EL
ATEÍSMO DE LOS COMUNISTAS
Edgardo
Malaspina
1
Aunque
muchos se sorprendan, a través del ateísmo estudiamos las religiones y
aprendemos a respetarlas; y esa es una de las cosas que más apreció en mi
formación soviética. Me hice de una buena literatura sobre ese tema.
2
Diez
mil religiones, millones de dioses. ¿Cómo no apreciarlas a todas y todos? ¿Por
qué decir que mi religión es mejor o mi
dios es más poderoso si son tantas y tantos?
La
religión es una de las maneras de entender la vida, aunque un 16 % de la
población mundial no tiene ninguna y
prefiere escudarse en la filosofía y la ciencia.
3
Algunos
ignorantes se consideran seguidores de Marx porque ofenden a los dignatarios de
la iglesia y destrozan sus símbolos. Eso ha pasado en Venezuela, y no tiene
nada que ver con el ateísmo científico, con el cual se demuestra la
interrelación de todas las religiones, surgidas como una
necesidad espiritual y material de la sociedad; y eso exige comprensión y mucha
tolerancia.
4
Marx
escribió que la religión es el opio de los pueblos; y esa frase, que en
realidad es de Heine, en la cotidianidad fue banalizada. Bakunin, que conoció
personalmente al alemán, afirmó: “Marx
no cree en Dios pero cree mucho en sí
mismo y hace que los demás le sirvan. Tiene el corazón lleno de amargura
y muy poca compasión por la raza
humana”. Y así son los que alcanzan el poder y tratan de materializar la
distopía marxista.
Stalin destruyó mil templos y persiguió a los
cristianos ortodoxos; no obstante, esa persecución no mermó la fe en Rusia:
luego de la caída de la URSS se comprobó que los rituales religiosos se
practicaban a escondidas (por los comunistas), y muchos se inscribían en el
Partido como una forma de supervivencia:
en un entierro de una comunistas en Moscú (hasta el féretro era rojo) pude ver
cómo los “ateos de partido” discutían si entraba a la capilla del cementerio,
“por si acaso”.
5
Hay
un caso muy emblemático del comunismo
mundial y su ateísmo falaz, insulso y cobarde, representado por Gustáv Husák, jefe de Partido Comunista y del
gobierno de Checoslovaquia (1975-1989).Al diagnosticársele un cáncer gástrico
(1990), Husák decidió ser católico, y en
1991 murió, luego que Sokol, arzobispo de Praga, lo confesara
y diera la extremaunción.
Husák,
marxista, quiso convertir toda una nación al ateísmo, y ya frente a la muerte
temió por su alma, dejó de pensar en el pueblo y pensó sólo por él.
¡Tanto
nadar para ahogarse en la orilla!
6
Conozco
muchos marxistas-ateo-comecandelas de
toda la vida que a un paso de la tumba solicitaron un cura y se arrepintieron
entre humillantes sollozos.
Pero
hay excepciones honorables como la que
leí en el libro “Remembranzas de familia" del pastor Daniel Scott. Horacio
Scott, tío del autor, fue comunista y ateo hasta las últimas consecuencias: en
su lecho de muerte se negó a recibir a
un sacerdote y rechazó una arenga religiosa del propio Daniel con un seco y muy convincente “a vaina,
déjame morir tranquilo”.
7
No
hay dudas que ante Dios la actitud de Horacio, un sencillo líder municipal, es
más digna y valiente que la de Gustáv, “líder mundial del comunismo”.
8
Muchos
por allí que se dicen marxistas, socialistas o comunistas, también se dicen
creyentes; y eso no es correcto: el marxismo es ateo. Los marxistas creyentes (un
oxímoron, un arroz con mango) tienen un batiburrillo mental que explica el
desastre al que llevan a las sociedades donde toman el poder. Porque si no
sabes a dónde vas, terminas en otra parte.
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