FILOSOFÍA

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viernes, 31 de julio de 2020

MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL

 

 

 

MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

En “Más allá del bien y del mal” (1886) Nietzsche desarrolla de manera más explícita sus tesis filosóficas ya planteadas poéticamente en “Así habló Zaratustra” (1883). Habla de la filosofía y los filósofos, la religión, el superhombre (el hombre debe ser como el sol y llevar sus pasos hasta Hércules. Debe hacer, crear y tener su séptimo día), Europa y sus países (se oponía a los nacionalismos), la música, la moral, la justicia, el tema judío (se oponía al antisemitismo), la mujer (opiniones contradictorias: alaba a la mujer por su inteligencia, pero critica el feminismo. “La mujer es un gato hermoso y peligroso”).

Hay que ubicarse más allá del bien y del mal: superar la dualidad humana, los opuestos.

2

Toda gran filosofía es la autoconfesión de su autor y una especie de memorias no queridas y no advertidas.

3

 La vida es voluntad de poder: la autoconservación es tan sólo una de las consecuencias indirectas y más frecuentes de esto.

4

 Toda volición consiste sencillamente en mandar y obedecer.

 

5

El pensar de los filósofos no es, de hecho, tanto un descubrir cuanto un reconocer, un recordar de nuevo, un volver atrás y un repatriarse a aquella lejana, antiquísima economía global del alma de la cual habían brotado en otro tiempo aquellos conceptos: - filosofar es, en este aspecto, una especie de atavismo del más alto rango.

6

La psicología entera ha estado pendiendo hasta ahora de prejuicios y temores morales: no ha osado descender a la profundidad. Concebirla como morfología y como teoría de la evolución de la voluntad del poder, tal como yo la concibo - eso es algo que nadie ha rozado siquiera en sus pensamientos: en la medida, en efecto, en que está permitido reconocer en lo que hasta ahora se ha escrito un síntoma de lo que hasta ahora se ha callado.

7

¡Cómo hemos sabido desde el principio mantener nuestra ignorancia, a fin de disfrutar una libertad, una despreocupación, una imprevisión, una intrepidez, una jovialidad apenas comprensible de la vida, a fin de disfrutar la vida!

8

A la ciencia, hasta ahora, le ha sido lícito levantarse únicamente sobre este fundamento de ignorancia, que ahora ya es firme y granítico; a la voluntad de saber sólo le ha sido lícito levantarse sobre el fundamento de una voluntad mucho más fuerte, ¡la voluntad de no-saber, de incertidumbre, de no-verdad!

9

 Hasta ahora ningún filósofo ha tenido todavía razón.

10

¡Elegid la soledad buena, la soledad libre, traviesa y ligera, la cual os otorga también derecho a continuar siendo buenos en algún sentido!

11

Todo hombre selecto aspira instintivamente a tener un castillo y un escondite propios donde quedar redimido de la multitud, de los muchos, de la mayoría, donde tener derecho a olvidar.

12

Es difícil ser comprendido: en especial si uno piensa y vive gangasrotogati (al ritmo del Ganges) entre hombres que piensan y viven de otro modo, a saber, kurmagati (al ritmo de la tortuga) o, en el mejor de los casos, mandeikagati, “según el modo de caminar de la rana”. ¿acabo de hacer todo lo posible para que resulte difícil comprenderme también a mí?,

13

 Platón y su naturaleza de esfinge:  entre las almohadas de su lecho de muerte no se encontró ninguna “biblia”, nada egipcio, pitagórico, platónico, - sino a Aristófanes. ¡Cómo habría soportado incluso un Platón la vida - una vida griega, a la que dijo no, - sin un Aristófanes!

14

Es cosa de muy pocos ser independiente: - es un privilegio de los fuertes.

15

Lo que sirve de alimento o de tónico a una especie superior de hombres tiene que ser casi un veneno para una especie muy diferente de aquélla e inferior.

16

 Los libros para todos son siempre libros que huelen mal: el olor de las gentes pequeñas se adhiere a ellos.

17

En los lugares donde el pueblo come y bebe, e incluso donde rinde veneración, suele heder. No debemos entrar en iglesias si queremos respirar aire puro.

18

El filósofo tiene hoy el deber de desconfiar, de mirar maliciosamente de reojo desde todos los abismos de la sospecha.

19

Si buscas la verdad para hacer el bien, no encontrarás nada.

20

El mundo visto desde dentro, el mundo definido y designado en su “carácter inteligible”, es cabalmente “voluntad de poder” y nada más.

21

Está refutado Dios, pero no el diablo.

22

Nadie tendrá fácilmente por verdadera una doctrina tan sólo porque ésta haga felices o haga virtuosos a los hombres. La felicidad y la virtud no son argumentos.

23

No se debe restringir   el concepto de “filósofo” al filósofo que escribe libros - ¡o que incluso lleva su filosofía a los libros!

24

Para ser un buen filósofo hace falta ser seco, claro, sin ilusiones. (Stendhal)

25

Todo lo que es profundo ama la máscara. Todo espíritu profundo necesita una máscara: aún más, en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara.

26

No debemos quedar adheridos a ninguna persona: aunque sea la más amada, - toda persona es una cárcel, y también un rincón. No quedar adheridos a ninguna patria: aunque sea la que más sufra y la más necesitada de ayuda.

27

¡Y cómo podría existir un “bien común”! La expresión se contradice así misma: lo que puede ser común tiene siempre poco valor.

28

En lo que se refiere a la peligrosa fórmula “más allá del bien y del mal”, con la cual evitamos al menos ser confundidos con otros: nosotros somos algo distinto de los librepensadores, o como les guste denominarse a todos esos bravos abogados de las “ideas modernas”.

29

El amor a la verdad tiene su recompensa en el cielo y ya en la tierra.

30

Dondequiera que ha aparecido hasta ahora en la tierra la neurosis religiosa, la encontramos ligada a tres peligrosas prescripciones dietéticas: soledad, ayuno y abstinencia sexual.

31

La filosofía moderna, por ser un escepticismo gnoseológico, es, de manera oculta o declarada, anticristiana: aunque en modo alguno sea antirreligiosa, quede dicho esto para oídos más sutiles.

32

Existe una larga escalera de la crueldad religiosa que consta de numerosos peldaños; pero tres de éstos son los más importantes: En otro tiempo la gente sacrificaba a su dios seres humanos. Después, en la época moral de la humanidad, la gente sacrificaba a su dios los instintos más fuertes que poseía, la “naturaleza” propia; esta alegría festiva brilla en la cruel mirada del asceta, del hombre entusiásticamente “antinatural”. Finalmente, ¿qué quedaba todavía por sacrificar?  Sacrificar a Dios por la nada.

33

El instinto de conservación es el que enseña a los hombres a ser volubles, ligeros y falsos.

34

 El miedo profundo y suspicaz a un pesimismo incurable es lo que constriñe a milenios enteros a aferrarse con los dientes a una interpretación religiosa de la existencia.

35

El filósofo, entendido en el sentido en que lo entendemos nosotros, nosotros los espíritus libres -, como el hombre que tiene la responsabilidad más amplia de todas, que considera asunto de su conciencia el desarrollo integral del hombre: ese filósofo se servirá de las religiones para su obra de selección y educación, de igual modo que se servirá de las situaciones políticas y económicas existentes en cada caso.

36

El amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a costa de todos los demás. También el amor a Dios.

3 7

Un hombre de genio resulta insoportable si no posee, además, otras dos cosas cuando menos: gratitud y limpieza.

38

Una cosa que queda explicada deja de interesarnos. - ¿Qué quería decir aquel dios que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo!»? ¿Acaso esto significaba: “¡Deja de interesarte a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!”? - ¿Y Sócrates? - ¿Y el hombre científico?

39

De las personas muy inteligentes comenzamos a desconfiar cuando se quedan perplejas.

40

En la afabilidad no hay nada de odio a los hombres, pero justo por ello hay demasiado desprecio por los hombres.

41

Madurez del hombre adulto: significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar.

42

Merced a la música gozan de sí mismas las pasiones.

43

No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos...

44

¿Quieres predisponer a alguien en favor de ti? Fíngete desconcertado ante él

45

El diablo es el más antiguo amigo del conocimiento.

46

El talento es también un adorno; y un adorno es también un escondite.

47

Por lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes.

48

Detrás de un docto notable encontramos no pocas veces un hombre mediocre, y detrás de un artista mediocre encontramos incluso a menudo - un hombre muy notable.

49

El bajo vientre es el motivo de que al hombre no le resulte fácil tenerse por un dios.

50

Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.

51

Lo que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal.

52

La demencia es algo raro en los individuos, - pero en los grupos, los partidos, los pueblos, las épocas constituye la regla.

53

El pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo: con él se logra soportar más de una mala noche.

54

No amamos ya bastante nuestro conocimiento tan pronto como lo comunicamos.

55

Los poetas carecen de pudor con respecto a sus vivencias: las explotan.

56

Es inhumano bendecir cuando nos han maldecido.

57

 Schopenhauer, aunque pesimista, propiamente - tocaba la flauta... ¿es propiamente un pesimista?

58

Toda moral es una tiranía contra la “naturaleza”, también contra la “razón”.

59

Las razas laboriosas encuentran una gran molestia en soportar la ociosidad: fue una obra maestra del instinto inglés el santificar y volver aburrido el domingo hasta tal punto que el inglés vuelve a anhelar, sin darse cuenta, sus días de semana y de trabajo.

60

¿Qué otra cosa es el Sócrates platónico sino Platón por delante, Platón por detrás, ¿y en medio la Quimera?

61

 Desde Platón todos los teólogos y filósofos siguen la misma senda, - es decir, en cosas de moral ha vencido hasta ahora el instinto, o “la fe”, como la llaman los cristianos, o “el rebaño”, como lo llamo yo.

 62

Así como hoy un lector no lee en su totalidad cada una de las palabras (y mucho menos cada una de las sílabas) de una página - antes bien, de veinte palabras extrae al azar unas cinco y “adivina” el sentido que presumiblemente corresponde a esas cinco palabras -, así tampoco nosotros vemos un árbol de manera rigurosa y total en lo que respecta a sus hojas, ramas, color , figura; nos resulta mucho más fácil fantasear una aproximación de árbol.

63

 Las vivencias que tenemos mientras soñamos, suponiendo que las tengamos a menudo, acaban por formar parte de la economía global de nuestra alma lo mismo que cualquier otra vivencia «realmente.

64

El miedo es el padre de la moral.

65

Ni Dios, ni amo, dice una fórmula socialista; coinciden en la tenaz resistencia contra toda pretensión especial, contra todo derecho especial y todo privilegio (y esto significa, en última instancia, contra todo derecho: pues cuando todos son iguales, ya nadie necesita “derechos” ; coinciden  en la creencia en la moral de la compasión comunitaria, como si ésta fuera la moral en sí, la cima, la alcanzada cima del hombre, la única esperanza del futuro, el consuelo de los hombres de hoy, la gran redención de toda culpa de otro tiempo: - coinciden todos ellos en la creencia de que la comunidad es la redentora, por lo tanto, en la fe en el rebaño, en la fe en “sí mismos”...

66

El futuro del hombre es voluntad suya, que depende de una voluntad humana, y para preparar grandes riesgos y ensayos globales de disciplina y selección destinados a acabar con aquel horrible dominio del absurdo y del azar que hasta ahora se ha llamado “historia”.

67

La degeneración global del hombre, hasta rebajarse a aquello que hoy les parece a los cretinos y majaderos socialistas su “hombre del futuro”, - ¡su ideal! - esa degeneración y empequeñecimiento del hombre en completo animal de rebaño (o, como ellos dicen, en hombre de la “sociedad libre”, esa animalización del hombre hasta convertirse en animal enano dotado de igualdad de derechos y exigencias son posibles, ¡no hay duda! Quien ha pensado alguna vez hasta el final esa posibilidad conoce una náusea más que los demás hombres, - ¡y tal vez también una nueva tarea.

68
El docto tiene también, como es obvio, las enfermedades y defectos de una especie no aristocrática: tiene mucha envidia pequeña y posee un ojo de lince para ver cuánto de bajo hay en las nata- ralezas a cuyas alturas él no puede ascender.

Las cosas peores y más peligrosas que un docto es capaz de hacer le vienen del instinto de mediocridad de su especie.

69

El filósofo delatará algo de su propio ideal cuando establezca: “El más grande será el que pueda ser el más solitario, el más oculto, el más divergente, el hombre más allá del bien y del mal, el señor de sus virtudes, el sobrado de voluntad; grandeza debe llamarse precisamente el poder ser tan multa- ple como entero, tan amplio como pleno”.

70

Lo que un filósofo es, eso resulta difícil de aprender, pues no se puede enseñar: hay que “saberlo”, por experiencia, - o se debe tener el orgullo de no saberlo.

71

¿Amar a nuestros enemigos? Yo creo que eso se ha aprendido bien: hoy eso ocurre de mil maneras, en lo grande y en lo pequeño; incluso a veces ocurre ya algo más elevado y más sublime - nosotros aprendemos a despreciar cuando amamos, y precisamente cuando mejor amamos

72

 Bienaventurados los olvidadizos: pues “digerirán” incluso sus estupideces.

73

El juicio y la condena morales constituyen la venganza favorita de los hombres espiritualmente limitados contra quienes no lo son tanto, y también una especie de compensación por el hecho de haber sido mal dotados por la naturaleza

74

Toda moral no egoísta que se considere a sí misma incondicional y que se dirija a todo el mundo no peca solamente contra el gusto: es una incitación a cometer pecados de omisión, es una seducción más, bajo máscara de filantropía.

75

Lo mismo el hedonismo que el pesimismo, lo mismo el utilitarismo que el eudemonismo: todos esos modos de pensar que miden el valor de las cosas por el placer y el sufrimiento que éstas producen, es decir, por estados concomitantes y cosas accesorias, son ingenuidades y modos superficiales de pensar.

76

El bienestar, tal como vosotros lo entendéis - ¡eso no es, desde luego, una meta, eso a nosotros nos parece un final! Un estado que enseguida vuelve ridículo y despreciable al hombre, - ¡que hace desear el ocaso de éste!

77

La disciplina del sufrimiento, del gran sufrimiento - ¿no sabéis que únicamente esa disciplina es la que ha creado hasta ahora todas las elevaciones del hombre?

78

Aquella tensión del alma en la infelicidad, que es la que le inculca su fortaleza, los estremecimientos del alma ante el espectáculo de la gran ruina, su inventiva y valentía en el soportar, perseverar, interpretar, aprovechar la desgracia, así como toda la profundidad, misterio, máscara, espíritu, argucia, grandeza que le han sido donados al alma: - ¿no le han sido donados bajo sufrimientos, bajo la disciplina del gran sufrimiento?

79

 Toda virtud se inclina a la estupidez, toda estupidez, a la virtud;” estúpido hasta la santidad”, dícese en Rusia, - ¡tengamos cuidado de no acabar nosotros volviéndonos, por honestidad, santos y aburridos! ¿No es la vida cien veces demasiado corta - para aburrirse en ella? En la vida eterna tendríamos que creer para...

80

Perdóneseme el descubrimiento de que toda la filosofía moral ha sido hasta ahora aburrida y ha constituido un somnífero.

81

Guardar las apariencias es tartufería moral.

82

¿No es un moralista lo contrario de un puritano? ¿A saber, en cuanto es un pensador que considera la moral como algo problemático, cuestionable, en suma, como problema? ¿Moralizar no sería inmoral?

83

Lo que constituye la dolorosa voluptuosidad de la tragedia es crueldad; lo que produce un efecto agradable en la llamada compasión trágica y, en el fondo, incluso en todo lo sublime, hasta llegar a los más altos y delicados estremecimientos de la metafísica, eso recibe su dulzura únicamente del ingrediente de crueldad que lleva mezclado.

Lo que disfrutaba el romano en el circo, el cristiano en los éxtasis de la cruz, el español ante las hogueras o en las corridas de toros, el japonés de hoy que se aglomera para ver la tragedia, el trabajador del suburbio de París que tiene nostalgia de revoluciones sangrientas, la wagneriana que “aguanta”, con la voluntad en vilo, Tristán e Isolda, - lo que todos ésos disfrutan y aspiran a beber con un ardor misterio son los brebajes aromáticos de la gran Circe llamada “Crueldad”.

84

Finalmente, considérese que incluso el hombre de conocimiento, al coaccionar a su espíritu a conocer, en contra de la inclinación del espíritu actúa como artista y glorificador de la crueldad. En todo querer-conocer hay ya una gota de crueldad.

85

El aprender nos transforma, hace lo que hace todo alimento, el cual no se limita tampoco a “mantener”: como sabe el fisiólogo.

86

La mujer quiere llegar a ser independiente: y para ello comienza ilustrando a los varones acerca de la “mujer en sí” - éste es uno de los peores progresos del afeamiento general de Europa. ¡Pues qué habrán de sacar a luz esas burdas tentativas del cientificismo y auto desnudamiento femeninos!

87

Hay giros y ocurrencias del espíritu, hay sentencias, un pequeño puñado de palabras, en que una cultura entera, una sociedad entera quedan cristalizadas de repente. De ellos forma parte aquella frase incidental de Madame de Lambert a su hijo: amigo mío, no os permitáis nunca más que locuras que os produzcan un gran placer.

88

He vuelto a oír por vez primera - la obertura de Richard Wagner para Los maestros cantores: es éste un arte suntuoso, sobrecargado, grave y tardío… ¡Qué savias y fuerzas, qué estaciones y climas están aquí mezclados!

89

Con placer oigo decir que nuestro sol se desplaza con rápido movimiento hacia la constelación de Hércules: y yo espero que el hombre que vive en esta tierra actúe igual que el sol. ¡Y en vanguardia nosotros, nosotros los buenos europeos!

90

Los “viejos y buenos tiempos” han acabado, con Mozart entonaron su última canción: - ¡qué felices somos nosotros por el hecho de que su rococó nos continúe hablando, por el hecho de que a su “buena sociedad”, a su delicado entusiasmo y a su gusto infantil por lo chinesco y florido, a su cortesía del corazón, a su anhelo de cosas graciosas, enamoradas, bailarinas, bienaventuradas hasta el llanto, a su fe  les continúe  siendo lícito apelar a un cierto residuo existente en nosotros! ¡Ay, alguna vez esto habrá pasado! - ¡mas quién dudaría de que antes habrá desaparecido la capacidad de entender y saborear a Beethoven! - el cual no fue, en efecto, más que el acorde final de una transición estilística y de una ruptura de estilo, y no, como Mozart, el acorde final de un gran gusto europeo que había durado siglos.

91

El hombre antiguo, cuando leía - esto ocurría bastante raramente - lo que hacía era recitarse algo a sí mismo, y desde luego en voz alta; la gente se alarmaba cuando alguien leía en voz baja, preguntándose a escondidas por las razones de ello. En voz alta: esto quiere decir, con todas las hinchazones, inflexiones, cambios de tono y variaciones de ritmo en que se complacía el mundo público de la Antigüedad. Entonces las leyes del estilo escrito eran aún las mismas que las del estilo hablado; y las leyes de éste dependían, en parte, del asombroso desarrollo, de las refinadas necesidades de los oídos y de la laringe y, en parte, de la fuerza, duración y potencia de los pulmones…

92

Cada pueblo tiene su tartufería propia, y la denomina sus virtudes.

93

¿Qué debe Europa a los judíos? - Muchas cosas, buenas y malas, y ante todo una que es a la vez de las mejores y de las peores: el gran estilo en la moral, la terribilidad y la majestad de exigencias infinitas, de significados infinitos, todo el romanticismo y sublimidad de las problemáticas morales - y, en consecuencia, justo la parte más atractiva, más capciosa y más selecta de aquellos juegos de colores y de aquellas seducciones que nos incitan a vivir, en cuyo resplandor final brilla - tal vez está dejando de brillar - hoy el cielo de nuestra cultura europea, su cielo de atardecer. Nosotros los artistas entre los espectadores y filósofos sentimos por ello frente a los judíos - gratitud.

94

Pero los judíos son, sin ninguna duda, la raza más fuerte, más tenaz y más pura que vive ahora en Europa; son diestros en triunfar aun en las peores condiciones (mejor incluso que en condiciones favorables), merced a ciertas virtudes que hoy a la gente le gusta tildar de vicios, - gracias sobre todo a una fe decidida…

 Lo que quieren y desean (los judíos), incluso con cierta insistencia, es ser absorbidos y succionados en Europa, por Europa, anhelan estar fijos por fin en algún sitio, ser permitidos, respetados, y dar una meta a la vida nómada, al “judío eterno” -; y se debería tener muy en cuenta y complacer esa tendencia y ese impulso (los cuales acaso manifiesten una atenuación de los instintos judíos): para lo cual tal vez fuera útil y oportuno desterrar a todos los voceado res antisemitas del país.

95

Hay verdades tales que son las cabezas mediocres las que mejor las conocen, ya que son las más conformes a ellas, hay verdades tales que sólo poseen atractivos y fuerzas de seducción para espíritus mediocres.

96

El abismo entre tener conocimientos y tener capacidad de obrar quizá sea más grande, también más inquietante de lo que se piensa: el hombre capaz de realizar algo en gran estilo, el creador, tendrá que ser posiblemente un ignorante, - mientras que, por otro lado, para hacer descubrimientos científicos del género de los de Darwin no constituyen una mala disposición indudablemente una cierta estrechez, una cierta avidez y una cierta solicitud diligente

97

Las diferencias crean odios.

98

Hay una moral de señores y hay una moral de esclavos.

99

No es posible borrar del alma de un hombre aquello que sus antepasados hicieron de manera más gustosa y más constante.

100

En todas las almas ocurre que un mismo número de vivencias que se repiten a menudo obtiene la primacía sobre las que se dan más raramente: acerca de ellas la gente se entiende con rapidez, de un modo cada vez más rápido - la historia de la lengua es la historia de un proceso de abreviación -; sobre la base de ese rápido entendimiento la gente se vincula de un modo estrecho, cada vez más estrecho.

101

La compasión propia del santo es la compasión por la suciedad de lo humano, demasiado humano. Y hay grados y alturas en los que la compasión misma es sentida por él como contaminación, como suciedad...

102

Un hombre que aspire a cosas grandes considera a todo aquel con quien se encuentra en su ruta, o bien con- no un medio, o bien como una rémora y obstáculo, - o bien como un lecho pasajero para reposar.

103

Quien no quiere ver lo elevado de un hombre fija su vista de un modo tanto más penetrante en aquello que en él es bajo y superficial - y con ello se delata.

104

En toda especie de herida y de pérdida el alma inferior y más grosera se halla en mejores condiciones que el alma más aristocrática: los peligros de esta última tienen que ser mayores, su probabilidad de sufrir una desgracia y de perecer es incluso enorme, dada la multiplicidad de sus condiciones de vida. - En un lagarto un dedo perdido vuelve a crecer: no así en el hombre.

105

Y elegir como compañía ese vicio granuja y jovial, la cortesía. Y permanecer dueños de nuestras cuatro virtudes: el valor, la lucidez, la simpatía, la soledad. Pues la soledad es en nosotros una virtud, por cuanto constituye una inclinación y un impulso sublimes a la limpieza, los cuales adivinan que en el contacto entre hombre y hombre – “en sociedad” - las cosas tienen que ocurrir de una manera inevitablemente sucia.

106

La plebe vuelve opaco y plomizo todo.

107

Toda filosofía esconde también una filosofía; toda opinión es también un escondite, toda palabra, también una máscara.

108

Todo pensador profundo tiene más miedo a ser entendido que a ser malentendido.

109

Un filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos golpean como desde fuera, como desde arriba y desde abajo…acaso él mismo sea una tormenta que camina grávida de nuevos rayos; un hombre fatal, rodeado siempre de truenos y gruñidos y aullidos y acontecimientos inquietantes. Un filósofo: ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con frecuencia se tiene miedo a sí mismo, - pero que es demasiado curioso para no “volver a sí mismo” una y otra vez...

110

Que Dioniso es un filósofo y que, por lo tanto, también los dioses filosofan, paréceme una novedad que no deja de ser capciosa, y que tal vez suscite desconfianza cabalmente entre filósofos.

111

Ahora nosotros, seguros de una victoria conjunta, celebramos La fiesta de las fiestas:

¡El amigo Zaratustra ha llegado, el huésped de los huéspedes! Ahora el mundo ríe, el telón gris se ha rasgado,

El momento de las bodas entre luz y tinieblas ha llegado...


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