia cerebral, un reflejo, que es la inteligencia. Ya
se ve claro en estos dos principios vida y verdad, voluntad e inteligencia.
30
-Ya
debe haber filósofos y biófilos —dijo Iturrioz.
—¿Por
qué no? Filósofos y biófilos. En estas circunstancias el instinto vital, todo actividad
y confianza, se siente herido y tiene que reaccionar y reacciona. Los unos, la mayoría
literatos, ponen su optimismo en la vida, en la brutalidad de los instintos y cantan
la vida cruel, canalla, infame, la vida sin finalidad, sin objeto, sin
principios y sin moral, como una pantera en medio de una selva.
31
Contra
la tendencia agnóstica de un Du Bois-Reymond que afirmó que jamás el
entendimiento del hombre llegaría a conocer la mecánica del universo, están las
tendencias de Berthelot, de Metchnikoff, de Ramón y Cajal en España, que supone
que se puede llegar a averiguar el fin del hombre en la Tierra.
32
Al
cabo de un mes del nuevo régimen, Hurtado estaba mejor; la comida escasa y sólo
vegetal, el baño, el ejercicio al aire libre le iban haciendo un hombre sin
nervios. Ahora se sentía como divinizado por su ascetismo, libre; comenzaba a
vislumbrar ese estado de “ataraxia”, cantado por los epicúreos y los
pirronianos. Ya no experimentaba cólera por las cosas ni por las personas.
33
-
Yo
creo que la civilización le debe más al egoísmo que a todas las religiones y
utopías filantrópicas.
El egoísmo ha hecho el sendero, el camino, la calle, el ferrocarril, el barco, todo.
(Parece el discurso filosófico de la Rebelión de Atlas de Ayn Rand )
34
La
naturaleza es muy sabia. No se contenta sólo con dividir a los hombres en
felices y en desdichados, en ricos y pobres, sino que da al rico el espíritu de
la riqueza, y al pobre el espíritu de la miseria. Tú sabes cómo se hacen las
abejas obreros; se encierra a la larva en un alveolo pequeño y se le da una
alimentación deficiente. La larva ésta se desarrolla de una manera incompleta;
es una obrera, una proletaria, que tiene el espíritu del trabajo y de la
sumisión. Así sucede entre los hombres, entre el obrero y el militar, entre el
rico y el pobre.
35
El
que no tiene dinero paga su libertad con su cuerpo; es una onza de carne que
hay que dar, que lo mismo le pueden sacar a uno del brazo que del corazón.
(Clara referencia al Mercader de Venecia de Shakespeare),
36
Explicándose
como un filósofo, hubiera dicho que la sensación de conjunto de su cuerpo, la
“cenesthesia” era en aquel momento pasiva, tranquila, dulce. Su bienestar físico
le preparaba para ese estado de perfección y de equilibrio intelectual, que los
epicúreos y los estoicos griegos llamaron “ataraxia”, el paraíso del que no
cree.
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