FILOSOFÍA

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domingo, 22 de septiembre de 2024

FAUSTO O EL ETERNO PROBLEMA ENTRE EL BIEN Y EL MAL

 

FAUSTO O EL ETERNO PROBLEMA FILOSÓFICO ENTRE EL BIEN Y EL MAL.

(Si Fausto hubiese conocido la viagra, no le hubiese vendido el alma al Diablo)

 


Edgardo Rafael Malaspina Guerra

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Fausto (1808-1832) de Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) trata de dilucidar la relación entre el bien y el mal. El bien se asocia a Dios ,¿y el mal? Los ateos dicen que los creyentes inventaron a Satanás para tener a quien echarle la culpa del mal. La realidad es binaria: el mal existe porque existe el bien, y viceversa. La idea de un mundo sin el mal es una utopía porque el desarrollo material o espiritual es producto del enfrentamiento de fuerzas contrarias. Dialéctica hegeliana, pues. En una de las novelas inspiradas en Fausto de Goethe, El Maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov(escrita entre 1928 y 1940, pero publicada en 1966) hay una conversación entre dos de los personajes de la obra, Leví Mateo y el Diablo, para ventilar el problema filosófico fundamental, el del bien y el mal.

Leví Mateo llama al Diablo “espíritu de mal y dueño de las sombras”, a lo que Satanás responde:

“Has pronunciado las palabras como si no reconocieras la existencia del mal y de las sombras. Por qué no eres un poco amable y te detienes a pensar en lo siguiente:¿qué haría tu bien si no existiera el mal y qué aspecto tendría la tierra si desaparecieran las sombras? Los hombres y los objetos producen sombras. Esta es la sombra de mi espada. También hay sombras de árboles y seres vivos. ¿No querrás raspar toda la tierra, arrancar los árboles y todo lo vivo para gozar de la luz desnuda? Eres un necio”.

De otra manera: si Dios creó al mundo, creó el bien y también el mal.

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Las dos partes del Fausto son muy confusas, hasta el punto que Harold Bloom en su polémica obra El canon occidental(1994) dice que Heidegger escribe clarísimo en comparación con Goethe. La primera parte es entendible, pero la segunda es laberíntica, grotesca y alocada,  tal vez por aquello que dijo Cervantes cuando supo sobre la publicación del Quijote de Avellaneda: “Segundas partes nunca fueron buenas”. José Ingenieros afirma que eso se debe a la edad: esa parte fue escrita cuando Goethe ya era un anciano, y tenía una manera apocalíptica de ver el mundo.

“El genio -entiéndase bien- nunca es tardío, aunque pueda revelarse tardíamente su fruto; las obras pensadas en la juventud y escritas en la madurez, pueden no mostrar decadencia, pero siempre la revelan las obras pensadas en la vejez misma. Leemos la segunda parte del Fausto por respeto al autor de la primera…” (El hombre mediocre,1913).

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Fausto quiere sentir nuevamente la pasión que solo otorga la juventud , y por eso le vende su alma a Mefistófeles a través de un pacto firmado con sangre;  y cuando se enamora locamente de Margarita, se aferra más a Satanás para conquistar a la niña. En la segunda parte, Fausto , con casi cien años de edad, se enamora de Helena; y entiende que necesita mucho más de los recursos potenciadores de Mefistófeles. Es claro que, si en aquel tiempo hubiese existido la viagra, Fausto no le hubiese vendido su alma al Diablo. En todo caso, en el último instante, al enterarse de la existencia de la píldora azul, hubiese ido por ella hasta   la buhardilla de un alquimista ,para luego hacer añicos el infausto pacto.

Al inicio Fausto es un pensador de alto vuelo que diserta así:  “¡Ah! Filosofía, jurisprudencia, medicina y hasta teología, todo lo he profundizado con entusiasmo creciente, y ¡heme aquí, pobre loco, tan sabio como antes!”. Pero luego pierde la cabeza por las mujeres.

 Camus dice:La inquietud metafísica se pierde con la primera amante”. (La caída,1956).

He escuchado un refrán ruso que dice: "Se empieza bajo el manto de los ideales y se termina bajo una sábana".

 

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