FILOSOFÍA

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martes, 19 de febrero de 2019

RECUERDOS DE SÓCRATES




RECUERDOS DE SÓCRATES

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Jenofonte (427-399) escribió el libro “Recuerdos de Sócrates”  y nos presenta al filósofo como un hombre sabio pero a veces vulgar. En primer lugar, afirma, en los placeres del amor y los manjares era el más continente de los hombres, y para el frío y el calor y toda clase de fatigas, el más duro. Sus formas de vestir y calzar eran desarregladas. Su aspecto general era descuidado. Sus ingresos menguados, pero era orgulloso e independiente.
2

Sócrates decía lo que pensaba. Sus críticas eran certeras y mordaces. Cricias estaba enamorado de Eutidemo. Sócrates le llamó la atención por considerar su amor una pasión porcina: “Deseas rozarte contra Eutidemo como los puercos contra las paredes”, lo increpó. Cricias no le perdonará su atrevimiento y más tarde será uno de sus acusadores. Cuando juzgan a Sócrates lo harán por motivos políticos, pero también porque lo veían como un hombre independiente que constantemente encuentra los errores de los demás.
3

Sócrates bebía y comía poco porque consideraba que comer mucho y beber bastante arruina la cabeza, el estómago y el espíritu. Antifonte, según Jenofonte, le recrimina su forma de vivir: “Eres maestro de la miseria. Vives como un esclavo, tus manjares y bebidas son los más baratos, el vestido no sólo es el más barato sino que es el mismo  en verano y en invierno. Te pasas la vida descalzo y sin camisa”. Sócrates le responde: “No necesitar de nada es don divino, y el necesitar de lo mínimo posible lo más cercano a lo divino, añádase que lo divino es lo mejor de todo”.
4
La amistad es importante para Sócrates: “He oído decir a muchos que de todas las pasiones la más valiosa es un amigo claro y bueno; pero la mayoría de los hombres se acuerda más de cualquier cosa que de ganar amigos”.
5
El filósofo era justo, patriota, disciplinado, el primero en las campañas militares. Aconsejaba conocerse a si mismo y dominarse porque los que no saben dominarse son esclavos. Sócrates se alaba a si mismo: “Ninguno de los hombres es más libre que yo, ni más justo, ni más prudente. Estoy por encima de los hombres”. En el juicio se ensalzó a si mismo: “En mi favor dará testimonio el tiempo venidero, como el pasado de que jamás cometí delito ni volví peor a nadie sino que hacía bien a los que conmigo conversaban, enseñándoles de balde todo lo bueno que podía”. Al ver a Anito, uno de sus acusadores, le dijo: “Cuan desgraciado ese hombre que no sabe, al parecer, que aquel de nosotros dos que deje cumplidas obras más útiles y más hermosas para todo el tiempo venidero, ese es el vencedor”.
6
Esa imagen de Sócrates como hombre puro e incorruptible es apreciada por Argenis Ridríguez: “No tuvo miedo, porque el que tiene y cree en una idea no debe tener miedo. La mayor riqueza de Sócrates residía en su cabeza y en su corazón. Demostró que la gente puede vivir con poco y ser feliz, pero no puede vivir con mucho porque no se preocupa de si mismo sino de lo que tiene. Hoy los que tiene una nevera y después un carro, a lo último andan cargados de peroles. Hoy la gente hipoteca la sensibilidad, la imaginación, la inteligencia y el alma toda por un cacharro que tiene que pagar por cuotas. Paga y paga durante veinte años. Está pagando en cómodas cuotas. La agente ha cambiado la verdadera vida por un perolero que no se puede llevar a la tumba. La gente no deja ni una frase; no goza ni del cuerpo ni de los ojos. No siente nada porque desde que le dio por pensar le dio por venderse en cuerpo y alma a los peroles. Sócrates murió envuelto en una túnica y está ahí, más vivo que los vendedores de cemento, los especuladores de bienes, terreno y el carro que se tienen que comprar”

  

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