FILOSOFÍA

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lunes, 26 de julio de 2021

TRATADO DE ATEOLOGÍA

 


TRATADO DE ATEOLOGÍA: FÍSICA DE LA METAFÍSICA (2006) DE MICHEL ONFRAY

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

I

El filósofo Frances Michel Onfray en Tratado de Ateología: Física de la metafísica arremete contra las tres religiones principales: judaísmo , cristianismo e islamismo desde diferentes ángulos: histórico, racional, lógico y sentido común. Demuestra sus profundas inconsistencias y contradicciones, sus sesgados puntos de vistas sexuales, racistas, clasistas, sociales, económicos y políticos en general.

II

El monoteísmo ama la muerte y odia la vida, la razón, la libertad, la inteligencia y la libertad.

III

Onfray parte de la Muerte de Dios nietzscheana para luego citar a una serie de filósofos que han abordado el tema. Luego habla de cómo cada versículo de cualquiera de los libros monoteístas  (Talmud, Tora, Biblia o Corán) afirma una cosa para más adelante contradecir esa afirmación; y más luego volver al primer punto, de tal maneral que su interpretación puede hacerse como más convenga de acuerdo a las circunstancias. Esta cualidad proteica les permite adaptarse a todos los gustos y situaciones .

IV

Jehová, Dios o Alá son autoritarios y xenófobos. Aman a su pueblo y odian a los demás. Son de carácter irascible y guerreros. Prometen territorios que pertenecen a otros habitantes y despiadadamente los desalojan de sus lares sin ningún tipo de compasión.

V

No hay pruebas de la existencia histórica de Jesús. Pablo de Tarso era un enfermo mental: esquizofrénico, histérico; Y el emperador Constantino era un oportunista que aprovechó la coyuntura política para que las clases poderosas se quedaran con las riquezas, placeres y bondades del “más acá” y dejaron a los pobres el incierto “más allá”.

VI

El Corán destila odio, fuego y venganza en cada una de sus páginas.

PÁRRAFOS

 

1

La inexistencia histórica de cristo: Como enseña la etimología, Jesús significa «Dios salva, ha salvado y salvará. ¿Quién es el autor de Jesús? Marcos. El evangelista Marcos, primer autor del relato de aventuras maravillosas del llamado Jesús. Probable compañero de Pablo de Tarso en su travesía misionera, redactó su texto hacia el año 70. No hay pruebas de que haya conocido a Jesús en persona, ¡y con razón! El trato personal hubiese sido evidente y constaría en el texto. Pero no nos codeamos con las ficciones...

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Los evangelistas crean una verdad al repetir sin cesar las ficciones. La agresividad militante paulina, el golpe de Estado de Constantino y la represión de las dinastías valentiniana y teodosiana hacen el resto.

3

Jesús es, pues, un personaje conceptual. Toda su realidad se basa en esta definición. Existió, sin duda alguna, pero no como figura histórica..., sino de una manera tan increíble, que poco importa que haya existido o no. Existe como la materialización de las aspiraciones proféticas de su época y de lo maravilloso propio de los autores antiguos, conforme al principio performativo que crea al nombrar. Los evangelistas escriben una historia y en ella narran menos el pasado de un hombre que el futuro de una religión. Argucias de la razón: creen en el mito y éste los crea. Los creyentes inventan su criatura y luego le rinden culto: el principio mismo de la alienación...

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No desprecio a los creyentes, no me parecen ni ridículos ni dignos de lástima, pero me parece desolador que prefieran las ficciones tranquilizadoras de los niños a las crueles certidumbres de los adultos. Prefieren la fe que calma a la razón que intranquiliza, aun al precio de un perpetuo infantilismo mental. Son malabares metafísicos a un costo monstruoso.

5

Para conjurar la muerte, el homo sapiens la deja de lado. A fin de evitar resolver el problema, lo suprime. Tener que morir sólo concierne a los mortales: el creyente, ingenuo y necio, sabe que es inmortal, que sobrevivirá a la hecatombe universal...

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Porque Dios no está muerto ni agonizante, al contrario de lo que pensaban Nietzsche y Heine. Ni muerto ni agonizante, porque no es mortal. Las ficciones no mueren, las ilusiones tampoco.

7

El silencio de Dios permite el palabrerío de sus ministros.

8

Protágoras :  “De los dioses, que no puedo concluir nada en cuanto a ellos, ni su existencia, ni su inexistencia” (Agnosticismo.).

9

Mortales, finitos, limitados, dolidos por esas constricciones, los humanos, preocupados por la completud, inventan una potencia dotada precisamente de las cualidades opuestas: con sus defectos dados vuelta como los dedos de un par de guantes, fabrican las cualidades ante las que se arrodillan y luego se postran. ¿Soy mortal? Dios es inmortal. ¿Soy finito? Dios es infinito. ¿Soy limitado? Dios es ilimitado. ¿No lo sé todo? Dios es omnisciente. ¿No lo puedo todo? Dios es omnipotente. ¿No tengo el don de la ubicuidad? Dios es omnipresente. ¿Fui creado? Dios es increado. ¿Soy débil? Dios encarna la Omnipotencia. ¿Estoy en la tierra? Dios está en el cielo. ¿Soy imperfecto? Dios es perfecto. ¿No soy nada? Dios es todo, etcétera. La teología, afirma Feuerbach, es una “patología psíquica”,

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Nietzsche. Y con él, el pensamiento idealista, espiritualista, judeo-cristiano, dualista, es decir, el pensamiento dominante, empieza a preocuparse: su monismo dionisiaco, su lógica de las fuerzas, su método genealógico, su ética atea, permiten vislumbrar una salida del cristianismo. Por primera vez, un pensamiento poscristiano radical y elaborado aparece en el horizonte occidental.

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Hay que enseñar en las escuelas Antes la Genealogía de la moral que las Epístolas a los Corintios.

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Ahora bien. las religiones deberían incluirse entre las materias ya existentes -filosofía, historia, literatura, artes plásticas, lenguas, etc.-, como enseñamos las protociencias: por ejemplo, la alquimia en el curso de química, la fitognomónica y la frenología en ciencias naturales, el totemismo y el pensamiento mágico en filosofía, la geometría euclidiana en matemáticas, la mitología en historia... O relatar epistemológicamente de qué modo el mito, la fábula, la ficción y la sinrazón preceden a las otras ciencias.

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La religión, esa creación de ficciones, requeriría un desmontaje en toda regla de aquellos placebos ontológicos, como en filosofía abordamos la cuestión de la brujería, la locura y los límites, para encontrar y circunscribir una definición de la razón.

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SI Dios existe, entonces todo está permitido Me explico. Tres mil años lo atestiguan, desde los primeros textos del Antiguo Testamento hasta el presente: la afirmación de un Dios único, violento, celoso, pleitista, intolerante, belicoso ha causado más odio, sangre, muertes y

brutalidad que paz... El fantasma judío del pueblo elegido que legitima el colonialismo, la expropiación, el odio, la animosidad entre los pueblos.

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En casi todas las páginas del Corán hay llamados a acabar con los infieles, su religión, cultura, civilización, pero también con los judíos y los cristianos, ¡en nombre de un Dios misericordioso.

16

La existencia de Dios, me parece, ha generado en su nombre muchas más batallas, masacres, conflictos y guerras en la historia que paz, serenidad, amor al prójimo, perdón de los pecados o tolerancia.

17

Moisés, Pablo y Mahoma sobresalieron, cada uno por su parte, en el asesinato, las palizas o las razzias, como demuestran sus biografías.

18

Las iglesias están vacías los domingos -aunque no para las bodas y menos aún para los entierros.

19

La anatomía, la medicina, la fisiología, desde luego, pero también la filosofía, la teología y la estética contribuyen a la escultura cristiana de la carne. La mirada que uno se dirige a sí mismo, la del médico, la del especialista en diagnóstico por imágenes, la filosofía de la salud y la enfermedad, el concepto de sufrimiento, el papel que se le otorga al dolor, por lo tanto, la relación con la farmacopea, las sustancias, las drogas, el lenguaje que usa el que cura para dirigirse al enfermo, pero también la relación de uno consigo mismo, la integración de una imagen de sí y la construcción de un ideal del yo fisiológico, anatómico y psicológico, nada de eso se construye sin los discursos mencionados. Así pues, la cirugía o la farmacología, la medicina alopática y los cuidados paliativos, ginecología y la tanatología, el servicio de emergencias y la oncología, la psiquiatría y la clínica experimentan la ley judeocristiana sin percibir en particular de modo claro los síntomas de esa contaminación ontológica.

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La Carta al personal de la salud del Vaticano condena la transgénesis, la experimentación con el embrión, la fecundación in vitro y transferencia embrionaria, las madres portadoras, la procreación asistida médicamente para las parejas no casadas u homosexuales, el clonaje reproductivo, pero también el terapéutico, los cócteles analgésicos que anulan la conciencia al final de la vida, la utilización terapéutica del cannabis, la eutanasia. En cambio, elogia los cuidados paliativos e insiste en el papel salutífero del dolor: posiciones que los comités de ética, en apariencia laicos y separados falsamente de la religión, repiten a coro...

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La ateología se propone  deconstruir los tres monoteísmos y mostrar cómo, a pesar de sus diversidades históricas y geográficas, a pesar del odio que se manifiestan los protagonistas de las tres religiones desde hace siglos, a pesar de la aparente irreductibilidad, en la superficie, de la ley mosaica, de los dichos de Jesús y de la palabra del Profeta, a pesar de los tiempos genealógicos diferentes de las tres variaciones llevadas a cabo durante más de diez siglos de un solo y único tema, la base sigue siendo la misma. Variaciones de grado, no de naturaleza.

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 Pablo de Tarso se creía el delegado de Dios cuando en realidad sólo estaba cursando su propia neurosis; su odio hacia sí mismo transformado en odio hacia el mundo: su impotencia, su resentimiento y la revancha de un aborto -según su propio término...- transformados en motor de una individualidad que se expandió por toda la cuenca mediterránea.

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Deconstruir los monoteísmos, desmistificar el judeocristianismo - también el islam, por supuesto-, luego desmontar la teocracia: éstas son las tres tareas inaugurales para la ateología.

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La vida se inscribe brevemente entre dos nadas.

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Los tres monoteísmos, a los que anima la misma pulsión de muerte genealógica, comparten idénticos desprecios: odio a la razón y a la inteligencia; odio a la libertad; odio a todos los libros en nombre de uno solo.

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Por la etimología nos enteramos de que islam significa sumisión...

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SOBRE PABLO DE TARSO:

 

 

 

 

Al comienzo, ese judío histérico e imegrista gozaba persiguiendo a cristianos y asistiendo a sus castigos. Cuando los fanáticos lapidaron a Esteban, los acompañó. Y otras veces también, según parece. La conversión en el camino de Damasco,  en el año 34, se relaciona puramente con la patología histérica: cae al suelo (y no de un caballo, como muestran Caravaggio y la tradición pictórica...), una luz intensa lo ciega, oye la voz de Jesús, no ve durante tres días y no come ni bebe durante ese periodo.

No es difícil hacer un diagnóstico médico: la crisis aparece siempre  en presencia de otras personas -como en este caso...-, la caída, la ceguera llamada histérica -o amaurosis transitoria-, por lo tanto pasajera, la suspensión sensorial -sordera, anosmia, ageusia- durante tres días, la tendencia mitómana -Jesús le habla en persona...-, el histrionismo o exhibicionismo moral -una treintena de años de teatralización de un personaje imaginario, designado por Dios y elegido por él para cambiar el mundo-. Toda la crisis se asemeja, hasta el punto de confundirse con ella, a la descripción de la histeria de un manual de psiquiatría, capítulo de las neurosis, sección histerias... Ni más ni menos que una verdadera histeria... ¡de conversión! (Síndrome de conversión)

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Pablo de Tarso sufre toda su vida de impotencia sexual o de una libido problemática: en forma reactiva, tiene la ilusión de libertad y de independencia al creer librarse de lo que lo determina, luego afirma lo que quiere, lo elige y lo decide a plena conciencia. Incapaz de poder llevar una vida

sexual digna de ese nombre, Pablo decreta nula y sin valor cualquier forma de sexualidad para él, sin duda, pero también para todos. Quiere ser como el resto del mundo y al mismo tiempo exige que todo el mundo lo imite. De ahí surge el poderoso deseo que toda la humanidad se pliegue a las reglas de sus propios determinismos...

Para un cristiano resulta difícil amar al prójimo, sobre todo si es judío... Saulo convertido en Pablo se entregó con entusiasmo a combatir el judaísmo, con la misma pasión con que se dedicó, antes de emprender el camino de Damasco, a perseguir a cristianos, molerlos a golpes, e incluso enviarlos sin demora al otro mundo. Para promocionar la secta a la que se volvió adicto le era necesario imponer la noción de que Jesús era el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento y que Cristo abolía el judaísmo al cumplir la profecía.

Como los seguidores de Yahvé no creyeron en esas tonterías del Hijo de Dios muerto en la cruz para salvar a la humanidad, se convirtieron en adversarios, y luego, muy pronto, en enemigos.

 

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Aparecen las mismas imprecisiones en los textos del Nuevo Testamento. Los más antiguos datan de medio siglo después de la supuesta vida de Jesús. En todos los ejemplos, ninguno de los cuatro

evangelistas conoció real y físicamente a Cristo. En el mejor de los casos, su saber proviene del relato mitológico y fabuloso transmitido de manera oral y luego transcrito entre el año 50 de nuestra era -las epístolas de Pablo- y fines del siglo I -el Apocalipsis-. No obstante, no existe ninguna copia de los evangelios antes de fines del siglo II o principios del III. Fechamos a ojo los pretendidos hechos, creyendo a priori lo que los textos relatan.

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En cada uno de los tres libros fundadores abundan las contradicciones: a cada cosa dicha le sigue casi de inmediato su contradicción, se hace una advertencia, pero la contraria también, se prescribe un valor y su antítesis un poco más allá. La labor de fijación definitiva, la construcción de un corpus coherente no ha servido de nada, ni siquiera la decisión de denominar «sinópticos» tres

evangelios, puesto que cada uno se puede leer en relación con los otros. El judío, el cristiano y el musulmán pueden consultar, según su deseo, en la Tora, los Evangelios y el Corán; encontrarán motivos, según su necesidad, para justificar lo blanco y lo negro, el día y la noche, el vicio y la virtud.

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¿Un jefe militar busca un versículo que justifique su acción? Encontrará una cantidad increíble de ellos. ¡Pero un pacifista que deteste la guerra, decidido a hacer valer su punto de vista, también puede esgrimir frases, citas o palabras contrarias! ¿Otro consulta el texto para justificar la guerra de exterminación total? Hay libros y también textos. ¿Otro clama por la paz universal? Igualmente encontrará máximas apropiadas. ¿Un antisemita justifica su odio histérico? ¿Un creyente quiere basar su desprecio por los palestinos con la Biblia en la mano? ¿Un misógino desea demostrar la inferioridad de las mujeres? Abundan los textos a favor... Pero una palabra extraída de ese caos también permite deducir lo contrario. Lo mismo ocurre si se desea descargar la conciencia justificando el odio, las masacres y el desprecio, pues hay tanto material para legitimar la bajeza como para ejercer un indudable amor al prójimo.

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Demasiadas páginas escritas en demasiados años por demasiadas personas desconocidas, demasiadas reposiciones y retrocesos, demasiadas fuentes y demasiados materiales. A falta de un único inspirador. Dios, los tres libros considerados sagrados incluyen muchos escribas, intermediarios y copistas. Ninguno de los libros es coherente, homogéneo y unívoco. Llegamos, pues, a la incoherencia, la heterogeneidad y la pluralidad de voces de las enseñanzas. Un método muy sencillo, pero poco practicado, es el de leer con atención, empezar por el principio y continuar hasta el fin por el camino trazado.

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Partiendo de ese principio, se glosa sobre el Espíritu a partir de la Letra, y viceversa. ¿Una cita dice lo contrario? Sí, pero la tercera afirma lo contrario de lo contrario. Y desglosamos otra frase que, al contradecir lo contrario, restablece la primera proposición. El juego de justificaciones de una tesis a través del uso de una cita sacada del texto y del contexto permite que cada cual utilice los pasajes llamados sagrados a favor de su causa: Hitler justificaba su acción alabando a Jesús cuando éste expulsaba a los mercaderes del Templo, mientras que Martín Luther King legitimaba la no violencia también citando los Evangelios... El Estado de Israel se apoya en la Tora para justificar la colonización de Palestina, los palestinos citan el Corán para expulsarlos por medio del asesinato. Los sofismas y la habilidad dialéctica adquieren formas retorcidas; el gusto por la argumentación basta para ensalzar el vicio y convertir la virtud en oprobio.

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POLÍTICA

La doctrina de la no violencia condena a la masacre cuando delante se tiene a un bruto decidido. Mahatma Gandhi y los suyos, a lo largo de las vías del tren, pueden inspirarse en los evangelios mientras no tengan frente a ellos a un comandante de escuadrón nazi que les inutilice con rapidez las dos mejillas...

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EL CORÁN

El Corán contiene ciento veinticuatro suras, y todos, menos el noveno, comienzan con la repetición del primer versículo del primer sura (1, 1), la frase inaugural: «En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso.» Y para que así conste. La tradición da noventa y nueve nombres a Dios; el centésimo será revelado sólo en la vida futura. Entre esos nombres, hay variaciones sobre el tema de la misericordia: el que Todo lo Perdona -Al-Gahaffar-, el Justo, el Equitativo, el Benévolo Sutil, el Bondadoso -Al-Latif-, el Paciente, el Clemente -Al Halim-, el Bienamado, el Bienhechor -Al-Barr-, el Indulgente –Al’Afuww-, el Detentor de la Generosidad -Zhu-I-Jalali.

Verifiquemos en el Littré: define la misericordia como «la gracia, el perdón otorgado a los que pueden recibir castigo». O bien, si se trata específicamente de religión: «bondad por la que Dios otorga la gracia a los hombres y a los pecadores». ¿Cómo se puede justificar, por lo tanto, que entre sus otros nombres también figuren los siguientes: el que envilece -Al-Muhil-, el que causa la muerte -AlMumit-, el vengador -Al Muntaqim-, ¿el que puede perjudicar a las personas que lo ofenden -Al-Dar-? ¡Curiosa manera de practicar la misericordia la de envilecer, matar, vengar y perjudicar! Decenas de suras lo justifican a lo largo de sus páginas...

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Si, como enseña el sura titulado «Las mujeres», la ausencia de contradicciones en el Corán demuestra el origen divino del Libro - dictado durante veinte años, en La Meca y en Medina, a un hombre, un recolector de estiércol de camello, que no sabía, pobre diablo, ni leer ni escribir...- la cantidad de contradicciones acumuladas y destacadas en cursiva, mencionadas más arriba, permite afirmar el origen humano, muy humano, demasiado humano de la obra en cuestión. Paradójicamente, la tesis coránica de la ausencia de contradicciones en el texto contradicha por el examen del texto le da la razón al texto, lo que permite concluir que su origen es humano y no divino...

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Jehová manda la peste, las úlceras y las pústulas -los comienzos de la guerra bacteriológica, a lo que agrega lo que la soldadesca practica desde siempre: el asesinato de todo el mundo.

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EL VATICANO Y HITLER

A modo de información: ningún nacionalsocialista de las bases, ningún nazi del alto mando o miembro del estado mayor del Reich fue excomulgado y ningún grupo fue excluido de la Iglesia por haber enseñado y practicado el racismo, el antisemitismo o por haber hecho funcionar las cámaras de gas. Adolf Hitler no fue excomulgado, y su libro, Mi lucha, nunca formó parte del índice. Recordemos que después de 1924, fecha de publicación de ese libro, el famoso Índex Librorum Pohibitorum agregó a su lista -j unto a Fierre Larousse, culpable del Grand Dictionnaire universel (!)- a Henri Bergson, Andró Gide, Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. Adolf Hitler nunca figuró allí.

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HITLER

Fue decisión de un Führer ateo mandar inscribir en los cintos de los soldados de las tropas del Reich Gott mit unsy ¿Se sabe que la frase fue tomada de las Escrituras? En particular, del Deuteronomio, uno de los libros de la Tora, donde podemos leer explícitamente: «Dios marcha con nosotros» (Dt. 20, 4), una frase extraída de la arenga que Yahvé dirige a los judíos cuando parten a luchar contra sus enemigos, los egipcios, a los que Dios promete un exterminio total (Dt. 20, 13).

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El siglo XXI comienza con la lucha sin cuartel. De un lado, el Occidente judeocristiano liberal, en el sentido económico del término, brutalmente capitalista, salvajemente mercantil, cínicamente consumista, productor de falsos bienes, ignorante de la virtud, visceralmente nihilista, sin fe ni ley, fuerte con los débiles, débil con los fuertes, astuto y maquiavélico con todos, fascinado por el dinero, las ganancias, de rodillas ante el oro proveedor de todos los poderes, generador de dominaciones -cuerpos y almas entremezclados.

 

Del otro lado, el mundo musulmán piadoso, fanático, brutal, intolerante, violento, imperioso y conquistador. curre a un hiperterrorismo de cúters, de aviones secuestrados y cinturones con explosivos artesanales. Los dos campos reivindican a Dios para sí, y cada uno practica las ordalías de los primitivos. El eje del bien contra el eje del mal, con las caras siempre invertidas.

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El musulmán está persuadido de que beber vino y comer una chuleta de cerdo le impide la entrada al Paraíso, mientras que el asesinato de un infiel le abre las puertas del Cielo de par en par.

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