FILOSOFÍA

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sábado, 14 de enero de 2017

FILOSOFÍA ANIMAL

FILOSOFÍA ANIMAL

Edgardo Rafael Malaspina Guerra (Universidad Rómulo Gallegos, Venezuela)

Nuestra relación con los animales es extraordinariamente contradictoria, porque si Dios creó al hombre y a los animales, entonces somos familia. Esta contradicción es bien clara cuando abordamos las posiciones de dos de las grandes religiones :en  el judaísmo, del cual proviene el cristianismo, se afirma que Dios creó a los animales para que el hombre se los comiera (“Y toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra…les será para comer”); mientras que en el hinduismo ese mandato bíblico es pecaminoso, precisamente porque hombres y animales somos hermanos (“Esos pecadores-los carnívoros-serán devorados por las mismas criaturas que han matado en este mundo”).

Se dice que el cerebro humano se desarrolló cuando empezamos a consumir proteína animal; entonces, vegetarianos y veganos pudieran estar contrariando a la naturaleza misma, aunque estoy convencido de que existen poderosas razones filosóficas y científicas para estar de acuerdo con sus posiciones. El respeto absoluto hacia el reino animal pudiera darse en un mundo con grandes transvaloraciones rayanas en lo nietzscheano, con cambios transcendentales de la agricultura para masivamente acceder a las proteínas vegetales. Pero eso sería insuficiente: los cambios tendrían que ser también gastronómicos y en general culturales para que  dejemos de comer carne, botemos nuestras chaquetas, carteras y correas de cuero; no asistamos al circo, a  las galleras, las corridas y a los toros coleados.
Por otro lado, cabe destacar que todos los adelantos farmacológicos que han permitido vencer muchas enfermedades se los debemos a los animales. Desde que Claude Bernard fundó la Medicina Experimental (Fisiopatología) ningún medicamento va a los humanos sin haber sido probado en animales. El maltrato al animal de laboratorio, que algunos dicen se fundamenta en el error de Descartes, quien consideró que no sentían dolor, ha sido tema sobre el cual se ha legislado, gracias a las organizaciones defensoras de los animales. Por lo visto, no podemos desprendernos de la gran ayuda que nos prestan los animales, por eso lo que procede es establecer reglas claras, humanas y éticas, para obtener esa ayuda.

Hablemos ahora del genoma humano y el de seis mamíferos: el chimpancé, el perro, la vaca, el gato el ratón y  la rata. Las coincidencias en el material genético de nosotros con el de  esos animales son tantas que no hay dudas en que tenemos un ancestro común. El aspecto físico y la conducta corroboran que los animales son nuestros familiares lejanos. No hay que ser muy listo para entenderlo. La ciencia no hace más que comprobar lo que el hombre primitivo supo instintivamente. Los fabulistas antiguos  sospecharon algo.  Hay gente  graciosa como los monos ,obediente como los perros, sigilosos como los gatos, bondadosas como las vacas; y, por supuesto, las hay también de proceder execrablemente ratonil y que llevan la impronta genética de las ratas y actúan como tales. Estos dos últimos especímenes  debemos aceptarlos también como nuestros hermanos aunque sea con un pañuelo en la nariz. Los hindúes ya lo hacen desde siglos: en el templo Karni Mata las ratas y ratones deambulan libremente entre bebederos, comederos y creyentes.

En fin, los animales son nuestros hermanos menores, como dijo un filósofo ruso. Sobran razones religiosa (Dios nos creó a todos) y científicas (teoría de la evolución, genomas, etc.) para no dudar de esa tesis.



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