FILOSOFÍA

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martes, 22 de enero de 2019

DE LA ECONOMÍA DEL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA A LA ECONOMÍA COTIDIANA Y PEDESTRE.


DE LA ECONOMÍA DEL  MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA  A LA ECONOMÍA COTIDIANA Y PEDESTRE.
Edgardo Malaspina
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En el Manifiesto del Partido Comunista (1848) Marx y Engels hablan, entre otras cosas, de las leyes del desarrollo social, la lucha de clases y explican que la propiedad privada es la causa de todos los males y por lo tanto hay que abolirla. Veamos: “Los proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales sino aboliendo el modo de apropiación en vigor y, por tanto, todo modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente”.
El punto clave está en la palabra “destruir”. Cualquiera sabe que eso es muy fácil. Lo difícil es el antónimo de ese verbo: “construir”. Todos los países que se declararon socialistas (estrictamente alrededor de treinta) y aplicaron las idea de expropiación planteada en el Manifiesto terminaron en la ruina; y sólo pudieron revertir la inopia de sus habitantes devolviendo lo expropiado.
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Los especialistas dicen que la economía de un país es el reflejo de lo que hace su gobierno. Muy poco depende de las fuerzas exteriores. Venezuela es el país con la alta inflación en el mundo.
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Los economistas afirman que la hiperinflación se derrota de dos maneras: cambiando la política económica desastrosa del gobierno o cambiando el gobierno de la política económica desastrosa.
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Cuando hay control de cambio surge el mercado negro. Los países socialistas tenían control de cambio y también tenían mercado negro. No existía internet, por lo tanto ninguna página determinaba el precio del dólar, pero todo el mundo lo sabía: la escasez marcaba la pauta: hay poca harina, entonces los que la tenían la vendían bien cara.
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Cuando un gobierno aumenta los sueldos sin aumentar la producción, entonces los precios de los productos se elevan. Veamos un ejemplo sencillo. El gobierno decreta un aumento de sueldos, entonces el amo de una quesera  debe pagar ese aumento a sus trabajadores. ¿De dónde sacará el amo de la quesera el dinero para pagar ese amento? Sólo hay una manera: aumentando el precio del queso. El comprador le echará la culpa al vendedor de queso, ignorando al verdadero culpable o la mano que mece la cuna: el gobierno, el cual continuará con su círculo vicioso hasta llevarnos a la ruina total: así es más fácil doblegarnos. Así es más fácil mantenerse en el poder.
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El gobierno se dice antiimperialista, pero los precios de los productos y servicios están dolarizados, no así lo sueldos. Los extremos se unen.
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La guerra económica la hacen los propios chavistas, especialmente los que se llevaron nuestros dineros para Andorra y otros paraísos -bancos. Allí está el tuerto, la enfermera y una caterva de exministros de MPP de cualquier cosa que viven su exilio dorado “con sus ahorros”. La justicia mundial cada día descubre un nuevo caso. Son millones y millones de dólares expoliados de las arcas de la nación. He allí la explicación de la miseria de Venezuela.
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Una economía enferma no se subsana sin una ayuda externa, dicen los economistas fundamentando esta tesis sobre una amplia práctica mundial.
Pero si el gobierno que recibe la ayuda persiste en continuar con sus esquemas socialistas, entonces la derrota está garantizada: Cuba recibió de la URSS una ayuda equivalente a cinco planes Marshall y continúa hundida en la miseria.
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¿Por qué otro país no tiene los problemas económicos que tiene Venezuela?
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Las distorsiones de las economías que siguen las recetas de Marx llegan hasta el surrealismo. Aquí se vende el dinero en efectivo, y en otras latitudes sucedieron cosas dignas de Ripley (Aunque usted no lo crea). Vaya esta anécdota de ejemplo:
En Moscú un señor vendía su mercancía y vociferaba: ¡Bombillos quemados, muy baratos! Cuando uno se acercaba y preguntaba para qué podía servir un bombillo quemado, el señor explicaba inmediatamente:
-Te lo llevas al trabajo, quitas el bueno de tu oficina, colocas el quemado, nadie se dará cuenta y ya tienes un bombillo para tu casa.
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Para saber cómo va la economía venezolana no hace falta ser especialista en esta seria disciplina. Basta con caminar viendo el suelo: ya están rodando por las calles los billetes de dos y cinco soberanos. Economía cotidiana y pedestre, pues.



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