FILOSOFÍA

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domingo, 24 de marzo de 2019

SOBRE LA CUÁDRUPLE RAÍZ DEL PRINCIPIO DE LA RAZÓN SUFICIENTE


SOBRE LA CUÁDRUPLE RAÍZ DEL PRINCIPIO DE  LA RAZÓN SUFICIENTE
Edgardo Malaspina
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Fue la tesis doctoral de Arthur Schopenhauer publicada en 1813. El principio de razón suficiente es un principio filosófico según el cual todo lo que ocurre tiene una razón suficiente para ser así y no de otra manera, o en otras palabras, todo tiene una explicación suficiente.
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Schopenhauer habla de cuatro razones  para explicar el Principio de la razón suficiente:
1.     NECESIDAD FÍSICA: La razón según la cual todo lo que pasa en los objetos físicos o materiales puede explicarse.
2.     NECESIDAD LÓGICA: La razón según la cual hay una razón por la que una determinada proposición sea verdadera.
3.     NECESIDAD MATEMÁTICA: La razón según la cual toda propiedad relativa a números o figuras geométricas es explicable en términos de otras propiedades.
4.     NECESIDAD MORAL: La razón según la cual alguien hace lo que hace.
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Explicación detallada de Wikipedia:







1. Principio de razón suficiente del devenir: Solo con la combinación de tiempo y espacio la realidad es perceptible por el sujeto, lo que permite las ideas de percepción y proporciona el sustrato de los juicios. Aquí radica la ley de la causalidad que, considerada subjetivamente, proporciona un conocimiento intelectual y apriorístico. Todos los posibles juicios que son inferencias de una causa y un efecto –estado físico que un sujeto infiere como causado por otro estado físico, o viceversa– parten de este fundamento para la posibilidad de tales juicios. Las ciencias naturales operan dentro de este aspecto del principio. Schopenhauer propuso una prueba de la aprioridad de la causalidad (es decir, que el universo, de hecho, opera, al menos en general, como causal en lugar de simplemente ser percibido solo a posteriori debido a la repetibilidad de las secuencias) que es diferente de la de Kant. La prueba se basa en la intelectualidad de las cosas percibidas (representaciones) –estas son producidas por "la proyección de la causalidad hacia atrás en el tiempo", a partir de excitaciones físicas de las células y los nervios (este es el papel de la inteligencia o el cerebro)– y aparentemente está influenciada por el filósofo medieval Witelo y sus investigaciones sobre óptica y psicología de la percepción visual.
Regula las relaciones entre las cosas naturales y determina la sucesión necesaria del efecto a la causa. Esta forma delimita las representaciones intuitivas, completas y empíricas: esto es, de las cosas o de los cuerpos naturales. En los diversos aspectos de esta forma de causalidad se funda la diferencia entre el cuerpo orgánico, la planta y el animal: el cuerpo orgánico es determinado en sus cambios por causas (en el sentido restringido de la palabra); la planta, por estímulos; el animal, por motivos.
2. Principio de razón suficiente del conocer: Esta clase de objetos subsume todos los juicios o conceptos abstractos, que un sujeto elabora a través de la razón conceptual y discursiva, que es la base de todo conocimiento. Las otras tres clases de objetos son representaciones inmediatas, mientras que esta clase se compone de representaciones de representaciones. Por lo tanto, el valor de verdad de los conceptos abstraídos de cualquiera de las otras tres clases de objetos se basa en su referencia a algo fuera del concepto. Los conceptos son juicios abstractos basados en intuiciones del tiempo y el espacio, las ideas de la percepción (causalidad aparente en el mundo exterior), o los actos de voluntad (causalidad experimentada desde dentro). Esta clase de objetos hace el lenguaje (en forma de juicios abstractos comunicables) posible y, como consecuencia, todas las ciencias.
Regula las relaciones entre juicios y hace depender la verdad de la conclusión de las premisas. Esta forma de principio delimita aquella clase de conocimientos que tan solo posee el hombre, es decir, los conocimientos racionales verdaderos y propios.
3. Principio de razón suficiente del ser: Tiempo y espacio comprenden campos independientes del ser. Estas formas a priori (previas a la experiencia) proporcionan al sujeto respectivamente un sentido temporal "interno" y un sentido espacial "externo". Subjetivamente, éstas son las formas de la sensibilidad pura, es decir, que hacen las sensaciones posibles para el sujeto. La primera hace posible la aritmética, y se presupone para todas las otras formas del principio de razón suficiente; la otra hace posible la geometría. El tiempo es unidimensional y puramente sucesivo; cada momento determina el siguiente; en el espacio, cualquier posición se determina solo en sus relaciones con el resto de posiciones dentro de un sistema, por tanto, finito y cerrado. Así, las intuiciones de tiempo y espacio proporcionan los motivos del ser que hacen posibles los juicios aritméticos y geométricos, que también son válidos para la experiencia.
Regula las relaciones entre las partes del tiempo y del espacio, y por eso mismo determina la concatenación lógica de los entes aritméticos y geométricos. Por tanto, en él se funda la verdad de los conocimientos matemáticos.
4. Principio de razón suficiente del obrar o querer: Es posible para un sujeto de saber conocerse a sí mismo directamente como "voluntad". El sujeto conoce sus actos de voluntad solo después de los hechos en el tiempo. La acción, entonces, encuentra su raíz en la ley de la motivación, el terreno de la actuación, que es la causalidad, pero vista desde el interior. En otras palabras, el sujeto no solo conoce su cuerpo en tanto que objeto de los sentidos externos en el espacio, sino también con un sentido interno, en el tiempo; el sujeto tiene conciencia de sí mismo además de conocer su cuerpo como idea de la percepción. ¿Por qué un sujeto actúa como lo hace? Cuando un motivo suficiente aparece en la forma ya sea de una intuición, percepción o una concepción abstracta, el sujeto actuará de acuerdo con su carácter o "voluntad". Por ejemplo, a pesar de todos los planes en sentido contrario, cuando llega el momento real de actuar, lo hacemos dentro de los constituyentes de la situación retórica (las diversas representaciones presentes en la experiencia del sujeto), y a menudo nos sorprendemos por lo que realmente decimos y hacemos. Las ciencias humanas encuentran su campo de estudio en este aspecto del principio de razón suficiente.

Regula las relaciones entre las acciones y las hace depender de sus motivos. La motivación es, por ello, una clase particular de la causalidad y, precisamente, la causalidad vista desde el interior mismo del sujeto agente.7

Según Abbagnano, «estas cuatro formas del principio de causalidad constituyen cuatro formas de necesidad que dominan todo el mundo de la representación: la necesidad lógica según el principio de la ratio cognoscendi [razón del conocimiento]; la necesidad física según la ley de la causalidad; la necesidad matemática según el principio de la ratio essendi [razón del ser], y la necesidad moral, según la cual todo hombre, como todo animal, debe cumplir la acción sugerida por el motivo, cuando este motivo se le ha presentado. Esta última forma de necesidad excluye, evidentemente, la libertad de la voluntad humana, que de hecho no existe, según Schopenhauer. El hombre, como representación, es solamente un fenómeno entre otros fenómenos, y está sometido a la ley general de los fenómenos mismos, que es la causalidad, en la forma específica que le es propia, la de la motivación».

Conclusión
Diferentes reglas gobiernan las posibles explicaciones para las representaciones de las cuatro clases y «toda explicación dada de acuerdo con esta línea de pensamiento es meramente relativa. [El principio de razón suficiente] explica las cosas en referencia a otras, pero siempre deja algo inexplicable que se presupone», y las dos cosas que son absolutamente inexplicables son el principio en sí mismo y "la cosa en sí",​ que Schopenhauer relaciona con la voluntad de vivir. El principio, desde otro punto de vista, posibilita la forma general de cualquier perspectiva dada, presuponiendo sujeto y objeto. La cosa en sí misma, sin embargo, más allá de sujeto y objeto, permanece para siempre incognoscible desde cualquier perspectiva, ya que cualquier cualidad que se le atribuya no se basa más que en percepciones, es decir, constructos de la mente a partir de sensaciones dadas en el tiempo y el espacio.9

Los conceptos que nos formamos partiendo de nuestras percepciones no pueden en modo alguno referirse verosímilmente a nada que se halle más allá de estos límites de la experiencia, y ya antes que para Schopenhauer caían bajo la navaja crítica de Kant por ejemplo todas las pruebas de la existencia de Dios o cualquier cosa más allá de una posible experiencia. Kant denominó a su método idealismo crítico o trascendental. Pero importa tener en cuenta aquí que "trascendental" no se refiere al conocimiento de lo incognoscible, sino a las condiciones intelectuales a priori necesarias para la experiencia. Esta intuición del conocimiento a priori es el antecedente de la expresión posmoderna "de antemano" [always already, en inglés]:​ solo un "tiempo" y un "espacio" dados determinan la posibilidad de la experiencia. Schopenhauer distingue, por otra parte, en este punto lo que él llama los "falsos a priori": la perspectiva cultural (ideología) en que uno se ha formado determina su relación con la experiencia, además de las mencionadas formas a priori de espacio y tiempo.​ Él los considera falsos a priori porque es posible investigar y descubrir sus motivos, lo que lleva a una reorientación que se refiere a los fenómenos de la experiencia como fuente de nuevos conocimientos, distinguiéndolos de los meros prejuicios "de antemano" de cada cual sobre los fenómenos.

Resumen de E. F. J. Payne
En el prólogo a su traducción al inglés de El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer, E. F. J. Payne resume concisamente Sobre la cuádruple raíz:

Nuestra mente cognoscente […] es divisible únicamente en sujeto y objeto. Ser objeto para el sujeto y ser nuestra propia representación o imagen mental son una y la misma cosa. Todas nuestras representaciones son objetos para el sujeto, y todos los objetos del sujeto son nuestras representaciones. Estas se distinguen entre sí dentro de un esquema regulado en forma determinable a priori, y en virtud de este esquema nada existente por sí mismo, nada independiente, único o aparte, puede convertirse en objeto para nosotros. […] El primer aspecto de este principio es el del "devenir", en que este aparece como la ley de la causalidad y se aplica únicamente a los cambios. Así, dada una causa concreta, el efecto debe necesariamente seguirse de ella. El segundo aspecto se refiere a conceptos o representaciones abstractas, que a su vez se han extraído de las representaciones de la percepción intuitiva, y aquí el principio de razón suficiente establece que, dadas ciertas premisas, la conclusión debe seguirse de ellas. El tercer aspecto del principio tiene que ver con el estar en el espacio y el tiempo, y muestra que la existencia de una relación implica inevitablemente la existencia de otra, por lo que la igualdad de los ángulos de un triángulo implica necesariamente la igualdad de sus lados, y viceversa. Por último, el cuarto aspecto se refiere a los actos, y el principio aparece como la ley de la motivación, que establece que una secuencia de acción definida sobreviene inevitablemente a un carácter y motivo determinados

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