RECUERDOS,
SUEÑOS Y PENSAMIENTOS.
RESUMEN
DEL PROPIO JUNG.
ERMG
1
Cuando
se dice que soy sabio o un «erudito» yo no puedo aceptarlo.
Una vez alguien llenó un sombrero con agua de
un torrente. ¿Qué significa esto? Yo no soy este torrente, pero yo no hago
nada. Lo demás hombres están junto al mismo torrente, pero piensan las más de
las veces que ellos mismos lo hicieron. Yo no hago nada.
2
Existe
una antigua hermosa leyenda de un rabí ante el que acudió un discípulo y le
preguntó: «Antiguamente, hubo hombres que vieron a Dios: ¿por qué hoy no los
hay?» El rabí respondió: «Porque hoy nadie puede humillarse tanto.»
3
La diferencia de la mayoría entre los demás hombres y yo consiste en que mis «tabiques» son transparentes. Esta es mi peculiaridad. En los demás frecuentemente son tan espesos que no ven nada tras ellos y por ello creen que allí no hay nada. Yo percibo en cierto modo los procesos del subconsciente y por ello tengo seguridad interna.
El que no ve nada, tampoco tiene seguridad,
ni puede sacar conclusión alguna o no confía en las propias conclusiones.
4
Yo
no sé qué es lo que ha hecho que yo pueda percibir el fluir de la vida. Fue quizás
el inconsciente mismo. Quizás fueron los primeros sueños. Influyeron en mí
desde el principio.
5
La
soledad no nace porque uno no tenga a nadie a su alrededor, sino más bien porque
las cosas que a uno le parecen importantes no puede comunicarlas a los demás, o
considera válidas ideas que los demás tienen por improbables.
6
El
aislamiento comenzó con la vivencia de mis primeros sueños y alcanzó su punto,
su punto culminante, en la época en que me ocupé del inconsciente. Cuando un
hombre sabe más que los demás Se queda solo. Pero la soledad no surge
necesariamente en oposición a la comunidad, puesto que nadie siente más la
comunidad que el solitario, y la comunidad florece tan sólo allí donde cada
individuo rememora su propia singularidad y no se identifica con los demás.
7
Es importante que tengamos un secreto y el presentimiento de algo incognoscible. Ello llena la vida de algo impersonal, de un numinoso. Quien no ha experimentado esto se ha perdido algo importante.
8
El hombre debe percibir que vive en un mundo
que en cierto sentido es enigmático. Que en él suceden y pueden experimentarse cosas
que permanecen inexplicables, y no tan sólo las cosas que acontecen dentro de
lo que se espera.
9
Lo inesperado y lo inaudito
son propios de este mundo. Sólo entonces la vida es completa.
10
No tuve —excepto en mis pacientes— paciencia
con los hombres. Debía seguir siempre la ley
interna
que se me había impuesto y no me dejaba libertad de elección. Es verdad que no
siempre la seguí.
11
Por
muchos hombres pude interesarme vivamente pero en cuanto había penetrado en su
interior el encanto desaparecía. De este modo me he hecho muchos enemigos.
12
El
hombre creador está entregado, carece de libertad, está encadenado y es
aguijoneado por el demonio.
13
La
falta de libertad despertó en mí una gran tristeza. Con frecuencia me imaginaba
estar en un campo de batalla.
14
Relleno
mi pipa en la tabaquera de mi abuelo y conservo todavía su bastón de montaña
adornado con un cuernecito de gamuza que se trajo de Pontresina, por ser él
allí uno de los primeros veraneantes. Estoy contento de que mi vida haya
transcurrido así. Fue una vida rica y me ha aportado muchas cosas. ¿Cómo
hubiera podido esperar tanto? Fueron cosas puramente inesperadas las que
sucedieron. Mucho hubiera podido quizás ser de otro modo, si yo mismo hubiese
sido otro. Pero fue como debía ser; pues es por ello que soy como soy. Mucho ha
surgido intencionadamente y no siempre resultó ventajoso para mí.
15
Me
arrepiento de muchas tonterías que han sido causadas por mi obstinación, pero
si no hubiera sido por ellas no hubiera alcanzado mi objetivo. Así, pues, estoy
desilusionado y no estoy desilusionado. Estoy desilusionado de los hombres y yo
mismo he logrado realizar más de lo que esperaba. No puedo formarme un juicio
definitivo porque el fenómeno de la vida y el fenómeno del hombre son demasiado
grandes.
16
Cuanto
más avanzaba en edad, menos me comprendía, o me reconocía o sabía de mí.
De
mí estoy asombrado, desilusionado, contento. Estoy triste, abatido, entusiasmado.
Yo soy todo esto también y no puedo sacar la suma.
17
No
estoy en condiciones de comprobar un valor o una imperfección definitiva, no
tengo juicio alguno sobre mi vida ni sobre mí. De nada estoy seguro del todo.
No tengo convicción alguna definitiva, propiamente de nada. Sólo sé que nací y
existo y me da la sensación de que soy llevado.
18
Existo
sobre la base de algo que no conozco. Pese a todo la inseguridad, siento una
solidez en lo existente y una continuidad en mi ser.
19
El
mundo en el que nacemos es rudo y cruel y al mismo tiempo de belleza divina. Es
cuestión de temperamento creer qué es lo que predomina: el absurdo o el
sentido. Si el absurdo predominara se desvanecería en gran medida el sentido de
la vida en rápida evolución. Pero tal no es —o no me parece ser— el caso.
Probablemente, como en todas las cuestiones metafísicas, ambas cosas son
ciertas: la vida es sentido y absurdo o tiene sentido y carece de él. Tengo la
angustiosa esperanza de que el sentido prevalecerá y ganará la batalla.
20
Cuando
Lao Tse dice: «Todos son claros, sólo yo soy opaco», eso es lo que siento a mi
avanzada edad. Lao Tse es el ejemplo de un hombre con inteligencia superior que
vio y experimentó el valor y la imperfección y que deseaba al fin de su vida
volver a su propio ser, al sentido eterno incognoscible. El arquetipo del
anciano que ha visto ya bastante es eternamente verdadero. En cada grado de
inteligencia aparece este tipo y es idéntico a sí mismo, tanto si es un viejo
campesino o un gran filósofo como Lao Tse. Así, pues, la ancianidad es una limitación.
Y sin embargo, existen tantas cosas que me satisfacen: las plantas, los
animales, las nubes, el día, la noche y lo eterno en el hombre. Cuanto más
inseguro sobre mí mismo me sentía, más crecía en mí un sentimiento de afinidad
con todas las cosas. Si, se me antoja como si aquella singularidad que me ha
separado del mundo durante tanto tiempo hubiera emigrado a mi mundo interno y
me hubiera revelado una inesperada ignorancia acerca de mí mismo.
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