LAS CONFESIONES DE ROUSSEAU
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
Las confesiones o autobiografía de Rousseau (1712-1778)
constan de doce libros: los seis primeros (1872) los escribió entre 1765 y 1767.
El resto (1789) fue escrito entre 1769 y 177.
Rousseau vivió 66 años, Las confesiones abarcan hasta
los 56 años.
"Me he decidido por una empresa que no tiene
precedentes y que, una vez completada, no tendrá imitador. Mi propósito es
mostrar a mi especie un retrato fiel a la naturaleza en todos los sentidos, y
al hombre que retrataré seré yo mismo ".
-No he emprendido mis Confesiones para callarme las
impertinencias.
"He prometido mi confesión, mas no mi
justificación, por lo tanto, me detengo aquí. A mí me toca ser exacto, al
lector ser justo. Nunca le pediré más".
Los primeros seis libros corresponden a la juventud y
la vida de vagabundo. Atraen por las aventuras y travesuras narradas. Los otros
libros corresponde a la etapa adulta. Habla de sus éxitos literarios, su
reconocimiento por la sociedad, sus enfermedades, intrigas familiares o con sus
amistades, las críticas , chismes y ofensas hacia su persona. Las confesiones
han servido a los médicos y otros especialistas para diagnosticarle muchas
enfermedades corporales y psiquiátricas al filósofo , desde las renales hasta
las depresivas con manía persecutoria.
[1]
Rousseau inicia sus confesiones con los recuerdos que le
son más gratos: los de la infancia y los juegos propios de esa época , los
títeres y sus primeras lecturas junto a su padre que con el tiempo se
convertirán en una verdadera obsesión: portará libros hasta en los bolsillos,
los llevará hasta el retrete; con cada lectura se sentirá el héroe de la novela
y llegará creerse un personaje de ficción
[2]
Sueña con aventuras y viajes a pie: “La idea de un
viaje, de un gran viaje, halagaba mi espíritu ambulante que ya empezaba a
declararse. Parecíame muy bello a mi edad atravesar los montes y elevarme sobre
mis camaradas desde toda la altura de los Alpes
[3]
Reafirma su gusto por las andanzas a pie: Los montes,
los prados, los bosques, los arroyos, los pueblos, se sucedían sin fin y sin
intervalo con nuevos atractivos.
- Mi corazón de entusiasmarse con las cosas más
insignificantes.
-La previsión ha amargado mis goces.
-Lo poco que sé lo he aprendido solo.
[4]
Rousseau busca su lugar en la vida. Camina y medita . No acepta los aventones que le ofrecen los que
viajan en carretas. Quiere disfrutar cada rincón de los paisajes.
-Una mala acción que cometemos no nos atormenta
inmediatamente sino mucho tiempo después, porque su recuerdo no se extingue.
- El placer más insignificante que se ofrece a mano me
atrae más que los goces del paraíso.
- Las interesantes conversaciones de una mujer de
talento son más eficaces para formar a un joven que toda la pedantesca
filosofía de los libros.
[5]
Rousseau regresa con su madre adoptiva que se
convierte también en su amante. Llega el botánico Claudio Anet, y también se
hace amante de su madrastra. Conforman un triángulo amoroso, y entre ellos no
hay problemas: son muy felices los tres y comparten lecho, comidas y
conversaciones. Anet muere .
-El odio, lo mismo que el amor, hace crédulas a las
personas.
-La química y la anatomía se hallaban mezcladas en mi
mente y formando un todo confuso a que llamaba medicina.
-Su madre viendo su gusto con la música y el baile le
dijo : el que bien canta y bien danza trabaja
mucho y no avanza.
-La ociosidad es en la sociedad, a mi entender, un mal
tan grande como la soledad.
[6]
Rousseau sale de viaje , y al regresar encuentra a su
madrasta-amante con otro. A pesar de que no pierde sus derechos dentro de un nuevo
triángulo amoroso siente que ya es hora de partir
-El verdadero placer no se describe, se siente.
-He tenido errores, pero no vicios.
[7]
Rousseau marcha a París. Lleva en sus alforjas las
cartas de recomendación y un nuevo método para escribir música. Tiene grandes
esperanzas en este sistema musical y sueña que el mismo será reconocido como
una importante innovación artística, pero no será así.
Los dulces recuerdos de mis bellos años, pasados con
tanta tranquilidad como inocencia, me han dejado mil gratas impresiones, que me
halaga de continuo recordar.
-La integridad de un hombre de bien siempre es
antipática a los malvados.
-La fealdad no excluye la gracia.
-Con un bolsillo escuálido no debe meterse uno a
galanteador.
-Siempre tuve razón, pero no justicia.
-Diríase que sólo logran buen resultado los miserables
complots de los malvados; los inocentes proyectos de los buenos casi nunca se
cumplen.
[8]
Habla sobre cómo funciona su memoria, la amistad con
Diderot, el barón de Holbach y el joven Grimm, sus escritos y premios, el
abandono de sus hijos en casas de expósitos, la enfermedad urinaria , el cambio
de look , el trabajo de copista de música, el rechazo a una pensión real para
no verse comprometido, sus éxitos en la ópera y sus paseos solitarios por el
bosque.
-Me sirve la memoria mientras de ella me fío, pero,
desde el momento en que confío el recuerdo al papel, me abandona, y cuando
escribo una cosa no la recuerdo ya más.
-Habré podido engañarme, mas no endurecerme.
[9]
Vive en el Ermitage, un lugar campestre. .Pasea por el bosque. Medita. Hace planes
literarios. Habla de sus problemas familiares. Cree que Cándido de Voltaire
está dirigido a su persona. Le roban los frutos de su huerto. Su retiro al
campo es criticado y le dicen que “sin ninguna restricción sólo el perverso
vive en solitario”. Diderot le dice que “en soledad vive el malvado”.
-El único deber del hombre es seguir las inclinaciones
de su corazón.
-No hay odio que no se desarme a fuerza de dulzura.
[10]
En este libro Rousseau se queja de todo el mundo. En
su soledad piensa que todos lo critican. Se preocupa mucho por cualquier chisme
y sospecha de sus amigos más allegados. Este aspecto de su vida ha hecho que
algunos expertos hablen de manía persecutoria.
-No hay interior humano, por puro que sea, que no
tenga algún vicio feo.
-Siempre he querido ser todo o nada.
-Las maldiciones de los malvados son la gloria del
hombre justo.
-Jamás he sabido escribir sino movido por la pasión.
-No he emprendido mis Confesiones para callarme las
impertinencias.
[11]
Habla de sus obras: Julia, El contrato social, Julia,
el Diccionario musical y El origen de las lenguas. Se queja de su mala salud y
tiene tristes presentimientos. Le aplican sondas para su afección urinaria.
Pronostica turbulencias políticas en Francia por el mal manejo de los asuntos
del reino. Cree que sus libros son
alterados en su contenido cuando los entrega a la imprenta.
-No hablo de las personas a las cuales aborrezco.
-Los fanáticos ateos y religiosos son una misma calamidad.
[12]
Está en Berna. Ve enemigos por todas partes. Cree que
lo espían y piensa que lo atacan no sólo los religiosos sino también los
académicos de la Sorbona. Lo califican de sifilítico. Le critican el haber
abandonado sus hijos. Le atacan físicamente con piedras. Habla de Las cartas
escritas desde la montaña: su defensa ante los ataques al Contrato social y al
Emilio. Lo califican de “Anticristo
-Prefiero a dormir soñar despierto.
-Nací para meditar a mis anchas en la soledad.
-Me gusta ocuparme en hacer bagatelas, empezar mil
cosas sin acabar ninguna ir y venir a mí antojo, cambiar de proyecto a cada
instante, seguir el vuelo de una mosca, querer perforar una roca para ver lo
que está debajo, emprender con ardor un trabajo de diez años y abandonarlo sin
pesar a los diez minutos, malgastar el día entero sin orden ni concierto, y no
seguir más que el capricho del memento.
-Si algún día tengo valor para escribir la parte
tercera, se verá cómo, creyendo partir para Berlín, partí en efecto para
Inglaterra.
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