UN RELATO BUDISTA SOBRE LA RESIGNACIÓN ANTE LA MUERTE
EL
GRANO DE MOSTAZA.
Una
mujer, deshecha en lágrimas, se acercó hasta Buda y, con voz angustiada y
entrecortada, le explicó:
—Señor, una serpiente venenosa ha mordido a mi
hijo y va a morir. Dicen los médicos que nada puede hacerse ya.
—Buena
mujer, ve a ese pueblo cercano y toma a un grano de mostaza negra de aquella
casa en la que no haya habido ninguna muerte. Si me lo traes, curaré a tu hijo.
La
mujer fue de casa en casa, inquiriendo si había alguna muerte, y comprobó que
no había ni una sola casa donde no se hubiera producido alguna. Así que no pudo
pedir el grano de mostaza y llevárselo al Buda.
Al regresar, dijo:
—
Señor, no he encontrado ni una sola casa en la que no hubiera habido alguna
muerte.
Y
con infinita ternura, el Buda dijo:
—
¿Te das cuenta, buena mujer? Es inevitable. Anda, ve junto a tu hijo y, cuando
muera, entierra su cadáver.
El
Maestro dice: Todo lo compuesto, se descompone; todo lo que nace, muere. Acepta
lo inevitable con ecuanimidad.
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