LA
CONQUISTA DE LA FELICIDAD (1930)
Asi
empieza su libro Bertrand Russell: “He escrito este libro partiendo de
laconvicción de que muchas personas que son desdichadas podrían llegar a ser
felices si hacen un esfuerzo bien dirigido”.
Este
libro, de 190 páginas,a veces parece un tratado de filosofía; y otras, un
manual de autoayuda. En todo caso, me gustó mucho. Recibí un gran lección.
FRASES
Y PÁRRAFOS QUE ME GUSTARON
1
Las
causas de los diversos tipos de infelicidad se encuentran en parte en el
sistema social y en parte en la psicología individual.
2
¿De
qué serviría hacer rico a todo el mundo, si los ricos también son desgraciados?
3
En
la adolescencia, odiaba la vida y estaba continuamente al borde del suicidio, aunque
me salvó el deseo de aprender más matemáticas. Ahora, por el contrario,
disfruto de la vida; casi podría decir que cada año que pasa la disfruto más.
4
Con
los estados de ánimo no hay discusión posible; pueden cambiar debido a algún
suceso afortunado o a un cambio en nuestro estado corporal, pero no se pueden
cambiar mediante argumentos. Muchas veces he experimentado ese estado de ánimo
en que sientes que todo es vanidad; y no he salido de él mediante ninguna
filosofía, sino gracias a una necesidad imperiosa de acción.
5
Si
yo viviera eternamente, las alegrías de la vida acabarían inevitablemente
perdiendo su sabor.
6
El
aburrimiento no forma parte del destino natural del hombre, sino que se puede
evitar si ponemos suficiente empeño en buscar excitación.
7
Todos
los grandes libros contienen partes aburridas, y todas las grandes vidas han
incluido períodos sin ningún interés. Imaginemos a un moderno editor
estadounidense al que le presentan el Antiguo Testamento como si fuera un
manuscrito nuevo, que ve por primera vez. No es difícil imaginar cuáles serían
sus comentarios, por ejemplo, acerca de las genealogías. «Señor mío», diría, «a
este capítulo le falta garra. No esperará usted que los lectores se interesen
por una simple lista de nombres propios de personas de las que no se nos cuenta
casi nada. Reconozco que el comienzo de la historia tiene mucho estilo, y al
principio me impresionó favorablemente, pero se empeña usted demasiado en
contarlo todo.
Realce
los momentos importantes, quite lo superfluo y vuelva a traerme el manuscrito
cuando lo haya reducido a una extensión razonable». Eso diría el editor
moderno, sabiendo que el lector moderno teme aburrirse. Lo mismo diría de los
clásicos confucianos, del Corán, de El Capital de Marx y de todos los demás
libros consagrados que han vendido millones de ejemplares.
8
Todas
las mejores novelas contienen pasajes aburridos. Una novela que eche chispas
desde la primera página a la última seguramente no será muy buena novela.
9
Tampoco
las vidas de los grandes hombres han sido apasionantes, excepto en unos cuantos
grandes momentos. Sócrates disfrutaba de un banquete de vez en cuando y seguro
que se lo pasó muy bien con sus conversaciones mientras la cicuta le hacía
efecto, pero la mayor parte de su vida vivió tranquilamente con Xantipa, dando
un paseíto por la tarde y tal vez encontrándose con algunos amigos por el
camino. Se dice que Kant nunca se alejó más de quince kilómetros de Königsberg
en toda su vida. Darwin, después de dar la vuelta al mundo, se pasó el resto de
su vida en su casa. Marx, después de incitar a unas cuantas revoluciones,
decidió pasar el resto de sus días en el Museo Británico. En general, se
comprobará que la vida tranquila,es una característica de los grandes hombres,
y que sus placeres no fueron del tipo que parecería excitante a ojos ajenos. Ningún
gran logro es posible sin trabajo persistente, tan absorbente y difícil que
queda poca energía para las formas de diversión más fatigosas, exceptuando las
que sirven para recuperar la energía física durante los días de fiesta, cuyo
mejor ejemplo podría ser el alpinismo.
10
La
capacidad de soportar una vida más o menos monótona debe enseñarse en la
infancia.
11
El
ritmo de la vida de la tierra es lento; el otoño y el invierno son tan
imprescindibles como la primavera y el verano, el descanso es tan imprescindible
como el movimiento.
12
La
clase especial de aburrimiento que sufren las poblaciones urbanas modernas está
íntimamente relacionada con su separación de la vida en la tierra. Esto es lo
que hace que la vida esté llena de calor, polvo y sed, como una peregrinación
por el desierto.
13
A
ESTO LO LLAMO YO “EL SÍNDROME DE LA CARIÁTIDE”.
Uno
de los síntomas de la inminencia de una crisis nerviosa es creerse que el
trabajo de uno es terriblemente importante y que tomarse unas vacaciones
acarrearía toda clase de desastres. Si yo fuera médico, recetaría vacaciones a
todos los pacientesque consideraran muy importante su trabajo. La crisis
nerviosa que parece provocada por el trabajo se debe en realidad, en todos los
casos que he conocido personalmente, a algún problema emocional del que el
paciente intenta escapar por medio del trabajo. Se resiste a dejar de trabajar
porque, si lo hace, ya no tendrá nada que le distraiga de pensar en sus
desgracias, sean las que sean.
14
MÉTODO
DE ESCRITURA
Yo
he descubierto, por ejemplo, que si tengo que escribir sobre algún tema difícil,
el mejor plan consiste en pensar en ello con mucha intensidad —con la mayor
intensidad de la que soy capaz— durante unas cuantas horas o días, y al cabo de
ese tiempo dar la orden —por decirlo de algún modo— de que el trabajo continúe
en el subterráneo. Después de algunos meses, vuelvo conscientemente al tema y
descubro que el trabajo está hecho. Antes de descubrir esta técnica, solía
pasar los meses intermedios preocupándome porque no obtenía progresos. Esta
preocupación no me hacía llegar antes a la solución y los meses intermedios
eran meses perdidos, mientras que ahora puedo dedicarlos a otras actividades.
15
La
envidia es la base de la democracia. Heráclito afirma que habría que ahorcar a
todos los habitantes de Éfeso por haber dicho «ninguno de nosotros estará antes
que los demás». El movimiento democrático en los estados griegos debió de
inspirarse casi por completo en esta pasión. Y lo mismo se puede decir de la
democracia moderna.
16
La
modestia innecesaria tiene mucho que ver con la envidia. La modestia se
considera una virtud, pero personalmente dudo mucho de que, en sus formas más
extremas, se deba considerar tal cosa. La gente modesta necesita tener mucha
seguridad, y a menudo no se atreve a intentar tareas que es perfectamente capaz
de realizar. La gente modesta se cree eclipsada por las personas con que trata
habitualmente. En consecuencia, es especialmente propensa a la envidia y, por
la vía de la envidia, a la infelicidad y la mala voluntad.
17
ODIO
Y AMISTAD
¿Por
qué la propaganda es mucho más efectiva cuando incita al odio que cuando
intenta promover sentimientos amistosos? La razón, evidentemente, es que el
corazón humano, tal como lo ha moldeado la civilización moderna, es más
propenso al odio que a la amistad. Y es propenso al odio porque está
insatisfecho, porque siente en el fondo de su ser, tal vez incluso
subconscientemente, que de algún modo se le ha escapado el sentido de la vida,
que seguramente otros que no somos nosotros han acaparado las cosas buenas que
la naturaleza ofrece para disfrute de los hombres.
18
LA
MENTIRA
No
niego que hay demasiada mentira en el mundo, ni que todos estaríamos mejor si
aumentara la sinceridad, pero sí niego que, como creo que haría toda persona
razonable, mentir no esté justificado en ninguna circunstancia. Una vez,
paseando por el campo, vi un zorro cansado, al borde del agotamiento total,
pero que aún se esforzaba por seguir corriendo. Pocos minutos después vi a los
cazadores. Me preguntaron si había visto al zorro y yo dije que sí. Me preguntaron
por dónde había ido y yo les mentí. No creo que hubiera sido mejor persona si
les hubiera dicho la verdad.
19
Según
la ley de probabilidades, las diferentes personas queviven en una determinada
sociedad sufrirán, a lo largo de su vida, más o menos la misma cantidad de
malos tratos. Si una persona de cierto ambiente asegura ser víctima de un
maltrato universal, lo más probable es que la causa esté en ella misma, y que o
bien se imagina afrentas que en realidad no ha sufrido, o bien se comporta inconscientemente
de tal manera que provoca una irritación incontrolable.
20
Por
lo general, «hacer el bien» a la gente consiste en privarle de algún placer: la
bebida, el juego, la ociosidad o algo por el estilo. En este caso, hay un elemento
que es típico de gran parte de la moral social: la envidia que nos dan los que
están en posición de cometer pecados de los que nosotros tenemos que
abstenernos si queremos conservar el respeto de nuestros amigos. Los que votan,
por ejemplo, a favor de la prohibición de fumar (leyes así existen o han
existido en varios estados de Estados Unidos) son, evidentemente, no fumadores
para los que el placer que otros obtienen del tabaco es una fuente de dolor.
21
El
dramaturgo cuyas obras nunca tienen éxito debería considerar con calma la
hipótesis de que sus obras son malas; no debería rechazarla de antemano por ser
evidentemente insostenible. Si descubre que encaja con los hechos, debería
adoptarla, como haría un filósofo inductivo.
22
Si
un hombre es un genio a quien su época no quiere reconocer como tal, hará bien
en persistir en su camino aunque no reconozcan su mérito. Pero si se trata de
una persona sin talento, hinchada de vanidad, hará bien en no persistir. No hay
manera de saber a cuál de estas dos categorías pertenece uno cuando le domina el
impulso de crear obras maestras desconocidas. Si perteneces a la primera
categoría, tu persistencia es heroica; si perteneces a la segunda, es ridícula.
Cuando lleves muerto cien años, será posible saber a qué categoría pertenecías.
23
Si
usted sospecha que es un genio pero sus amigos sospechan que no lo es, existe
una prueba, que tal vez no sea infalible, y que consiste en lo siguiente:
¿produce usted porque siente la necesidad urgente de expresar ciertas ideas o sentimientos,
o lo hace motivado por el deseo de aplauso? En el auténtico artista, el deseo
de aplauso, aunque suele existir y ser muy fuerte, es secundario, en el sentido
de que el artista desea crear cierto tipo de obra y tiene la esperanza de que dicha
obra sea aplaudida, pero no alterará su estilo aunque no obtenga ningún
aplauso. En cambio, el hombre cuyo motivo primario es el deseo de aplauso
carece de una fuerza interior que le impulse a un modo particular de expresión,
y lo mismo podría hacer un tipo de trabajo totalmente diferenteEsta clase de
hombre, si no consigue que se aplauda su arte, lo mejor que podría hacer es
renunciar.
24
Reconocer
que nuestros méritos no son tan grandes como habíamos pensado puede ser muy
doloroso en un primer momento, pero es un dolor que pasa, y después vuelve a
ser posible vivir feliz.
25
Un
hombre inteligente que viva en una ciudad tan grande como Londres o Nueva York
casi siempre puede encontrar un entorno con el que congeniar, en el que no sea
necesario reprimirse ni portarse con hipocresía. Pero si su trabajo le obliga a
vivir en una población pequeña y, sobre todo, si necesita conservar el respeto
de la gente corriente, como ocurre por ejemplo con los médicos y abogados,
puede verse obligado durante casi toda su vida a ocultar sus verdaderos gustos
y convicciones a la mayoría de las personas con que trata a lo largo del día.
26
La
felicidad es más fácil si uno se relaciona con personas de gustos y opiniones
similares.
27
Yo,
por ejemplo, colecciono ríos: me produce placer haber bajado por el Volga y subido
por el Yangtsé, y lamento mucho no haber visto aún el Amazonas ni el Orinoco.
28
La
persona capaz de olvidar sus preocupaciones gracias a un interés genuino por, pongamos
por ejemplo, el Concilio de Trento o el ciclo vital de las estrellas,
descubrirá que al regresar de su excursión al mundo impersonal ha adquirido un
aplomo y una calma que le permiten afrontar sus problemas de la mejor manera, y
mientras tanto habrá experimentado una felicidad auténtica, aunque pasajera.
29
El
secreto de la felicidad es éste: que tus intereses sean lo más amplios posible
y que tus reacciones a las cosas y personas que te interesan sean, en la medida
de lo posible, amistosas y no hostiles.
30
Pensemos
en las diferentes cosas que pueden llamarnos la atención durante un paseo por el
campo. A uno le pueden interesar los pájaros, a otro la vegetación, a otro la
agricultura, a otro la geología, etc. Cualquiera de estas cosas es interesante
si a uno le interesa; y siendo iguales todas las demás condiciones, el hombre
interesado en cualquiera de ellas está mejor adaptado al mundo que el no
interesado.
31
En
todas estas diferentes situaciones, el hombre con entusiasmo por la vida tiene
ventaja sobre el hombre sin entusiasmo. Incluso las experiencias desagradables
le resultan útiles. Yo me alegro de haber olfateado una multitud china y una
aldea siciliana, aunque no puedo decir que experimentara mucho placer en el
momento. Los aventureros disfrutan con los naufragios, los motines, los
terremotos, los incendios y toda clase de experiencias desagradables, siempre
que no lleguen al extremo de perjudicar gravemente su salud. Si hay un terremoto,
por ejemplo, se dicen: «Vaya, de modo que así son los terremotos», y les
produce placer este nuevo añadido a su conocimiento del mundo.
32
Es
típico de la condición humana estar más dispuesta a conceder su afecto a
quienes menos lo solicitan.
33
El
adulto que desea tener una relación feliz con sus hijos o proporcionarles una
vida feliz debe reflexionar a fondo sobre la paternidad; y después de
reflexionar, debe actuar con inteligencia.
34
En
relación con los hijos, los sacrificios que tuvo que hacer para tenerlos están
tan presentes en su mente que es casi seguro que exija una recompensa mayor de
la que sería lógico esperar; y el constante hábito de atender a detalles
triviales la volverá quisquillosa y mezquina. Ésta es la más perniciosa de
todas las injusticias que tiene que sufrir: que precisamente por cumplir con su
deber para con su familia pierde el cariño de ésta, mientras que si no se
hubiera preocupado por ellos y hubiera seguido siendo alegre y encantadora,
probablemente la seguirían queriendo.
35
Es
probable que los esclavos odiaran a sus amos, aunque esto no era, ni mucho
menos, tan universal como la teoría democrática quiere hacernos creer. Pero
aunque odiaran a sus señores, los señores ni se enteraban, y en todo caso los
señores eran felices. Todo esto cambió con la aceptación general de la
democracia: los esclavos que antes se resignaban dejaron de resignarse; los
señores que antes no tenían ninguna duda acerca de sus derechos empezaron a
dudar y a sentirse inseguros.
36
El
cambio en las relaciones entre padres e hijos es un ejemplo particular de la
expansión general de la democracia. Los padres ya no están seguros de sus
derechos frente a sus hijos; los hijos ya no sienten que deban respeto a sus
padres. La virtud de la obediencia, que antes se exigía sin discusión, está pasada
de moda, y es justo que así sea.
37
Una
de las causas de infelicidad entre los intelectuales de nuestra época es que
muchos de ellos, sobre todo los que tienen talento literario, no encuentran
ocasión de ejercer su talento de manera independiente.
38
La
constancia en los propósitos no basta para hacerle a uno feliz, pero es una
condición casi indispensable para una vida feliz. Y la constancia en los
propósitos se encarna principalmente en el trabajo.
39
Ninguno
de nosotros va a estar mucho tiempo en este mundo, y cada uno, durante los pocos
años que dure su vida, tiene que aprender todo lo que va a saber sobre este
extraño planeta y su posición en el universo. Desaprovechar las oportunidades
de conocimiento, por imperfectas que sean, es como ir al teatro y no escuchar
la obra. El mundo está lleno de cosas, cosas trágicas o cómicas, heroicas, extravagantes
o sorprendentes, y los que no encuentran interés en el espectáculo están
renunciando a uno de los privilegios que nos ofrece la vida.
40
La
persona capaz de la grandeza de alma abrirá de par en par las ventanas de su
mente, dejando que penetren libremente en ella los vientos de todas las partes
del universo.
41
El
que no hace nada para distraer la mente y permite que sus preocupaciones
adquieran absoluto dominio sobre él, se porta como un insensato y pierde
capacidad para afrontar sus problemas cuando llegue el momento de actuar.
42
No
conviene dejarse hundir en la pena. El dolor es inevitable y natural, pero hay
que hacer todo lo posible por reducirlo al mínimo. Es puro sentimentalismo
pretender extraer de la desgracia, como hacen algunos, hasta la última gota de
sufrimiento. Naturalmente, no niego que uno pueda estar destrozado por la pena;
lo que digo es que hay que hacer lo posible para escapar de ese estado y buscar
cualquier distracción, por trivial que sea, siempre que no sea nociva o
degradante.
43
Para
soportar bien la desgracia cuando se presenta conviene haber cultivado en tiempos
más felices cierta variedad de intereses, para que la mente pueda encontrar un
refugio inalterado que le sugiera otras asociaciones y otras emociones
diferentes de las que hacen tan insoportable el momento presente.
44
Dejarse
derrotar por una pérdida, e incluso por varias, no es algo digno de admiración
como prueba de sensibilidad, sino algo que habría que deplorar como un fallo de
vitalidad.
45
El
sabio no se fija en el polvo que la sirvienta no ha limpiado, en la patata que
el cocinero no ha cocido, ni en el hollín que el deshollinador no ha
deshollinado. No quiero decir que no tome medidas para remediar estas
cuestiones, si tiene tiempo para ello; lo que digo es que se enfrenta a ellas
sin emoción.
46
La
preocupación, la impaciencia y la irritación son emociones que no sirven para
nada.
47
El
que ha conseguido liberarse de la tiranía de las preocupaciones descubre que la
vida es mucho más alegre que cuando estaba perpetuamente irritado.
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