FILOSOFÍA

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jueves, 27 de junio de 2019

EL LOBO ESTEPARIO





 EN EL LOBO ESTEPARIO : UN LIBRO FILOSÓFICO
Edgardo Malaspina
1
El lobo estepario (1927) de Hermann Hess (1877-1962) es una reflexión filosófica sobre nuestra personalidad, la cual se mueve entre la bondad y la maldad. Somos potencialmente un lobo para  el hombre (Homo homini lupus, según Plauto) y sólo el amor y la sociedad pueden limar esa aspereza.
 Nuestros pensamientos en solitario pueden apartarse de la realidad y ser muy feroces y en contra de los demás, pero al diluirnos en la sociedad podemos contrastar nuestras ideas  y llegar a la conclusión que la vida debe continuar porque todos somos pasajeros de un mismo tren.  
2
El hombre solitario  piensa en el suicidio, pero al contactar con otros hombres puede abandonar esta idea. El amor puede ser la llave que abre otras posibilidades. Si el mundo te es adverso puedes construir un mundo propio.
Las cosas menudas tienen importancia en nuestras vidas.
3
“Se debería estar orgulloso del dolor, cada dolor es un recuerdo de nuestro elevado rango”.
4
“La mayoría de los hombres no quieren nadar antes de saber nadar”.
5
Hay que odiar lo normal, lo mediocre, lo corriente.
6
La soledad es necesaria para comprenderse uno mismo. Quien no ama su soledad es como si se odiara. “La soledad era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en el que se mueven las estrellas.”
7
La tristeza nos lleva hasta nuestra animalidad.
8
No hay que tomarse la vida demasiado en serio. Hay que cultivar el desprendimiento. “No le pidas permiso a nadie para divertirte”.
9
“Una vida fácil, un fácil amor, una muerte fácil, no eran cosas para mí.”
“El hombre encierra todo lo espiritual, todo lo sublimado o cultivado que se encuentra en sí, y en el lobo, todo lo instintivo, salvaje y caótico”
“Nuestro mundo cultural era un cementerio, aquí estaban Jesucristo y Sócrates, aquí estaban Mozart y Haydin , Dante y Goethe…”.
10
Somos la combinación de por lo menos dos personalidades. Dentro de nosotros conviven  el yin y el yang, el doctor Jekyll y el señor Hyde. La compasión hará que superemos  el conflicto a favor de lo humano, que reine el equilibrio, que todo fluya y nada influya.
En el lobo estepario está nuestra naturaleza apolínea y también la dionisíaca como la entendía Nietzsche.
11
El lobo estepario odiaba los cargos que se rigen por horarios estrictos, bebía coñac y fumaba tabacos. Odiaba la guerra. Tenía libros hasta en el suelo y escuchaba música clásica. Pensaba suicidarse a los cincuenta años, pero el amor lo salvó.
“Hay que hacer las cosas a su debido tiempo: Tengo cuarenta años, y cuarenta años son  toda la vida…¡vivir más sería indecoroso, despreciable, inmoral! ¿Quién podría vivir más de cuarenta años…Yo os lo diré: lo necios o los malvados”. (Dostoievski en Memorias del subsuelo).
12
“El verdadero padecer, el verdadero infierno de una vida humana está  allí donde se separan dos épocas, dos culturas o dos religiones”.
13
“…Tenía en el bolsillo los cientos de miles de figuritas del juego de la vida, sospechaba emocionado  el sentido, tenía la intención de iniciar de nuevo el juego, de volver a saborear sus tormentos, de volver a estremecerme ante sus desatinos, de volver a recorrer el infierno de mi interior una y otra vez”.
14
Con El lobo estepario aprendí amar a los libros, la música clásica, la meditación, escribir a la luz de una vela y  caminar bajo la lluvia.
Quien dedica  hermosos versos a la lluvia, y cuando llueve sale corriendo, no es ningún poeta. Lo poético es seguir  el rumbo y disfrutar la melancolía del paisaje nublado.
15




Una vez en la universidad me dirigía a dar clases. Un profesor me detuvo y me dijo que en la pared del urinario y en los pasillos habían dibujado dos caricaturas mías. Entré al salón y pude ver que sobre la mesa estaban copias de los dos dibujos: en una caricatura yo era un ángel o un dios. En otra yo era un demonio o el propio diablo. Así me veían los muchachos: unos me catalogaban de estricto y exigente y por lo tanto bueno: otros, en cambio me consideraban malo, por las mimas razones. Sonreí. Los muchachos soltaron la carcajada, pero jamás le dije que yo estaba pensando en el lobo estepario.


 




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