1937
DE LÁGRIMAS Y SANTOS
I
El hogar de Cioran en Rumania estaba envuelto en una
atmósfera de rancio cristianismo. Con este libro, al abordar de manera ácida
los temas religiosos, el joven filósofo
rompe con los lazos familiares, por lo menos en lo que respecta en la manera de
abordar a Dios. Porque si Dios existe , para Cioran,
es el punto de partida para todo análisis filosófico. Pero, si Dios no existe, hay materia prima para reclamarle su
inexistencia.
II
La poetisa rumana Sanda Stolojan dice en el prefacio
del libro:
— En sus Conversaciones con Chestov, Benjamin Fondane
cita unas palabras de Chestov, según las cuales la mejor manera de filosofar
consiste en «seguir solo el propio camino», sin utilizar como guía a otro
filósofo, o, mejor aún, en hablar de sí mismo. Fondane añade: «el tipo del
nuevo filósofo es el pensador privado, Job sentado sobre su estercolero».
Cioran pertenece a esa raza de pensadores. Durante mucho tiempo ignorado, no
fue leído más que por marginales.
—Cioran fue lector apasionado de Kierkegaard y de
Chestov, y más aún del Eclesiastés y de Job, sus libros de cabecera.
—Cioran está solo :enfrentado consigo mismo, con Dios
y la Creación.
—Experimento una extraña sensación al pensar que a esta
edad soy un especialista del problema de la muerte.(Cioran).
—«Toda mi vida he vivido con el sentimiento de haber
sido alejado de mi verdadero lugar. Si la expresión "exilio
metafísico" no tuviera ningún sentido, mi existencia hubiera bastado para
darle uno.
FRASES
1
No es el conocimiento lo que nos acerca a los santos,
sino el despertar de las lágrimas que duermen en lo más profundo de nosotros
mismos.
2
¿Quién podría escribir el diálogo de los santos? Un
Shakespeare aquejado de inocencia o un Dostoievski exiliado en una Siberia
celeste. Toda mi vida merodearé en las inmediaciones de los santos...
3
Frecuentar a los santos es como hacerlo con la música
o las bibliotecas. Desexualizados, ponemos nuestros instintos al servicio de
otro mundo. En la medida en que resistimos a la santidad, demostramos que
nuestros instintos están sanos.
4
La frecuentación de los santos engendra un tormento
estéril, su compañía es un veneno cuya virulencia crece a medida que aumenta
nuestra soledad.
5
La muerte sólo tiene sentido para quienes han amado
apasionadamente la vida. ¡Morir sin dejar aquí nada...! El desapego es una
negación tanto de la vida como de la muerte. Quien ha superado el miedo de
morir, ha triunfado también sobre la vida, la cual no es más que el otro nombre
de ese miedo.
6
Durante el tiempo en que trabajó en el Mesías, Händel
se sintió transportado al cielo. Según sus propias palabras, sólo descendió a
tierra al terminar su obra. Sin embargo, comparado con Bach, Händel es de aquí
abajo.
7
Las tristezas producen en el alma una sombra de
claustro. Comenzamos entonces a comprender a los santos...
8
Las enfermedades han acercado el cielo y la tierra.
Sin ellas se hubieran ignorado mutuamente. La necesidad de consuelo ha superado
a la enfermedad, y en la intersección del cielo con la tierra ha dado origen a
la santidad.
9
Cada vez que pienso en el miedo enorme que tenía
Tolstoi a la muerte, comienzo a comprender el presentimiento del final en los
elefantes.
10
Sólo creemos en Dios para evitar el torturador
monólogo de la soledad. ¿A quién, si no, dirigirse? Al parecer, El acepta de
buena gana el diálogo y no nos guarda rencor por haberle escogido como pretexto
teatral de nuestros abatimientos.
11
Nadie prepara ya su muerte, nadie la cultiva, de ahí
que se escabulla en el mismo momento en que nos arrebata. Los antiguos sabían
morir. Elevarse por encima de la muerte fue el ideal constante de su sabiduría.
Para nosotros, la muerte es una sorpresa horrible.
12
El vino ha hecho más por acercar los hombres a Dios
que la teología. Hace tiempo que los borrachos tristes -¿y los hay que no lo
sean?- han superado a los eremitas.
13
Creer en la filosofía es un signo de buena salud. Lo
que no lo es, es ponerse a pensar.
14
Comenzamos a saber lo que es la soledad cuando oímos el
silencio de las cosas.
15
Si la verdad no fuera tan aburrida, la ciencia habría
eliminado rápidamente a Dios. Pero al igual que los santos, Dios es una ocasión
de escapar a la abrumadora trivialidad de lo verdadero.
16
Cuando escuchamos a Bach, vemos germinar a Dios. Su
obra es generadora de divinidad.
17
Todos los sabios juntos no valen una imprecación del
rey Lear o una divagación de Ivan Karamazov. El estoicismo como justificación
práctica y teórica de la sabiduría es lo más anodino y cómodo que pueda
imaginarse. ¿Existe un vicio del espíritu mayor que la resignación?
18
La teología es la negación de Dios. ¡Qué idea
descabellada ponerse a buscar argumentos para probar su existencia! Todos sus
tratados valen menos que una exclamación de Santa Teresa. Desde que la teología
existe, ninguna conciencia ha conseguido ganar con ella una sola certeza, pues
la teología no es más que la versión atea de la fe.
19
La meditación musical debería ser el prototipo del
pensamiento en general. ¿Qué filósofo ha seguido alguna vez un motivo hasta su
agotamiento, hasta su límite extremo? Sólo en música hay pensamiento
exhaustivo. Incluso tras haber leído a los filósofos más profundos, se
experimenta la necesidad de volver a comenzar. Sólo la música nos da respuestas
definitivas.
20
No creo haber perdido una sola ocasión de estar triste.
21
Los ascetas cristianos consideraban que sólo el
desierto era ajeno al pecado y lo comparaban a los ángeles. Dicho de otra
manera, sólo hay pureza donde nada crece.
22
La conclusión de toda religión: la vida como una
pérdida de alma.
23
Cuando busco una palabra que me agrade y entristezca a
la vez, sólo encuentro una: olvido. No acordarse ya de nada, mirar sin
recordar, dormir con los ojos abiertos sobre el Incomprendido...
24
Todo lo que en mí aspira a la vida exige que renuncie
a Dios.
25
El Paraíso gime en el fondo de la conciencia, mientras
la memoria llora. Y es así cómo se piensa en el sentido metafísico de las
lágrimas y en la vida como el desarrollo de una añoranza.