FILOSOFÍA

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martes, 18 de febrero de 2025

CATTIVA

 

1991

CATTIVA



 

 

En 1991, Carlo Lizzani, uno de los primeros representantes del neorrealismo, lleva por primera vez a la pantalla un caso narrado por Jung en su autobiografía, a partir de un guion de Francesca Archibugi. Dicha película, Cattiva, describe la historia de Emilia Schmidt (Giuliana De Sio), una rica y atractiva dama suiza afectada de una presunta esquizofrenia, que ingresa en el hospital psiquiátrico de Burghölzli, donde un joven doctor Jung (Julian Sands), todavía bajo la protección de Freud, la libera de un lacerante e injustificado complejo de culpa nacido a raíz de la muerte de su hija. (Wikipedia)

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Todavía recuerdo perfectamente un caso que entonces me impresionó mucho. Se trataba de una joven que había ingresado en la clínica con la etiqueta «melancolía» y se hallaba en mi departamento. Se hizo el reconocimiento por el procedimiento usual: historial, tests, reconocimientos físicos, etc. Diagnosis: esquizofrenia, o, como entonces se decía, dementia praecox. Pronóstico: grave.

Al principio no me atreví a dudar del diagnóstico. Entonces yo era aún un jovencito, un principiante y no me hubiera creído competente para establecer un diagnóstico distinto. Y, sin embargo, el caso me pareció extraño.

Tenía la impresión de que no se trataba de una esquizofrenia, sino de una depresión corriente, y me propuse explorar a la paciente según mis propios métodos. Entonces me ocupaba yo de estudios diagnósticos por asociación y realicé con ella la prueba de la asociación. Además conversé con ella sobre sus sueños. De este modo logré aclarar su pasado y llegar a conocer lo esencial, que en el habitual historial no había quedado explicado. Obtuve los datos, por así decirlo, directamente del inconsciente y de ellos resultó una oscura y trágica historia.

Antes de que la mujer se casara había conocido a un hombre, hijo de un gran industrial, por quien todas las muchachas de la región se interesaban. Dado que ella era muy bonita, creyó gustarle y tener ciertas esperanzasrespecto a él. Pero al parecer, él no se interesaba por ella y así, pues, ella se casó con otro.

Cinco años después visitó a un viejo amigo. Intercambiaron recuerdos y en esta ocasión dijo el amigo: «Cuando usted se casó, alguien recibió un rudo golpe, el señor X (el hijo del gran industrial)». ¡Éste fue el instante!, en este momento comenzó la depresión, y al cabo de algunas semanas se produjo la catástrofe: Bañaba a sus hijos, primero a su hija de cuatro años y luego a su hijo de dos años. Vivía en una región en la que el suministro de agua era higiénicamente defectuoso; para beber había agua pura de la fuente y agua contaminada del río para el baño y para lavar. Cuando bañaba a su hija vio cómo chupaba una esponja pero no se lo impidió. Incluso dio a beber a su hijito un vaso de agua contaminada. Naturalmente, hizo esto de modo inconsciente o sólo semiconsciente, pues se hallaba ya a la sombra de la iniciada depresión.

Poco tiempo después, tras el período de incubación, la niña enfermó de tifus y murió. Era su hijo predilecto. El muchacho no se contaminó. En aquel instante la depresión se agudizó y la mujer vino al frenopático.

El hecho de que fuera una criminal y muchos pormenores de su secreto lo había deducido yo mediante la prueba de asociación* y me resultó claro que aquí se hallaba la causa fundamental de su depresión. Se trataba en el fondo de un trastorno psicógeno.

¿Qué sucedía con la terapéutica? Hasta entonces había tomado narcóticos, a causa de su dificultad en conciliar el sueño, y puesto que se sospechaba de intento de suicidio se la vigilaba. Pero fuera de esto no se prescribió nada más. Físicamente estaba bien.

Me vi ahora ante un problema: ¿Debo hablar biertamente con ella o no? ¿Debo proceder a la gran

operación?

Esto significaba para mí un difícil problema de conciencia, un enorme conflicto moral. Pero debía solventar el conflicto yo solo, pues si hubiera preguntado a mis colegas me hubieran advertido: «¡Por Dios!, no le diga tal cosa a la paciente, la enloquecerá aún más.» Pero en mi opinión el efecto podía ser inverso. Una pregunta puede responderse de un modo u otro según intervengan o no los factores inconscientes.

 Naturalmente, era consciente de lo que me arriesgaba: ¡si mi paciente estaba en un aprieto, yo también!

Pese a ello, me decidí a emprender un tratamiento cuyo punto de partida no estaba muy claro. Le dije todo lo que había descubierto mediante el ensayo de asociación. Pueden ustedes imaginarse lo difícil que resultó todo.

No resulta nada fácil decirle a alguien en la cara que ha cometido un crimen. Y resultó trágico para la paciente oírlo y admitirlo. Pero el resultado fue que, catorce días después, pudo ser dada de alta y nunca más tuvo que ser internada.

Otras razones me habían forzado a callar ante mis colegas: temía que discutieran sobre el caso y a lo mejor me hubieran planteado algunas cuestiones legales. Ciertamente no se podía demostrar nada a la paciente y, sin embargo, tales discusiones hubieran podido tener consecuencias catastróficas para ella. Me parecía más práctico que volviese a la vida normal para expiar en vida su culpa. Había sido ya suficientemente castigada por el destino. Cuando se la dio de alta marchose de allí con una pesada carga. Debía soportarla. Su penitencia había comenzado ya con la depresión y el internamiento y la pérdida de su hija fue para ella un dolor profundo.

En muchos casos psiquiátricos el paciente tiene una historia que no se relata y que por regla general nadie conoce. Para mí, la verdadera terapéutica comienza sólo después de la investigación de dicha historia personal. Constituye el secreto del paciente en el cual éste se ha destrozado. A la vez encierra la clave para su tratamiento. El médico sólo debe saber cómo averiguarlo. Debe plantear las preguntas que afectan a todo hombre y no sólo a sus síntomas. La exploración de los datos conscientes no basta en la mayoría de los casos.

Bajo ciertas circunstancias el ensayo de asociación puede abrir la puerta, y también la interpretación de los sueños puede lograrlo, o el prolongado y sufrido contacto humano con el paciente. (Carl Jung. Recuerdos, sueños y pensamientos)

 

 

En 1991, Carlo Lizzani, uno de los primeros representantes del neorrealismo, lleva por primera vez a la pantalla un caso narrado por Jung en su autobiografía, a partir de un guion de Francesca Archibugi. Dicha película, Cattiva, describe la historia de Emilia Schmidt (Giuliana De Sio), una rica y atractiva dama suiza afectada de una presunta esquizofrenia, que ingresa en el hospital psiquiátrico de Burghölzli, donde un joven doctor Jung (Julian Sands), todavía bajo la protección de Freud, la libera de un lacerante e injustificado complejo de culpa nacido a raíz de la muerte de su hija. (Wikipedia)

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Todavía recuerdo perfectamente un caso que entonces me impresionó mucho. Se trataba de una joven que había ingresado en la clínica con la etiqueta «melancolía» y se hallaba en mi departamento. Se hizo el reconocimiento por el procedimiento usual: historial, tests, reconocimientos físicos, etc. Diagnosis: esquizofrenia, o, como entonces se decía, dementia praecox. Pronóstico: grave.

Al principio no me atreví a dudar del diagnóstico. Entonces yo era aún un jovencito, un principiante y no me hubiera creído competente para establecer un diagnóstico distinto. Y, sin embargo, el caso me pareció extraño.

Tenía la impresión de que no se trataba de una esquizofrenia, sino de una depresión corriente, y me propuse explorar a la paciente según mis propios métodos. Entonces me ocupaba yo de estudios diagnósticos por asociación y realicé con ella la prueba de la asociación. Además, conversé con ella sobre sus sueños. De este modo logré aclarar su pasado y llegar a conocer lo esencial, que en el habitual historial no había quedado explicado. Obtuve los datos, por así decirlo, directamente del inconsciente y de ellos resultó una oscura y trágica historia.

Antes de que la mujer se casara había conocido a un hombre, hijo de un gran industrial, por quien todas las muchachas de la región se interesaban. Dado que ella era muy bonita, creyó gustarle y tener ciertas esperanzas respecto a él. Pero al parecer, él no se interesaba por ella y así, pues, ella se casó con otro.

Cinco años después visitó a un viejo amigo. Intercambiaron recuerdos y en esta ocasión dijo el amigo: «Cuando usted se casó, alguien recibió un rudo golpe, el señor X (el hijo del gran industrial)». ¡Este fue el instante!, en este momento comenzó la depresión, y al cabo de algunas semanas se produjo la catástrofe: Bañaba a sus hijos, primero a su hija de cuatro años y luego a su hijo de dos años. Vivía en una región en la que el suministro de agua era higiénicamente defectuoso; para beber había agua pura de la fuente y agua contaminada del río para el baño y para lavar. Cuando bañaba a su hija vio cómo chupaba una esponja, pero no se lo impidió. Incluso dio a beber a su hijito un vaso de agua contaminada. Naturalmente, hizo esto de modo inconsciente o sólo semiconsciente, pues se hallaba ya a la sombra de la iniciada depresión.

Poco tiempo después, tras el período de incubación, la niña enfermó de tifus y murió. Era su hijo predilecto. El muchacho no se contaminó. En aquel instante la depresión se agudizó y la mujer vino al frenopático.

El hecho de que fuera una criminal y muchos pormenores de su secreto lo había deducido yo mediante la prueba de asociación* y me resultó claro que aquí se hallaba la causa fundamental de su depresión. Se trataba en el fondo de un trastorno psicógeno.

¿Qué sucedía con la terapéutica? Hasta entonces había tomado narcóticos, a causa de su dificultad en conciliar el sueño, y puesto que se sospechaba de intento de suicidio se la vigilaba. Pero fuera de esto no se prescribió nada más. Físicamente estaba bien.

Me vi ahora ante un problema: ¿Debo hablar abiertamente con ella o no? ¿Debo proceder a la gran

operación?

Esto significaba para mí un difícil problema de conciencia, un enorme conflicto moral. Pero debía solventar el conflicto, yo solo, pues si hubiera preguntado a mis colegas me hubieran advertido: «¡Por Dios!, no le diga tal cosa a la paciente, la enloquecerá aún más.» Pero en mi opinión el efecto podía ser inverso. Una pregunta puede responderse de un modo u otro según intervengan o no los factores inconscientes.

 Naturalmente, era consciente de lo que me arriesgaba: ¡si mi paciente estaba en un aprieto, yo también!

Pese a ello, me decidí a emprender un tratamiento cuyo punto de partida no estaba muy claro. Le dije todo lo que había descubierto mediante el ensayo de asociación. Pueden ustedes imaginarse lo difícil que resultó todo.

No resulta nada fácil decirle a alguien en la cara que ha cometido un crimen. Y resultó trágico para la paciente oírlo y admitirlo. Pero el resultado fue que, catorce días después, pudo ser dada de alta y nunca más tuvo que ser internada.

Otras razones me habían forzado a callar ante mis colegas: temía que discutieran sobre el caso y a lo mejor me hubieran planteado algunas cuestiones legales. Ciertamente, no se podía demostrar nada a la paciente y, sin embargo, tales discusiones hubieran podido tener consecuencias catastróficas para ella. Me parecía más práctico que volviese a la vida normal para expiar en vida su culpa. Había sido ya suficientemente castigada por el destino. Cuando se la dio de alta marchose de allí con una pesada carga. Debía soportarla. Su penitencia había comenzado ya con la depresión y el internamiento y la pérdida de su hija fue para ella un dolor profundo.

En muchos casos psiquiátricos el paciente tiene una historia que no se relata y que por regla general nadie conoce. Para mí, la verdadera terapéutica comienza sólo después de la investigación de dicha historia personal. Constituye el secreto del paciente en el cual este se ha destrozado. A la vez encierra la clave para su tratamiento. El médico sólo debe saber cómo averiguarlo. Debe plantear las preguntas que afectan a todo hombre y no sólo a sus síntomas. La exploración de los datos conscientes no basta en la mayoría de los casos.

Bajo ciertas circunstancias, el ensayo de asociación puede abrir la puerta, y también la interpretación de los sueños puede lograrlo, o el prolongado y sufrido contacto humano con el paciente. (Carl Jung. Recuerdos, sueños y pensamientos)

lunes, 17 de febrero de 2025

SINCRONICIDAD COMO PRINCIPIO DE CONEXIONES ACAUSALES.

 

 

SINCRONICIDAD COMO PRINCIPIO DE CONEXIONES ACAUSALES (1952)

ERMG







1

Ahora, me gustaría prevenir un malentendido que puede producir el término “sincronicidad”. Elegí esta palabra porque la sucesión simultánea de dos acontecimientos significativos no relacionados causalmente me pareció un criterio esencial. Estoy, por ello, utilizando el concepto general de sincronicidad en el sentido especial de una coincidencia en el tiempo de dos o más sucesos no relacionados causalmente, que tienen el mismo significado o similar, contrastando con el “sincronismo” que manifiesta simplemente el acontecimiento simultáneo de dos sucesos.

2

Sincronicidad significa, por tanto, el acontecimiento simultáneo de un cierto estado psíquico con uno o más sucesos externos que aparecen como paralelos significativos en el estado subjetivo momentáneo —y viceversa en algunos casos.

3

El principio de causalidad afirma que la relación entre causa y efecto es algo necesario, mientras el principio de sincronicidad asegura que los términos de una coincidencia significativa están relacionados por la simultaneidad y por el significado.

4

Hipócrates dice:“Hay una corriente común, una respiración común, todo está en simpatía. El organismo en pleno y cada una de sus partes trabajan conjuntamente con el mismo propósito ...el gran principio llega hasta la parte más remota y de ésta regresa al gran principio, a la naturaleza única, que es y no es”.

5

El microcosmos que contiene “las imágenes de toda la creación” sería el inconsciente colectivo.

6

Para la mente primitiva la sincronicidad es un hecho evidente en sí mismo; en consecuencia, no hay azar. Ningún accidente, ninguna enfermedad, ninguna muerte es fortuita o atribuible a causas “naturales”. Todo se debe de alguna forma a la influencia mágica.

7

Fueron la psicología y la parapsicología las que demostraron que la causalidad no explica cierta clase de acontecimientos y que en tal caso hemos de considerar la existencia de un factor formal, la sincronicidad, como principio de explicación.

8

Debemos abandonar por completo la idea de que la psiquis es algo relacionado de alguna forma con el cerebro, y recordar el comportamiento “significativo” o “inteligente” de los organismos inferiores, que no tienen cerebro.

9

El principio de sincronicidad tiene propiedades que podrían ayudar a esclarecer la relación cuerpoalma. El hecho de orden no causal, o mejor, de ordenación significativa, es, sobre todo, el que puede arrojar luz sobre el paralelismo psicofísico.

10

La sincronicidad no es una opinión filosófica, sino un concepto empírico que plantea un principio intelectualmente necesario.

11

ACAUSALIDAD.

Si la ley natural fuera una verdad absoluta, entonces lógicamente no podría haber ningún proceso que se saliese de ella. Pero, dado que la causalidad es una verdad estadística, se mantiene como tal a nivel medio, y, por consiguiente, da lugar a excepciones que de alguna forma han de poder experimentarse, es decir, han de ser reales. Intento considerar los sucesos sincronísticos como excepciones acausales de este tipo, que se manifiestan relativamente independientes del espacio y del tiempo; relativizan el espacio y el tiempo en cuanto que el espacio no presenta en principio ningún obstáculo a su paso y la secuencia de acontecimientos en el tiempo está invertida, por eso parece como si un suceso quetodavía no ha ocurrido estuviera causando una percepción en el presente. Pero si el espacio y el tiempo son relativos, entonces la causalidad pierde también su validez, ya que la secuencia causa-efecto está relativizada O suprimida.

12

SINCRONICIDAD.

A pesar de mi aviso previo, veo que los críticos han confundido este concepto con sincronismo. Por sincronicidad entiendo la ocurrencia de una coincidencia temporal significativa. Puede adoptar tres formas:

a) La coincidencia de un estado psíquico con su proceso objetivo correspondiente, cuyo acontecer tiene lugar simultáneamente.

b) La coincidencia de un estado psíquico subjetivo con un fantasma (sueño o visión) que más tarde aparece como reflejo más o menos fehaciente de un suceso “sincronístico” objetivo que tuvo lugar más o menos simultáneamente, aunque a distancia,

c) Lo mismo, salvo que el evento percibido tiene lugar en el futuro y está representado en el presente sólo por un fantasma que se corresponde con él.

Mientras que en el primer caso un suceso objetivo coincide con un contenido subjetivo, la sincronicidad en los otros dos casos sólo puede comprobarse después, aunque el suceso sincronístico como tal esté constituido por la coincidencia de un estado psíquico neutro con un fantasma (sueño o visión).

 

 

 

domingo, 16 de febrero de 2025

SINCRONICIDAD

 

SINCRONICIDAD

ERMG

 


1

El término se debe a Carl Gustav Jung :

“Es la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido, pero de manera acausal”.

“Así pues, emplearé el concepto general de sincronicidad en el sentido especial de una coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, cuyo contenido significativo sea igual o similar”.

2

Las leyes naturales son verdades estadísticas, absolutamente válidas ante magnitudes macrofísicas pero no microfísicas.

3

La acausalidad es esperable cuando parece impensable la causalidad. Ante la casualidad solo resulta viable la evaluación numérica o el método estadístico.

 4

Schopenhauer realizó un acercamiento a la casualidad, no haciendo caso omiso a su fenomenología, pero deteniéndose en una visión determinista. Así mismo, Kant señaló el camino a Schopenhauer.​5

Experimentos científicos de Rhine

La prueba decisiva para la existencia de vinculaciones acausales reside en los experimentos científicos de Joseph Banks Rhine efectuados a partir de cartas, aunque también fueron utilizados dados.

6

Se describe la sincronicidad «como una relación entre tiempo y espacio psíquicamente condicionada».

7

UN RELATO MODELO DE JUNG EN SU LIBRO:

Una joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño, yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo. Era la analogía más próxima a un escarabajo de oro que pueda darse en nuestras latitudes, a saber, un escarabeido (crisomélido), la Cetonia aurata, la «cetonia común», que al parecer, en contra de sus costumbres habituales, se vio en la necesidad de entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. Tengo que decir que no me había ocurrido nada semejante ni antes ni después de aquello, y que el sueño de aquella paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia.

8

El factor emocional resulta ser altamente significativo. La afectividad está basada en el arquetipo.

9

Debe diferenciarse el término sincronicidad o simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal de sincronismo o mera simultaneidad de dos sucesos.

La sincronicidad implicaría de este modo la simultaneidad de un estado psíquico con uno o varios sucesos externos cuyo sentido parece paralelo a la subjetividad psíquica, o viceversa.​

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El fenómeno de la sincronicidad se fundamenta en la simultaneidad de dos estados psíquicos diferentes:

Uno es el normal.

Otro es la vivencia crítica.

Constaría así mismo de dos factores:​

Una imagen inconsciente accede a la consciencia directamente o simbolizada como sueño, ocurrencia o presentimiento.

Una situación objetiva coincide con dicho contenido psíquico.

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PRECURSORES DE LA SINCRONICIDAD

 

A tal efecto inicia Jung un recorrido histórico que se inicia en oriente y continua paralelamente en occidente, hasta que a lo largo del siglo XVIII se convirtió la causalidad en el principio exclusivo de las ciencias naturales.

Filosofía china: el Tao o sentido, Lao-Tsé: Tao Te King. Ch´uang-Tsé. La nada que ordena el mundo sensorial, concepción taoísta de la totalidad, teoría filosófico-natural medieval de la correspondencia, la simpatía de todas las cosas.

Filón de Alejandría: el hombre como microcosmos que contiene las imágenes de las naturalezas de las estrellas.

Teofrasto: lo suprasensorial y sensorial unidos por la divinidad.

Plotino: almas individuales procedentes de una única alma universal.

Pico della Mirandolla: el hombre como vínculo y unión de tres mundos: supracelestial, celestial y sublunar.

Agrippa de Nettesheim: «Omnia plena diis esse»: todo está lleno de dioses. El alma del mundo como espíritu que todo lo penetra.

Agrippa influirá en  Paracelso en su concepción de la correspondencia entre macrocosmos y microcosmos y en su necesaria apreciación tanto en el filósofo como sobre todo en el médico.

Johann Kepler cita a Aristóteles: el mundo inferior unido al cielo, sus fuerzas gobernadas desde arriba. Correspondencia fundamentada en la tierra, animada por el anima telluris.

Leibniz: armonía preestablecida o sincronismo absoluto entre sucesos psíquicos y físicos (mónadas).

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Jung: La sincronicidad constituye en sí misma «una magnitud sumamente abstracta e inmaterializable».

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 Posibles explicaciones de la sincronicidad:

Procesos físicos generan la psique.

Psique inmaterial que determina procesos físicos.

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En conclusión, la clásica imagen física tríadica del mundo compuesta de espacio, tiempo y causalidad se convertiría en una tétrada o cuaternio al unírsele la sincronicidad. Ello posibilitaría un juicio global que se aproximaría a un concepto unitario del ser eliminándose la incompatibilidad entre sujeto y objeto.

15

Jung:La revolución de la física conllevará, sin embargo, una revisión del esquema clásico. Será conjuntamente con el catedrático en física Wolfgang Pauli como llegue a proponerse un nuevo cuaternio que satisfaga los postulados de la física moderna y los de la psicología.

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«La sincronicidad en sentido estricto sólo es un caso especial de un orden general acausal que da lugar a actos de creación en el tiempo».​

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Debe  evitarse interpretar toda situación aparentemente sin causa como acausal. La sincronicidad solo acontece cuando ni siquiera es pensable una causa. Es decir, dicha «falta de explicación» incluye:

Una causa desconocida.

Dicha causa no es pensable intelectualmente.

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Modalidades

Todo fenómeno sincronístico puede clasificarse en tres categorías:

 

1.     Coincidencia psíquica simultánea del observador con un acontecimiento exterior que se corresponde con dicho estado psíquico, sin que medie entre ambos ninguna vinculación causal.

2.     Coincidencia psíquica más o menos simultánea con un acontecimiento exterior distante en el espacio y verificable a posteriori.

3.     Coincidencia psíquica con un acontecimiento distante en el tiempo y verificable a posteriori.

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Críticas:

1.      La revisión de Fritz Levi de 1952 en el Neue Schweizer Rundschau criticó la teoría de la sincronicidad de Jung como vaga en la determinabilidad de eventos sincronísticos: el hecho de que Jung nunca explicase de manera explícita su rechazo hacia la "causalidad mágica", con la que un principio tan acausal como la sincronicidad debería estar relacionado, y también cuestionó la utilidad de la teoría.

2.     Una posible explicación de la percepción de Jung de que las leyes de la probabilidad parecían desmoronarse con algunas coincidencias​ se puede apreciar en la Ley de Littlewood.(Una persona experimenta un milagro por mes).

3.     En psicología y ciencia cognitiva, el sesgo de confirmación es una tendencia a buscar o interpretar nueva información de manera que confirme las ideas preconcebidas propias y evite información e interpretaciones que contradigan creencias previas. Es un tipo de sesgo cognitivo y representa un error de inferencia inductiva, o como una forma de sesgo de selección hacia la confirmación de la hipótesis bajo estudio o refutación de una hipótesis alternativa. El sesgo de confirmación es relevante en la enseñanza del pensamiento crítico, pues este se ejecuta incorrectamente si un escrutinio crítico riguroso es aplicado sólo para evidenciar el desafío de una idea preconcebida, pero no para evidenciar lo que la apoya.

4.     Wolfgang Pauli, un científico que en su vida profesional fue severamente crítico con el sesgo de confirmación, emprendió algún esfuerzo en investigar el fenómeno, siendo coautor con Jung de una obra sobre el tema. Algunas pruebas que Pauli citó eran que ideas que se producían en sus sueños tendrían analogías sincronísticas en la correspondencia posterior con colaboradores distantes.

5.     Se ha afirmado que la teoría de la sincronicidad, de la psicología analítica de Jung, es equivalente a la intuición intelectual.

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Investigación

Un estudio de 2018 realizado por el Dr. Gunnar Immo Reefschläger muestra que el concepto de sincronicidad encuentra aplicación clínica en las psicoterapias en forma de un enfoque de interpretación específico de Jung. Ya la idea conceptual de la sincronicidad ofrece al terapeuta una herramienta terapéutica adicional para integrar las coincidencias significativamente experimentadas entre él y el paciente en una narrativa subjetiva, que puede ser experimentada por el paciente como significativa. Si un momento sincrónico es reconocido con sensibilidad, tematizado e interpretado como tal, puede tener consecuencias positivas para la relación terapéutica y la terapia.

Fuentes:

Jung, C (2016) Sincronicidad como principio de conexioned acausales. Montevideo. Uruguay: Editorial La Redota.

Wikipedia.

 

viernes, 14 de febrero de 2025

LOS COMPLEJOS Y EL INCONSCIENTE (1944)

 

LOS COMPLEJOS Y EL INCONSCIENTE (1944)

 Edgardo Rafael Malaspina Guerra


1

 Carl Gustav Jung recurre a la medicina, la psicología, la historia, la religión, la mitología y la filosofía para penetrar en lo más profundo del alma humana. La vida va más allá de la condición materialista que vemos y palpamos.

En “Los complejos y el inconsciente”, Jung habla de la psicología analítica, los sueños, el consciente y el inconsciente, los tipos psicológicos, la psicoterapia, la filosofía oriental como cuna de  las ideas primarias sobre el alma, la espiritualidad y la psiquis en general.

2

El inconsciente  comprende los deseos reprimidos, los instintos y las sombras. Alrededor del inconsciente giran los arquetipos y el inconsciente colectivo.

3

Los arquetipos son imágenes simbólicas universales, emanadas del inconsciente colectivo.

4

El inconsciente colectivo es la experiencia hereditaria, sin fronteras individuales y culturales.

5

Los arquetipos modelan el comportamiento humano y los mecanismos del pensamiento.

El arquetipo del Héroe es el viaje en búsqueda de nosotros mismo.

La Sombra es nuestro lado oscuro, la parte que no queremos mostrar a los demás.

6

Los sueños nos llevan hasta el inconsciente, personal y colectivo (y hasta los arquetipos).

Los sueños, con sus símbolos, nos informan de asuntos que no conocíamos.

Los sueños nos traen mensajes para nuestro autoconocimiento.

La interpretación de un sueño puede tener propiedades curativas, y debe circunscribirse al marco vital del soñador, concatenado con la mitología.

Desarrolló una técnica conocida como amplificación, donde las imágenes del sueño se comparan con motivos mitológicos y culturales para desentrañar  significados más profundos.

7

Los tipos psicológicos comprenden la  extraversión e introversión. En la primera categoría se ubican las personas amantes de las relaciones sociales. En la segunda están los solitarios y contemplativos.

8

Las cuatro funciones psicológicas son:

1.     Pensamiento.

2.     Sentimiento.

3.     Sensación.

4.     Intuición.

 La sensación es:

1.     Percepción a través de los sentidos.

2.     Información concreta.

La intuición es:

1.     Percepción a través del inconsciente.

2.     Ideas abstractas.

3.     Teorías.

 

9

 

 La  psicoterapia es autodescubrimiento para llegar a la individuación: integración del consciente y el inconsciente para desvelar el verdadero yo.

10

Las religiones y filosofías orientales proporcionan los elementos espirituales a la psicología occidental, racional y materialista.

Jung apreció mucho la meditación, la disciplina mental  y el concepto de la atención plena: ser completamente consciente de lo que sucede en el momento, de todo lo que sucede dentro suyo y todo lo que sucede a su alrededor.

11

El problema existencial del hombre moderno es la falta de espiritualidad. La satisfacción de las necesidades materiales no basta para alcanzar la felicidad. Para realizarse faltan los sueños y la mitología.

Las religiones y los mitos consuelan. Ante el misterio de la muerte está la creencia en el  “más allá”, uin verdadero bálsamo.

El materialismo y el racionalismo  son una incertidumbre existencial y vacío espiritual.

FRASES Y PÁRRAFOS QUE ME GUSTARON.

1

La convicción moderna de la primacía de lo físico conduce, en último término, a una psicología sin alma, es decir, a una psicología en la que lo psíquico no podrá ser sino un efecto bioquímico.

2

La idea de la inmortalidad del alma, por inaudita que nos parezca, no tiene nada de sorprendente para el empirismo primitivo. El alma es, sin duda, algo extraño; no está localizada en el espacio, mientras que todo lo que existe ocupa una cierta extensión.

3

Una verdadera curación no se puede, pues, esperar de un tratamiento que considere sólo los

síntomas; sólo se puede esperar del tratamiento de la personalidad total . Recuerdo, a este respecto, un caso muy instructivo: se trataba de un joven extremadamente inteligente que, habiéndose entregado con interés a un estudio concienzudo de la literatura médica sobre el tema, había realizado un análisis circunstanciado de su neurosis. Me trajo el resultado de sus reflexiones en forma de una monografía notablemente escrita y, por así decirlo, lista para la imprenta. Me rogó que leyera su manuscrito y que le dijera por qué no estaba todavía curado cuando sus conocimientos científicos le decían que debía estarlo. Tras la lectura tuve que confesarle que si a un enfermo le bastara para curarse, comprender la estructura causal de su neurosis, desde luego él debería estar incontestablemente libre de sus males. Si no le estaba, ello se debía sin duda a algún error cardinal concerniente a su actitud general respecto a la vida y situado aparentemente al margen de la etiología sintomática de su neurosis.

4

La conciencia es, por naturaleza, una especie de capa superficial, de epidermis flotante sobre el inconsciente, que se extiende en las profundidades, como un vasto océano de una continuidad perfecta. Kant lo había presentido: para él, el inconsciente es el dominio de las representaciones oscuras que constituyen la mitad de un mundo. Si juntamos el consciente y el inconsciente, abarcamos casi todo el dominio de la psicología.

5

Los miembros de ciertas tribus negras primitivas pretenden que el pensamiento tiene su asiento en el vientre; son tan primitivos e inconscientes que sólo la actividad psíquica que les afecta a las entrañas llega hasta su conciencia y es considerada como expresión de la psique. Así, cuando algo les estomaga, «les muele el hígado» o les crea ciertos trastornos funcionales del abdomen, lo perciben y concluyen de ello que es ahí, en el abdomen, donde está localizada la psique.

Nota de ERMG: Ahora sabemos que: Conocido con el nombre de “segundo cerebro”, el intestino tiene 200 millones de neuronas (sistema nervioso entérico), alberga miles de millones de bacterias intestinales y se comunica constantemente con nuestro cerebro y viceversa.

6

La filosofía, la historia, la historia de las religiones, las ciencias naturales, no me sirven sino para la representación de los encadenamientos y de la fenomenología psíquicos. Sí, por ventura, yo empleo un concepto de Dios o un concepto, igualmente metafísico, de Energía, es porque me veo forzado a ello, pues ambos son magnitudes que preexisten en el alma desde el comienzo. No me canso de repetir que ni la ley moral, ni la idea de Dios, ni religión alguna le han llegado al hombre jamás del exterior, como caídas del cielo; al contrario, el hombre, desde su origen, lleva todo esto en sí, y es por ello porl o que, extrayéndolo de sí mismo, lo recrea siempre de nuevo.

7

Para la interpretación de un sueño es indispensable un conocimiento exacto de la situación consciente que le corresponde; del mismo modo, para penetrar su simbolismo, es también importante tomar en consideración las convicciones filosóficas, religiosas y morales del sujeto consciente. Nunca se recomendará bastante que no se considere el simbolismo del sueño en la práctica de forma semiótica, es decir, que no se vea en los símbolos, signos o síntomas una significación y caracteres fijos; los símbolos del sueño— verdaderos símbolos—son las expresiones de contenidos que el consciente todavía no ha aprehendido ni encerrado en la fórmula de algún concepto; además, deben ser considerados bajo el ángulo de su relatividad, en función de la situación consciente momentánea.

8

Los sueños son manifestaciones que, bien analizadas, corresponden a los complejos. El sueño surge mientras dormimos, estado que nos sume en una inconsciencia aparente, pero que nos deja, sin embargo, un resto de actividad psíquica; mientras se duerme se procede al desarrollo de la imaginación onírica y a su fijación incierta, desde luego, por el recuerdo.

9

No es armándose hasta los dientes, cada una por su lado, como las naciones podrán a la larga preservarse de las horribles catástrofes que son las guerras modernas. Las armas almacenadas reclaman la guerra.

10

Estoy convencido de que el estudio científico del alma es la ciencia del futuro.

miércoles, 12 de febrero de 2025

RECUERDOS, SUEÑOS Y PENSAMIENTOS . RESUMEN DEL PROPIO JUNG

 

RECUERDOS, SUEÑOS Y PENSAMIENTOS.

RESUMEN DEL PROPIO JUNG.

ERMG


 

1

Cuando se dice que soy sabio o un «erudito» yo no puedo aceptarlo.

 Una vez alguien llenó un sombrero con agua de un torrente. ¿Qué significa esto? Yo no soy este torrente, pero yo no hago nada. Lo demás hombres están junto al mismo torrente, pero piensan las más de las veces que ellos mismos lo hicieron. Yo no hago nada.

2

Existe una antigua hermosa leyenda de un rabí ante el que acudió un discípulo y le preguntó: «Antiguamente, hubo hombres que vieron a Dios: ¿por qué hoy no los hay?» El rabí respondió: «Porque hoy nadie puede humillarse tanto.»

3

La diferencia de la mayoría entre los demás hombres y yo consiste en que mis «tabiques» son transparentes. Esta es mi peculiaridad. En los demás frecuentemente son tan espesos que no ven nada tras ellos y por ello creen que allí no hay nada. Yo percibo en cierto modo los procesos del subconsciente y por ello tengo seguridad interna.

 El que no ve nada, tampoco tiene seguridad, ni puede sacar conclusión alguna o no confía en las propias conclusiones.

4

Yo no sé qué es lo que ha hecho que yo pueda percibir el fluir de la vida. Fue quizás el inconsciente mismo. Quizás fueron los primeros sueños. Influyeron en mí desde el principio.

5

La soledad no nace porque uno no tenga a nadie a su alrededor, sino más bien porque las cosas que a uno le parecen importantes no puede comunicarlas a los demás, o considera válidas ideas que los demás tienen por improbables.

6

El aislamiento comenzó con la vivencia de mis primeros sueños y alcanzó su punto, su punto culminante, en la época en que me ocupé del inconsciente. Cuando un hombre sabe más que los demás Se queda solo. Pero la soledad no surge necesariamente en oposición a la comunidad, puesto que nadie siente más la comunidad que el solitario, y la comunidad florece tan sólo allí donde cada individuo rememora su propia singularidad y no se identifica con los demás.

7

Es importante que tengamos un secreto y el presentimiento de algo incognoscible. Ello llena la vida de algo impersonal, de un numinoso. Quien no ha experimentado esto se ha perdido algo importante.

8

 El hombre debe percibir que vive en un mundo que en cierto sentido es enigmático. Que en él suceden y pueden experimentarse cosas que permanecen inexplicables, y no tan sólo las cosas que acontecen dentro de lo que se espera.

9

 Lo inesperado y lo inaudito son propios de este mundo. Sólo entonces la vida es completa.

10

 No tuve —excepto en mis pacientes— paciencia con los hombres. Debía seguir siempre la ley

interna que se me había impuesto y no me dejaba libertad de elección. Es verdad que no siempre la seguí.

11

Por muchos hombres pude interesarme vivamente pero en cuanto había penetrado en su interior el encanto desaparecía. De este modo me he hecho muchos enemigos.

12

El hombre creador está entregado, carece de libertad, está encadenado y es aguijoneado por el demonio.

13

La falta de libertad despertó en mí una gran tristeza. Con frecuencia me imaginaba estar en un campo de batalla.

14

Relleno mi pipa en la tabaquera de mi abuelo y conservo todavía su bastón de montaña adornado con un cuernecito de gamuza que se trajo de Pontresina, por ser él allí uno de los primeros veraneantes. Estoy contento de que mi vida haya transcurrido así. Fue una vida rica y me ha aportado muchas cosas. ¿Cómo hubiera podido esperar tanto? Fueron cosas puramente inesperadas las que sucedieron. Mucho hubiera podido quizás ser de otro modo, si yo mismo hubiese sido otro. Pero fue como debía ser; pues es por ello que soy como soy. Mucho ha surgido intencionadamente y no siempre resultó ventajoso para mí.

15

Me arrepiento de muchas tonterías que han sido causadas por mi obstinación, pero si no hubiera sido por ellas no hubiera alcanzado mi objetivo. Así, pues, estoy desilusionado y no estoy desilusionado. Estoy desilusionado de los hombres y yo mismo he logrado realizar más de lo que esperaba. No puedo formarme un juicio definitivo porque el fenómeno de la vida y el fenómeno del hombre son demasiado grandes.

16

Cuanto más avanzaba en edad, menos me comprendía, o me reconocía o sabía de mí. De mí estoy asombrado, desilusionado, contento. Estoy triste, abatido, entusiasmado. Yo soy todo esto también y no puedo sacar la suma.

17

No estoy en condiciones de comprobar un valor o una imperfección definitiva, no tengo juicio alguno sobre mi vida ni sobre mí. De nada estoy seguro del todo. No tengo convicción alguna definitiva, propiamente de nada. Sólo sé que nací y existo y me da la sensación de que soy llevado.

18

Existo sobre la base de algo que no conozco. Pese a todo la inseguridad, siento una solidez en lo existente y una continuidad en mi ser.

19

El mundo en el que nacemos es rudo y cruel y al mismo tiempo de belleza divina. Es cuestión de temperamento creer qué es lo que predomina: el absurdo o el sentido. Si el absurdo predominara se desvanecería en gran medida el sentido de la vida en rápida evolución. Pero tal no es —o no me parece ser— el caso. Probablemente, como en todas las cuestiones metafísicas, ambas cosas son ciertas: la vida es sentido y absurdo o tiene sentido y carece de él. Tengo la angustiosa esperanza de que el sentido prevalecerá y ganará la batalla.

20

Cuando Lao Tse dice: «Todos son claros, sólo yo soy opaco», eso es lo que siento a mi avanzada edad. Lao Tse es el ejemplo de un hombre con inteligencia superior que vio y experimentó el valor y la imperfección y que deseaba al fin de su vida volver a su propio ser, al sentido eterno incognoscible. El arquetipo del anciano que ha visto ya bastante es eternamente verdadero. En cada grado de inteligencia aparece este tipo y es idéntico a sí mismo, tanto si es un viejo campesino o un gran filósofo como Lao Tse. Así, pues, la ancianidad es una limitación. Y sin embargo, existen tantas cosas que me satisfacen: las plantas, los animales, las nubes, el día, la noche y lo eterno en el hombre. Cuanto más inseguro sobre mí mismo me sentía, más crecía en mí un sentimiento de afinidad con todas las cosas. Si, se me antoja como si aquella singularidad que me ha separado del mundo durante tanto tiempo hubiera emigrado a mi mundo interno y me hubiera revelado una inesperada ignorancia acerca de mí mismo.