FILOSOFÍA

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domingo, 1 de noviembre de 2020

AURORA

 


 

 

AURORA: REFLEXIONES SOBRE LOS PREJUICIOS MORALES. (1881)

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

“Un libro como este no se ha escrito para ser leído de prisa, de un tirón, ni en alta voz. Hay que abrirlo muchas veces, sobre todo mientras paseamos o viajamos. Es necesario poder sumergirse en él, mirar luego a otra parte y no encontrar a nuestro alrededor nada de lo que nos es habitual”.

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“Aurora. Reflexiones morales” fue publicado por Nietzsche en 1881. Primero llamó su obra “Sombra de Venecia” , pero un verso del Rig Veda lo hizo cambiar de opinión. En cinco capítulos y 575 aforismos habla de las costumbres, la moral, los preceptos morales, las virtudes y su origen, la fe, la historia universal, la crueldad, el conocimiento, la genialidad y la locura, la belleza, los animales, el matrimonio, el pecado, la evolución del hombre, el espíritu definido como todo lo que nos une a la naturaleza, el origen de las religiones (Arremete el largos párrafos contra el cristianismo), la música, la cosa en sí kantiana, la compasión (la ataca despiadadamente; no obstante, tuvo compasión con un caballo cuando finalizaban sus días de lucidez, y sus amigos y familiares le tuvieron gran compasión cuando enfermó.), las razas, el amor, la fisiología del sueño, las comidas, el suicidio, y cualquier otro tema filosófico o simplemente de la vida cotidiana.

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“¡Hay tantas auroras que aún no han despuntado!”. (Rig Veda).

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“Aurora marca un hito entre un mundo antiguo y un mundo nuevo”.(Lou Andreas-Salomé.)

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 “La crítica de Nietzsche a la moral se centra en un remontarse a las fuentes, método llamado genealógico que, según Jean Beaufret, fue el más constantemente empleado por Nietzsche. Es de añadir que esta genealogía no implica solamente una historia —aun cuando pueda, y aún deba, suponer una historia—, sino, sobre todo, un bucear en el ser del hombre como individuo histórico”. ( Enrique López Castellón).

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Las cuatro virtudes cardinales nos exigen: que seamos leales con nosotros mismos y con los que siguen siendo amigos nuestros; valientes frente al enemigo; generosos con el vencido; corteses en todo momento

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-El cristianismo convirtió las desgracias en pecados.

-Dios creó al hombre. El hombre creó el pecado, entonces Dios es el abuelo del pecado.

-Dios no es claro ni preciso en su revelaciones.

-Cada uno puede cumplir el papel de Dios como confesor.

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Este libro es obra de un hombre subterráneo, de un hombre que taladra, que socava y que roe.

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Un libro y un problema como estos no tienen prisa; además, tanto mi libro como yo somos amigos de la lentitud. No en vano he sido filólogo, y tal vez lo siga siendo. La palabra “filólogo” designa a quien domina tanto el arte de leer con lentitud que acaba escribiendo también con lentitud

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Leer bien, es decir, despacio, profundizando, movidos por intenciones profundas, con los sentidos bien abiertos, con unos ojos y unos dedos delicados. Pacientes amigos míos, este libro no aspira a otra cosa que a tener lectores y filólogos perfectos. ¡Aprended, pues, a leerme bien!

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El dolor tiene algo de humillante.

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Unos gobiernan por el placer de gobernar; otros, para no ser gobernados.

12

Los mendigos molestan cuando no les das limosnas, y también cuando les das.

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Historia:

- Facta! ¡Si facta, ficta! El historiador no tiene que considerar los acontecimientos tal como se han producido, sino como él cree que sucedieron, pues así es como ejercen un efecto. Lo mismo ocurre con los presuntos héroes. Lo que llamamos historia universal no es más que la exposición de opiniones presuntas sobre hechos también presuntos, que, a su vez, han generado opiniones y hechos cuya realidad se esfuma de inmediato, no obrando más que como un vapor. Es un constante producir fantasmas entre las espesas nubes de una realidad impenetrable. Todos los historiadores cuentan cosas que no han sucedido más que en su imaginación.

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Las cosas más simples son las más complicadas, por mucho que ello nos asombre.

15

 La moral no es otra cosa que la obediencia a las costumbres, cualesquiera que sean, y estas no son más que la forma tradicional de comportarse y de valorar.

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Locura:

-Casi siempre ha sido la locura la que ha abierto el camino a las nuevas ideas, la que ha roto la barrera de una costumbre o de una superstición venerada.

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El pensador precisa imaginación, arrebato, abstracción, espiritualidad, inventiva, presentimiento, inducción, dialéctica, deducción, crítica, división del material, pensamiento impersonal, contemplación y síntesis.

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Medicina:

La enfermedad más grave que padecen los seres humanos tiene su origen en la lucha contra las enfermedades: a largo plazo, los presuntos remedios ocasionan consecuencias peores que las que trataban de evitar. Por ignorancia se han considerado como remedios narcóticos y anestésicos de acción rápida, a los que se ha llamado calmantes, sin caer en la cuenta de que no tenían un carácter puramente curativo. No se ha considerado que este alivio pasajero produce a veces una profunda y generalizada alteración de la salud; que el enfermo padece los efectos de la embriaguez; luego, los de la ausencia de esta, y, por último, una sensación de ansiedad y opresión, temblores nerviosos y malestar general.

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Es peligroso fijar los conocimientos por debajo de los sentimientos.

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“No quiero ser esclavo de un apetito”, escribió Byron en su diario.

21

Quien sufre mucho y se siente, en cierta medida, prisionero de su dolor, mira hacia afuera con extrema frialdad.

22

Vivir es inventar.

23

La vida en estado de vigilia no posee la misma libertad de interpretación que la vida del ensueño, pero menos poética.

24

 

Confundimos las cosas al llamar compasión al dolor que nos causa el espectáculo de la miseria ajena, que puede ser de muchas clases, pues semejante dolor no lo sufre quien nos lo produce; nos pertenece, como a él le pertenece su miseria.

25

Observar y tomar como si fueran nuestros los acontecimientos de la vida de los demás, reivindicando una filosofía de la compasión, nos arruinaría en poco tiempo.

26

El duelo es la única forma honrosa de suicidio que nos queda. La pena es que constituye un medio poco directo y no siempre seguro.

27

 Por lo general no hay nada más eficaz contra el amor que el viejo y radical remedio de corresponder a ese amor.

28

El arte es autoengaño voluntario.

29

El individuo de hábitos aristocráticos, sea hombre o mujer, no se entrega al abandono, recostándose, por ejemplo, en los cojines del vagón, cuando viaja en tren, ni da muestras de cansancio por estar de pie horas enteras en la corte; decora y dispone su casa, no guiándose por la comodidad, sino para que produzca la impresión de que se trata de algo amplio e imponente, de una morada apta para alojar a seres más grandes y más longevos que el común de los mortales.

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El filósofo antiguo decía: Nihil admiran (“No hay que admirar nada”). Esta frase encierra toda una filosofía. Un alemán, Schopenhauer, llega a afirmar lo contrario: Admiran est philosophari (“Filosofar es admirar”).

31

A los que sueñan con la inmortalidad:  Bastaría que hubiera un solo hombre que fuese inmortal para provocar en todo lo que le rodease tal repugnancia, que generaría una verdadera epidemia de suicidios.

32

En cuanto hay un hombre desgraciado, acuden a él las personas compasivas a lamentar su desgracia. Cuando al final se van satisfechas y edificadas, se han repuesto del espanto del desdichado y de su propio espanto, amén de haber pasado una buena velada.

33

El miedoso no sabe lo que es estar solo. Detrás de su silla, tiene siempre a un enemigo.

34

 El demonio que tortura a los hombres no es el deseo ni la necesidad, sino el amor al poder.

35

Se piensa mejor las cosas desde perspectivas lejanas.

36

El amor nos inclina íntimamente a ver en el prójimo hermosas cualidades y a elevarle todo lo posible.

37

 La costumbre de ser hospitalario ha de ser explicada como un intento de neutralizar la hostilidad del extraño.

38

El individuo caritativo satisface una necesidad anímica al hacer el bien. Cuanto mayor sea esta necesidad, menos se pone en el lugar de aquel a quien ayuda y que le sirve para satisfacer dicha necesidad.

39

 Hay individuos que no empiezan a odiar hasta que no se sienten débiles y cansados.

40

La expresión “no conoce a los hombres” quiere decir “no conoce la bajeza”.

41

 La forma más eficaz de consolarse para aquel que lo necesita es afirmar que su desgracia no tiene consuelo alguno. Estas palabras le distinguen de tal modo, que inmediatamente yergue la cabeza.

42

Sea cual sea la forma en que participemos de las penas de un desgraciado, ante él siempre representamos una comedia: no decimos todo lo que pensamos ni como lo pensamos, a la manera de un médico que se muestra sumamente discreto a la cabecera de un enfermo que está a punto de morir.

43

Hacer las cosas más malolientes, esas cosas de las que ni siquiera nos atrevemos a hablar, pero que son útiles y necesarias, constituye también un heroísmo. Los griegos no se avergonzaron de incluir, entre los trabajos de Hércules, la limpieza de un establo.

44

 Donde soy padre, allí está mi patria.

45

Todas las grandes pasiones de la humanidad han sido hasta hoy pasiones por nada.

46

 Vuelvo a la soledad, para no beber en las cisternas en las que bebe todo el mundo. En medio de la multitud vivo como la mayoría y no pienso como yo pienso. Al cabo de cierto tiempo tengo la impresión de que quieren desterrarme de mí mismo y arrebatarme el alma, y empiezo a odiar y a temer a todo el mundo. Entonces necesito el desierto para volver a ser bueno.

47

El malo lo es todavía más en soledad, y el mejor —vaya esto por aquellos que van buscando el espectáculo en todas partes— lo es también con mayor perfección cuando está solo.

48

Desde el momento en que quieras hacer algo, has de cerrar las puertas a la duda.

49

 Quien no comprenda el júbilo constante que palpita en cada proposición y en cada respuesta de los diálogos platónicos, el júbilo que produce cada nuevo descubrimiento del pensamiento racional, ¿qué idea tendrá de Platón y de la filosofía antigua?

50

Los cuatro hombres más sedientos de acción de todos los tiempos fueron epilépticos (me refiero a Alejandro, César, Mahoma y Napoleón). También lo fue Byron que padecía la misma enfermedad.

51

Dejad que el mundo vea vuestros pecados y ocultad vuestras virtudes. (Buda).

52

 ¿Qué medicina es la más eficaz? La victoria.

53

 Cuanto más nos elevemos, más pequeños pareceremos a los que no saben volar.

54

¿Queremos atravesar el mar? ¿Adónde nos arrastra esta pasión poderosa, que supera a toda otra pasión? ¿A qué viene ese vuelo desesperado hacia el punto donde hasta ahora todos los soles han declinado y se han extinguido? Puede que un día se diga de nosotros que echamos a navegar hacia el oeste esperando llegar a unas Indias desconocidas, pero que nuestro destino era naufragar en el infinito. O tal vez se diga más bien, hermanos míos, que…

 

 

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